Capítulo 102. FINAL.

1.2K 47 7
                                    

Abrí mis ojos con lentitud, encontrándome recostada sobre mi cama en la casa de papá. Poco a poco me levanté y observé a mí alrededor; todo estaba oscuro, o al menos eso notaba. Froté mis ojos con brusquedad, intentado recordar qué había ocurrido y cómo había llegado aquí. Mis mejillas estaban empapadas y me ardían sin explicación, e incluso mis manos estaban heladas. Fue cuando comencé a dudar si sólo había sido una pesadilla o si realmente había ocurrido.

Me senté en la cama y fijé mi vista sobre el reloj de pared, el cual marcaba las diez de la mañana. Luego abrí las cortinas y dejé que la débil luz del día entrara, dando directo en mis ojos. Sobre mi silla de escritorio había un vestido negro perfectamente colgado, y en el suelo había unos tacones bajos del mismo color. Me encaminé hasta el espejo y allí miré mi reflejo destruido; un sollozo se salió de mi boca y mi labio comenzó a temblar sin pavor. Definitivamente había sido un error despertar. No quería vivir sin papá. No quería seguir adelante y no tenía planes de hacerlo.

Lo que más dolor me causaba era el hecho de saber que él no volvería a estar a mi lado. No volvería a oír su voz, sus pláticas tan entretenidas ni su risa contagiosa. No volvería a verlo sonreír. Y nadie jamás podría reemplazar el amor que me había brindado en toda mi vida, ni la felicidad que se había encargado de transmitirme aún en mis peores momentos.

Cubrí mi boca con mis manos y busqué con torpeza un lugar para sentarme y así evitar desmoronarme en el suelo. Y allí mismo terminé sentada; mis sollozos comenzaron a ser mucho más incontrolables, y mis lágrimas no tardaron en deslizarse por mis mejillas. Dolía cada parte de mi ser. Todo en mi interior ardía como si estuviera quemándome viva. Era uno de esos dolores que sabes que deberás acostumbrarte a sentirlos. Y como nunca antes lo había hecho, intenté calmarme a mí misma.

Papá había luchado hasta sus últimos instantes de vida. Había dado lo mejor de sí para poder prolongar sus experiencias, su felicidad y sobre todo su presencia en el mundo. Estaba segura de que él me regañaría si me viera llorar de aquella forma, porque después de todo me había otorgado aquella fuerza incomparable que llevaba en su alma. Lo que no sabía era qué tanto me lastimaría su ausencia. No tenía idea cómo afrontarlo todo.

Llevé mi vista hacia la ventana y las nubes grises volvieron a ser mi compañía. Recordé cuando, en la casa de mi madre, creía que los días grises y la lluvia eran mis mejores amigos. Que iban especialmente dedicados a mí. Era tanto el vacío y el dolor en ese entonces que no lograba darme cuenta de todo lo que quedaba por experimentar.

Me abracé a mí misma, apoyando mi cabeza sobre mis rodillas. La última vez que había sentido un dolor similar a éste había sido antes de reconciliarme con Justin. Ojalá los seres humanos fuéramos capaces de vencerlo. O al menos de tolerarlo tan sólo un poco más. El dolor es algo por lo que pasamos todo el tiempo. Nacemos con dolor y ese dolor es algo con lo que vivimos para siempre. Es inevitable sentirlo, pero el sufrimiento es opcional (aunque muchas veces es la única opción que nos queda).

Sabía cuánto me costaría comprender que papá estaba en un mejor lugar, y que no se había rendido, sino que había decidido descansar de tanto alboroto en su ser. Cuando entré en su habitación fue como si el tiempo comenzara a ir mucho más lento, y como si todo estuviera a nuestro favor para despedirnos de la mejor forma posible. ¿Cómo iba a saber que sería la última vez que vería sus brillantes ojos? Nadie puede hacer eso. Hoy estás, mañana quizás no. El tiempo es valioso, y es lo único que jamás podrás recuperar.

En parte estaba feliz de haber disfrutado cada segundo con papá. Él sabía que me hacía feliz, y que, incluso después de su muerte, yo lograría luchar contra cualquier obstáculo y salir adelante. Tal vez por eso demostró una inmensa felicidad al verme con Justin. Su rostro se había iluminado y sus ojos me habían demostrado que algo se había cumplido; quizás su sueño era verme feliz, y antes de marcharse se aseguró de cumplirlo y repetirlo.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora