Diez años atrás.
Al extremo sureste de Corea, limitando con Gyengsang, Usan y el mar de Japon, se alzaba la ciudad que coronaba la costa, la omnipotente, misteriosa y majestuosa Busan.
Y como en todas, la sociedad licántropa tenía su imperio entre los laberínticos terrenos de la montaña más alta de la región, Geumjeong.
La niebla cubría el bosque aquella mañana, se decía que los espíritus ancestrales intentaban hablar mediante los medios de la madre naturaleza, pero los habitantes desconocían si las noticias eran buenas o malas.
La aldea de Busan estaba lejos de ser un conjunto de cabañas y hogueras, como normalmente las poblaciones de lobos eran. Busan iba más allá, con una sociedad construída y más próspera de lo que el mundo de los lobos jamás imaginaría.
Las madres paseaban con sus hijos, los críos corrían entre los árboles y los pájaros cantaban, tranquilos y seguros de su propia e imperturbable seguridad.
Hasta que aquella mañana, una voz rasgada cortó el aire como un carnicero abre la carne con su despiadado cuchillo, cambiando por completo el curso de la historia.
"¡El líder ha caído!"
Park Suk Bo III, apodado "la luz de Busan", el líder que llevó a su pueblo a la gloria y la paz con los humanos, había caído a manos de la traición de su propia sangre y carne: su hermano menor, Park Hun Soo.
En mitad del caos y los llantos de todos aquellos corazones de un pueblo roto, una madre se arrodilló frente a su hijo.
Los hermosos ojos de Chang Ye estaban ahogados en lágrimas mientras sostenía a su hijo por los hombros. El pequeño Jimin miró alrededor, viendo aparecer a cuatro lobos de todas las direcciones y volvió la vista a su madre, asustado.
Quizá era una niño, pero no era imbécil.
—No voy a irme sin ti, mamá ¡No voy a ir con ellos! Hablaremos con el tío Hun Soo...
Ella negó con la cabeza, besando la frente de su hijo.
—Escúchame atentamente, Jimin. Voy a darte un nombre, un sólo nombre y será el único en el que podrás darte el lujo de confiar ¿De acuerdo? —Sostuvo el rostro de su hijo entre sus manos—Se llama Kim Namjoon. Él cuidará de ti. No vuelvas, ni me busques hasta que él te lo diga.
Diez años después.
Tus pasos avanzaban temerosos hacia la figura de Namjoon, la imagen de Jimin evitando mirarte aún en tu cabeza.
El líder estaba sentado tras el escritorio, con dos figuras de pie al lado. Estabas ante las manos que manejaban Daegu: Kim Seokjin, Kim Namjoon y Yoona Han, la esposa de Namjoon.
Era una visión tan bizarra como aterradora. El líder se aclaró la garganta.
—Hace diez años, Busan fue destruída. Una de los líderes más justos y generosos fue traicionado y reemplazado por su hermano, Park Hun Soo. Soo cambió las políticas de la manada de forma radical, rompiendo los pactos de paz y renegando y sometiendo a los mestizos, los humanos que convivían con los lobos y todo aquel cuya sangre no fuese únicamente procedente de los lobos. Hace diez años, cuando el régimen de Busan se convirtió en un infierno para aquellos que no creían en las diferencias de raza, Busan mandó su última esperanza de paz a Daegu. El sobrino del líder y uno de los potenciales líderes de la siguiente generación, Park Jimin.
