Había pasado algo más de minuto y medio cuando pude reaccionar. Me había costado aceptar que hubiera aparecido el hilo hace unas cuantas horas en mi dedo meñique como si nada, así de repente. Pero ahora, lo que me costaba asimilar era que la persona unida a mi fuera un hombre, eso si que no pudiera habérmelo imaginado nunca. 'Esto no puede estar pasando' o 'Debe de ser un sueño' era lo único que podía pensar en ese momento. Simplemente no me creía que de la noche a la mañana me pudiese gustar alguien que había aparecido de repente en mi casa empapado hecho un desastre por arte de magia, y menos podía creer que no fuera una chica. No es como si tuviera alguna clase de perjuicio contra los homosexuales, es mas, los apoyo, pero nunca me había fijado en mas de un par de chicas, como para haberlo hecho en un chico.
-¿Ho-hola?- dijo, interrumpiendo mis pensamientos y causando que yo diera un repentino bote de la impresión- Oye.. ¿estás bien? Siento que esté hecho un desastre y que la pizza también lo esté, puedo traerte otra si quieres..- se inclinó en señal de disculpa e inmediatamente reaccioné.
-Oye, no hace falta que me pidas perdón tantas veces, no importa ¡¿pero que le pasa a este?! No puede ser que este tipo sea mi.. no, no, no.- Vi como comenzó a ponerse erguido de nuevo y de repente un estruendo que provenía del cielo oscuro y gris hizo que este pegara un brinco y pusiera cara de susto. Y encima hay tormenta... ¿estoy en una telenovela o qué? Así no puedo dejarle marchar, está empapado y para colmo podría caerle un rayo encima, me sentiría demasiado culpable.- E-eh si quieres puedes quedarte hasta que la tormenta pare, podría pasarte algo.. y ya de paso me cuentas cómo has acabado así de calado y qué te ha pasado por el camino, ¿no?- Observé como inmediatamente levantó la mirada con un brillo en los ojos que rogaba estar a salvo de aquellos sonoros estruendos.
-¡Muchas gracias! La verdad es que no tengo muy buenas experiencias con las tormentas, así que me estás haciendo un gran favor..-rió- Por cierto, ¿como te llamas?
-Me llamo Jeon Jungkook, ¿y tú?
-Taehyung, Kim Taehyung, ¡encantado y gracias!- dijo, con una enorme y resplandeciente sonrisa en la cara, aceptando mi invitación de entrar y quitándose unos zapatos mojados azules con rayas blancas y rojas, al igual que el uniforme.
Kim Taehyung, eh...- Bueno, puedes ir a ducharte, veo que estas helado- dije señalando hacia el baño- Mientras, yo iré a por algo de ropa que pueda prestarte para que te cambies.
-Vale, muchas gracias de nuevo, de verdad.
-No es nada- dije apurándome hacia la segunda planta en busca de una camiseta blanca y amplia como la que llevaba puesta, unos boxers nuevos y unos pantalones holgados negros. Cuando llegué a mi habitación, lo primero que hice fue meterme en el baño de esta y lavarme la cara con agua fría. Todavía estaba en estado shok, para que mentir.- A ver, Jungkook, no pasa nada, ni va a pasar. Solo vas a esperar a que escampe y no vas a comentar nada del hilo, debe de haber algún error, ¿vale?- dije, en alto, tratando de auto convencerme.
Cuando acabé mi auto-reflexión, bajé a la puerta del baño- Taehyung.- dije, llamando ligeramente a la puerta para que me escuchase.- te dejo ropa limpia en el taburete que está justo al lado de la puerta del baño, ¿está bien?
-Sí, pero ya he acabado, no veo la toalla por ningún sitio...
¡¿Cómo?! Mierda. Había olvidado que las doblé todas en el salón para luego dejarlas todas juntas en el baño limpias, ¿como se la voy a dar? No me hace ilusión ver a un desconocido casi desnudo, por no quitar el casi. Y menos con todo este rollo del hilo.- E-está bien, ahora te doy una toalla limpia. No abras la puerta.
-Vale.-dijo canturreando.
Cogí una toalla blanca lo suficientemente grande como para cubrirle el cuerpo entero y volví a llamar a la puerta del baño.- Tío, abre un poco la puerta para que pueda pasarte la toall-
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El destino. [Vkook] || Primera Temporada
FanfictionJeon Jungkook es alguien capaz de ver lo que otros no pueden, o bueno, eso es lo que piensa él, ya que nunca le ha dicho a nadie que puede hacerlo. Se limita a observar el fino y delicado pero a la vez impenetrable hilo rojo que une a las personas...