Capítulo 017.

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Dejarlo con la palabra en la boca se había convertido en algo asombroso a partir de ahora. Ni siquiera se había tomado la molestia de golpearme, ni de empujarme, ni de gritarme. Es más, me había soltado de su fuerte agarre sin siquiera ejercer fuerza. Bieber no volvería a molestarme.

Salí de la clase tranquilamente, oyendo mi estómago rugir. Caminé hacia la cafetería y al entrar todos me miraron sorprendidos, pocas veces venía aquí. Saqué dinero de mi bolsillo y compré una pequeña caja de galletas y zumo de manzana. Dejé el dinero sobre el mostrador y salí rápidamente, esto de ser observada por todos no era muy común en mí y sinceramente no me agradaba.

Me senté bajo un árbol no muy alejado de la preparatoria y comencé a almorzar. Cuanto desearía tener una madre que se preocupara por mí y se tomara el tiempo de prepararme un almuerzo merecido. O que viniera por mí después de clases y me preguntara qué tal me fue. Tal vez no fui tan buena hija como debí haberlo sido.

— ¿Es cierto, Hall? —Oí aquella voz femenina que tanto odiaba detrás de mí, giré mi vista y me encontré con Alice, sosteniendo un cuaderno entre sus manos.

— ¿Disculpa? —Dije restándole importancia, lo último que quería era que me volvieran a molestar.

— ¿Eres...millonaria? —Preguntó atónita, mientras sus ojos brillaban de par en par.

Viré los ojos y volví a mi postura anterior. —No, no soy millonaria.

—Pero tú...Tú eras pobre, ¿Cómo ha pasado? ¡¿Cómo cambiaste de repente?! Y... ¿Por qué a mí no me pasan esas cosas? ¡Santo cielo, Hall! ¡Tú no lo mereces!

— ¡Deja eso ya! ¡Déjame en paz, Alice! —Grité con furia, sólo para darme cuenta de que una vez más era protagonista de una escena bastante vergonzosa.

Miré a mí alrededor con cautela, todos nos miraban. Todos murmuraban y reían bajito. Alice estaba en el mismo lugar que antes, sólo que sin el cuaderno que llevaba en brazos cuando llegó, ya que este ahora se encontraba en el suelo. Mordí mi labio nerviosa y comencé a caminar hacia la preparatoria. Nadie se alejaba de mí, nadie se reía de mí...nadie estaba tratándome como un bicho.

Y...se sentía genial.

Le había gritado a Alice en su cara... ¡Y ella no había hecho nada! ¡La estúpida nerd invisible de la preparatoria la había humillado! Oh, joder, qué maravilla. Ojalá y no decidiera volver, debería comenzar a tomar clases de boxeo o algo así. A pesar de conservar aún ese miedo espantoso dentro de mí, sentía que tal vez podría vencerlo. Estaba más que claro el hecho de que mi meta era cambiar, pero, ¿Y si no podía?

Miré hacia mi derecha, acariciando mi brazo. Justin me miró y luego corrió su mirada. La punzada que había sentido en el corazón era inexplicable. ¿Realmente iba a dejarme en paz? ¿Lo haría después de tanto tiempo? ¿Y si seguía golpeándome? O peor... ¡¿Y si deseaba vengarse de mí por haberle gritado y dejado con la palabra en la boca? ¿Por qué carajos seguía pensando en él? ¿Tanto me importaba?

Recuerdo sus palabras perfectamente; "¿Cómo puedes estar segura de que no me interesas?" Y a eso iba. ¿Yo le interesaba realmente o sólo era un dicho? Sus ojos se tornaban oscuros al ver a Logan, solía apretar sus puños al verme y luego decir que le intereso. ¿Quién puede entenderlo? La confusión comenzó a rondar mi cabeza.

—Señorita Hall, debe entrar a su clase. —Mierda, miré al director avergonzada de mí misma y asentí.

—Lo lamento, señor. —Respondí, volviendo a mi tono frívolo. Aún no olvidaba que el anciano había dejado que Bieber me "secuestrara", oh vamos, ¡Ni siquiera había movido un dedo!

—Que sea la última vez.

Volví a asentir y corrí por los pasillos, buscando con la mirada la puerta del salón. Sonreí para mí misma al verla y caminé algo nerviosa hacia allí, jamás había llegado tarde a ninguna clase. Puse mi mano en el pomo y ni siquiera pude abrir la puerta, ya que unas grandes manos me tomaron por la cintura, arrastrándome.

— ¡Oye! ¡Suéltame! —Exclamé asustada. No podía ver su rostro, pero claro que podía ver sus tatuajes raros impresos en sus brazos.

—Quiero hablar contigo. —Dijo tranquilamente, mientras yo era arrastrada hacia las afueras de la preparatoria.

Si papá se enterase que salí del edificio en horas de clases me metería en un colegio para monjas, era seguro.

— ¡Ya basta, Bieber! ¡Dijiste que me dejarías en paz! —Grité al zafarme de su agarre.

Me acorraló contra él y la fría pared de ladrillos. Ahogué un grito al sentirlo tan cerca de mí. Mi nerviosismo comenzó a hacerse presente a medida que levantaba la mirada, sus ojos mieles hicieron contacto con los míos, mordió su labio inferior lentamente. Me sentí desfallecer. Poco a poco salí de mi trance y decidí enfrentarlo.

—Déjame ir, por favor Justin. Ya no quiero que te acerques a mí, me haces mal, me haces sufrir más de lo que debería. Sólo deja...

Y de repente...sus labios chocaron con los míos.



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Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora