tres

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No era un sueño.

A diferencia de todos los que habías tenido los últimos cuatro años de tu vida, aquel no era un sueño: Yoongi te estaba besando.

Cuando te separaste de su boca, después de largos minutos, tu cabeza daba vueltas como una atracción de feria. Tus labios estaban húmedos y ligeramente hinchados por las pequeñas mordidas que Yoongi te daba entre besos.

Tus manos estaban apoyadas en su firme y sudoroso pecho, de piel tan pálida como el resto de él.

Yoongi alzó sus felinos ojos hacia los tuyos con un deje de impaciencia.

—¿Qué ocurre?


FLASHBACK

« 25 de Diciembre de 2013, Daegu.

Giraste las llaves del coche con tanta fuerza que casi rompes algo en el proceso. El motor rugió bajo tus manos, aferradas al volante. Era Navidad. Tu vestido de lentejuelas verde, tus enormes pendientes y tus tacones lo corroboraban. Incluso el maquillaje ahora estropeado por las lágrimas y el labial borrado por las copas de alcohol, eran un intento por fingir que todo estaba bien.

Aunque no lo estaba. Hacía años que no lo estaba.

Navidad, el momento donde se supone que la familia es lo más importante y que tus seres queridos muestran tu amor los unos por los otros. Excepto porque ese amor estaba tan corrupto y podrido como las alcantarillas metros bajo el suelo.

Sollozaste haciendo que tomara una velocidad poco prudente.

Les odiabas. Les odiabas a todos. A tu padre, a tu madre...a todos, por engañarte de esa forma. Por traicionar tu confianza y tu concepto de amor.

Todo lo que querías era volver cinco horas atrás en el tiempo y no asistir a aquella horrible cena de Navidad.

Te secaste las lágrimas de las mejillas, girando por la izquierda en la vacía avenida y cuando tu vista se aclaró de la humedad, un par de ojos felinos te observaban a unos pocos metros.

Un gato.

—¡NO! —Giraste dando un volantazo al auto para evitar atropellar a aquel animal, pero cuando casi ibas a suspirar de alivio, el auto chocó contra otro cuerpo. Tu corazón se detuvo junto con el auto al escuchar el sonido de un peso golpeando el asfalto como un saco de papas— Oh dios....oh dios mio. —Te bajaste del asiento lo más rápido posible, rodeando el auto para llegar hasta el afectado.

Era un joven de cabello rubio rozando el plateado y tez tan blanca como la nieve que cubría el asfalto de Daegu en esas fechas. Sus párpados estaban caídos y parecía inconsciente. Te arrodillaste a su lado.

—Hey...hey ¿hola? —Le sacudiste suavemente buscando una reacción—Por favor, di algo, yo...oh Dios mio ¿Te he matado?

—¿En serio esperas que alguien muerto conteste a eso?

Gritaste soltándolo de golpe y echándote hacia atrás del susto, cayendo sobre tu trasero. Parpádeaste atónita mientras él se incorporaba como si nada hubiese sucedido.

—Ah...eres tan molesta. —Murmuró, su voz profunda como la noche.

—Te...tengo que llevarte al hospital. Oh Dios, gracias al cielo que no estás muerto, lo siento tanto.—Suplicaste sin poder evitar las lágrimas bajar por tu mejilla.

the big bad wolf ;; wolf!btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora