doce

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No me rechaces. Tenemos que hacer esto juntos, por el bien de Busan.



Aquellas palabras habían salido de tu boca la noche anterior. Las cosas con Jimin seguían siendo raras, pero no te arrepentiste. Su actitud era más suave contigo desde aquella noche.

De mientras, intentabas ocupar tu tiempo en la casa de acogida de Busan. Tenías claro que no ibas a encerrarte en tu habitación llorando por tu falso matrimonio y tu nula suerte en la vida, ibas a intentar sacar algo bueno de toda aquella situación.

La casa de acogida carecía de un botiquín de medicinas básico para emergencias, así que después de ayudar a Choi Sun con el desayuno, te pusiste manos a la obra junto con el libro de medicina natural que Kari te había regalado antes de emprender a Busan.

A tu labor se unieron varias voluntarias. Lobas, de todas las edades, dispuestas a ayudar a los críos mestizos de cualquier forma posible. Aquella semana, cuatro familias habían acogido a varios niños en sus casas. Estabas más que feliz de ello.

Trabajabas duro, de sol a sol. Ellos te mantenían ocupada, te mantenían feliz.

Al décimo día, Jimin apareció en la casa de acogida. Choi Sun parecía tan nerviosa como ilusionada de recibir al nuevo príncipe de Busan en aquella humilde cabaña.

Podías oír las risillas coquetas de algunas de las voluntarias, al ver al apuesto líder. Obviamente intentaban ocultarlo, pensando que eras realmente su compañera, pero tú lo notabas.

Jimin había decidido tomarse ese día para ayudar en tu labor y te sorprendió que dejase apartados sus asuntos como líder, que consumían todo su tiempo.

Igualmente, lo agradeciste.

En realidad era casi la primera vez que lo veías en diez días, pese a vivir en la misma cabaña, vuestros horarios eran insanos y cuando él llegaba tú ya estabas dormida. Para cuando te levantabas, él ya se había ido. Y así cada día.

Junto a un grupo de lobos, reunieron leña suficiente para que la casa tuviese una chimenea en condiciones y así mantenerse cálida en invierno.

Mientras tú mezclabas las diferentes semillas y hierbas en la cocina, escuchabas la animada conversación del grupo de voluntarias.

—Unnie y tú ¿A qué edad encontraste a tu compañero? —Preguntaba una joven con los ojos llenos de vida.

—Pues...—Respondió otra loba, con el cabello plateado y unas hermosas arrugas de expresión formándose en su piel al sonreír— Apenas tenía cinco años. Las hembras siempre lo sabemos antes que ellos. Los machos son más torpes para los sentimientos, para ellos todo es instinto, pero carecen de la delicadeza suficiente para ver algo tan frágil florecer en su interior.

—¿Quieres decir que él no lo supo?

—No, hasta los veinte.

—¿Los veinte? —Varias exclamaron un "ohhh" al unísono— P...pero unnie, a esas edad ya habría tenido sus fiebres...y si no sabía que eras su compañera...

La mujer asintió con la cabeza, su sonrisa aún serena.

—A veces somos demasiado intransigentes con el amor. El amor también se equivoca, el corazón no siempre habla claro. No me importa con quién estuvo antes, sólo me importa a quién ama ahora.

Sonreíste ante las sabias palabras de aquella mujer y abandonaste la cocina, con varios frascos llenos de mejunges curativos que ibas a almacenar para futuras emergencias.

the big bad wolf ;; wolf!btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora