La reserva forestal de Daegu era un lugar mágico por las noches. El olor a pino y a leña llenaba el sitio. Había varias hogueras encendidas en puntos clave del "pueblo" y sin importar las altas horas, los niños seguían corriendo y jugando por la zona.
Nadie tenía miedo a dejar a sus hijos de noche porque era su territorio, pensaste. Una zona segura y libre donde crecer fuerte, lejos de la debilidad y la corrupción de los humanos.
Estabas sentada sobre una roca, tus piernas rodeadas por tus brazos de forma que tus rodillas tocaban tu pecho. Suspiraste sin dejar de observar las vilguerías que aquel grupo de niños hacía hasta que tus ojos captaron algo más interesante justo a tu lado. En la imponente roca que se alzaba superando tu estatura, había unos símbolos grabados, como runas, en un idioma tan antiguo que no podías reconocer. Uno del que la civilización no sabía nada.
Unos pasos resonaron detrás de ti, pisando hojas secas y pequeños palos en su camino.
—Dice "El corazón de un líder debe ser claro y cálido como el sol de la mañana. Limpio y necesario como el agua del río que alimenta los cultivos. Y sus senderos deben estar alejados de la arrogancia y la egoísta pasión, ya que aquel que se alza como rey, en realidad se declara esclavo de su pueblo." —Namjoon se sentó a tu lado en la roca, adivinando tu interés por conocer las escrituras y sonreíste mirándolo cuando las tradujo para ti.
—Es hermoso. —Comentaste, pensativa— Pero debe ser una enorme carga.
—No debería serlo, para la persona adecuada.
—Eres la persona adecuada, Namjoon. Estoy segura de eso.
Namjoon apartó la mirada y supiste que era un tema que le atormentaba. Había ancianos y gente más adulta en la reserva. Era sorprendente que el líder de la manada fuese tan joven, pero podías ver el porqué. Namjoon había nacido para ello, no había duda.
Sin embargo, la forma en la que sus hombros se hundían, hablaba de un enorme peso sobre ellos.
—Joonie...no me quieren aquí ¿Verdad? —Preguntaste— Tu gente no confía en mi, es normal. Lo entiendo...pero realmente me gustaría quedarme para ayudar a Yoongi.
—Te quedarás —Namjoon sonrió, borrando todo rasgo de preocupación de su rostro. Era algo que él hacía siempre, no compartir sus problemas y pretender llevarlos él sólo— Vamos, la cena te está esperando.
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Miraste disimuladamente alrededor. Aquella era de lejos la cabaña más arreglada y bien decorada que el mundo habría visto en su historia. Te removiste en la silla, ansiosa por probar el delicioso kimchi cuyo olor bañaba el ambiente recordándote lo hambrienta que te sentías.
—Come, se va a enfriar. —Asentiste con la cabeza, obediente. Y aprovechaste para echar una mirada de reojo a tu anfitrión.
Kim Seokjin era una de los lobos con quien apenas habías cruzado palabra. Todo lo que conocías acerca de él era que no le agradaba tu presencia, desde el día uno. Y que era algún tipo de realeza licántropa, a juzgar por su modo de vida y su aura infitamente elegante y burguesa.
Desconocías el motivo por el que Namjoon había decidido que la cabaña de Seokjin sería el mejor lugar para quedarte, pero tú dudabas de esa elección. Habría sido mucho más cómodo para ti quedarte con tu amigo Tae, el pequeño Jungkook o incluso el alegre Hoseok.
Pero no ibas a ser quien dudara de Namjoon, no después de todo lo que él había peleado para darte la oportunidad de quedarte.
Sin embargo, eras capaz de leer a Seokjin entre lineas y él no estaba más contento que tú con la elección de Namjoon.