Quince

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En mitad de la tranquila noche en la reserva de Busan, el automóvil redujo la velocidad poco a poco hasta quedarse completamente quieto una vez llegó a su destino. Jimin quitó las llaves del contacto y se deshizo del cinturón de seguridad.

—Hey...hemos llegado. —Tocó suavemente tu brazo para despertarte y tú diste un pequeño brinco.

—Ah...lo siento. —Murmuraste, somnolienta mientras intentabas abrir los ojos y encontrar el cierre del cinturón para salir del coche.

Una vez fuera, el frío aire nocturno te ayudó a despertar un poco más y comenzaste a caminar junto a Jimin hacia las cabañas.

—¿Crees que Chen estará bien? —Murmuraste, caminando con los brazos cruzados contra tu pecho intentando mantener tu calor corporal en aquel frío.

—Conozco a esa familia desde hace años, lo cuidarán como merece. —Contestó y sentiste cómo te rodeaba con uno de sus brazos, atrayéndote a su cálido cuerpo para ayudarte a entrar en calor.

Caminasteis de esa forma hacia vuestra cabaña, en silencio y podías sentir tu corazón latir como si se fuese a salir de tu pecho en cualquier momento. Jimin olía tan bien.

Recordaste la escena del beso horas atrás y de repente la ansiedad de no saber qué hacer se apoderó de ti. Nunca fuiste buena con los hombres.

No había más que ver tu expediente de amores fracasados para corroborar esa verdad.

Estabais en vuestra cabaña a solas, finalmente y te dirigiste a la cocina a por un vaso de agua.

¿Qué se supone que debías hacer ahora? ¿Lanzarle alguna indirecta a Jimin? ¿Fingir que no habíais insinuado la posibilidad de tener sexo? ¿Ir hacia la cama y posar sensualmente? ¿Desnudarte y fingir que la ropa se te había caído sola?

Dios mio ¿por qué esas cosas eran tan complejas?

—¿Estás bien? —Diste un salto al escuchar la voz de Jimin detrás de ti y tiraste accidentalmente el vaso al suelo. Viste cómo Jimin bajaba la mirada a los cristales esparcidos por el suelo—¿Qué diablos te pasa?

—¡Que me has puesto nerviosa! ¡Mira lo que has hecho!

—¿¡Has roto el vaso y es mi culpa!?

—¡Sí, sí, Jimin, es tu culpa por asustarme!

—¡Pero si sólo te he preguntado y tú has saltado sol...! —Tu boca había acallado a la suya con un beso. Eso era. ¿Cómo no se te había ocurrido antes? Las manos de Jimin bajaron posándose en tus caderas mientras las tuyas lo hacían en sus hombros y lo sentiste sonreír en tus labios—¿Esto te pone más tranquila?

—Cállate, idiota. —Reíste antes de volver a concentrarte en el beso. Tu lengua probó la carnosa textura de sus suaves labios e inclinaste un poco tu cabeza para poder profundizar más en su boca, siendo tú la que llevabas la iniciativa aquella vez. Amabas el sonido del húmedo choque de lenguas y saliva y después de unos buenos minutos saboreando aquella dulce boca de Jimin, decidiste apartarte no sin antes dejar una lluvia de pequeños y cortos besos en sus labios. Lo miraste con una sonrisa— Hay que recoger los cristales o alguien pued...

—No vas a besarme así para luego ponerme a limpiar. —Dijo Jimin, mirándote completamente serio y su cabeza señaló en una clara dirección— Empieza a caminar hacia el dormitorio, bonita.

Tu corazón (y siendo honestos, otra parte de tu cuerpo también) se paró. Su orden era clara y en sus ojos podías ver que no existía ni un ápice de broma o vacilación. Una sonrisa de satisfacción curvó sus labios mientras te observaba cumplir sus órdenes sin un ápice de duda.

the big bad wolf ;; wolf!btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora