Capítulo 082.

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Los siguientes minutos fueron una tortura para mí. No podía concentrarme, no podía dejar pasar esta situación desapercibida...era mi madre quien estaba tras las rejas. Incluso los dulces besos que Justin me brindaba no eran suficientes para distraerme; y estaba harta de que mi corazón aún conservara aquella figura materna que un día me amó, cuidó y comprendió. Tal vez por eso había soportado tanto golpes, tantas burlas y empujones: mi corazón no me permitía odiar ni guardar rencor. ¿Debería agradecérselo?

El roce de las manos de Justin contra mi piel hizo que me estremeciera y lo mirara a los ojos profundamente. Fue cuando me di cuenta de lo mucho que lo necesitaba conmigo. Temía alejarme y que todo a mí alrededor se desmoronara en un segundo. Era el único que me hacía sentir que valía mucho más de lo que creía. Me hacía sentir única, amada, protegida... ¿Por qué debía hacerle caso a mi mareada mente? ¿Por qué debía alejarme de él?

"Armas, peligro, muerte"; si me mantenía a su lado probablemente él resultaría igual o más dañado que yo. Y eso no me lo perdonaría jamás. Si algo le sucediera a Justin sería mi fin. Sí, el hecho de que mamá estuviera en la cárcel era el pequeño trozo de esperanza que necesitaba, pero no cambiaba en nada las cosas. Los tipos que nos habían atacado eran sus "trabajadores", aún estábamos en peligro. Aún debía mantener firme mis planes de acabar con todo esto, aunque doliese horrores.

—¿Quieres ver una película? —Dijo, levantándose de la silla.

Asentí. —Romántica. —Sonreí mostrando mis blancos dientes. Él viró sus ojos.

—Comedia.

—¿Comedia romántica?

—Comedia. —Repitió, haciendo que soltase una carcajada.

—Está bien, mandón. —Finalicé, levantándome de mi lugar.

Pasó por mi lado y palmeó mi trasero. Lo fulminé con la mirada, acercándome al living y sentándome ésta vez en el sofá. Me quité mis converse y maldije en mi interior haberme puesto calcetines adornados con corazones rosas. Justin no tardó tanto en elegir una película y darle "play" al instante.

Se trataba de un grupo de amigos que sufren la inesperada noticia de que su entrenador de Básquetbol, el cual hacía años no veían, muere. Los cuatro se reúnen luego de bastante tiempo en el funeral y es cuando dejé de prestarle atención. Las carcajadas de Justin solían hacerme reír antes, pero ahora sentía que pronto dejaría de oírlas. Sentía que no volvería a presenciar tanta felicidad de su parte

Cada uno de los momentos más bellos que había vivido junto a él ocupaban casi toda mi cabeza; desde nuestro primer beso hasta nuestro viaje a París, el cual luego fue arruinado por papá. También el día en que me llevó por primera vez a la cabaña y me confesó que jamás había llevado a nadie ahí. O cuando le entregué mi virginidad...

Demonios, no quería dejarlo ir. No quería alejarme de él.

Volví al planeta tierra en cuanto pausó la película y se levantó del sofá, dejando la copa sobre la mesa ratona. Le sonreí con culpa y algo de tristeza, pero no lo notó. O eso quería creer.

—Tengo una sorpresa para ti. —Susurró en mi oído. Lo miré atenta.

—No me gustan las sorpresas. —Canturrié, bebiendo un poco de mi quinta copa de champán.

Él sonrió. —Ésta sí te gustará. —Dijo mientras se alejaba lo suficiente como para perderlo de vista.

Poco después oí sus pasos viniendo de nuevo hacia mí y posó frente a mis ojos una caja de color blanca, con un gran moño dorado. Fruncí el ceño levemente y él no dejó de observarme, incitándome a abrir aquel inesperado obsequio. Eran chocolates con distintas formas. En ellos estaba grabada la palabra "Italia", lo cual hizo que me diera cuenta de que provenían de aquel hermoso país.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora