Rodeada de idiotas 2, el regreso de tu mamá en tanga.

6: Te extraño...¡papa!

6: Te extraño...¡papa!

—¿Y ese muñeco diabólico? —Usui miró con horror.

     —Era la muñeca de Emilia, estoy practicando con ella —le respondí mientras metía otra aguja en el cuerpo de la muñeca de trapo.

     —¿Acupuntura?.

     —No, mi rabia por las muñecas de trapo hace que parezca que hago vudú.

     —Ok, yo hice eso con los muñecos de cera de mamá, pero no oíste nada.

     —Bien, no lo diré. ¿En dónde estabas?

     —En una situación incómoda en la calle. —Se rascaba la nuca.

     —¡Cuéntame!

     Treinta minutos antes de Narnia (seguimos sin presupuesto).

     —¡Hola, Usui, cuanto tiempo! —le llamó la atención una persona al joven de cabellos castaños.

     —Ehh, ¿hola? —le saludó de vuelta.

     —Si me recuerdas ¿verdad? —Aquella persona tenía una niña al lado.

     —Eh, sí o-obvio. —"Ni puta idea" pensó.

     —Te quiero presentar a mi hija. —Era una niña pequeña alrededor de los cinco años y de cabellos blancos, es albina.

     —¿Eres padre?

     —Soy madre.

     —Sí, te vi embarazada.

      —Es adoptada.

     —Me voy.

     Fin de los unipegazos (¿me prestan plata?).

     —La embarraste hermano.

     —Lo sé.

     —¿Quieres una galleta?

     —Oie ci.

—¿Qué hacen? —nos preguntó Noah mientras ingresaba a la cocina con...¿unos calzones en la cabeza?, no me digan que de nuevo pelearon Matilda y Andrea.

     —Suicidarnos con un pan —contesté también de parte de Usui, ese pan duro era más bravo que la bomba atómica.

     —Ok, sigan.

     —¿Y esos calzones? —le apunté la cabeza.

     —Ni idea, así que cállate y no preguntes más.

     —Vaya cascarrabias. —Lo miré mientras se alejaba—. ¿En dónde estábamos? —le pregunté al titán.

     —Tratar de comparar una bomba atómica con este pan.