Capitulo 4

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"El hombre muere tantas veces, como pierde a uno de los suyos.

«Publio Sirio»

—¿Así que pensabas irte sin siquiera agradecerme? — le dijo mirándola de hito a hito—. Sabía que eras una ingrata maleducada.

«Y ahí es cuando tus ganas de agradecer se van al carajo»

—Muchas gracias por auxiliarme después de quedar inconsciente a causa de tus gritos, que por cierto, no fueron para nada maleducados. Pensé que te alegrarías si me marchaba sin dejar ningún rastro en tu casa, pero ya ves como son los hombres, una especie incomprensible para mí— le sonrió.

«Maldita sea, ¿por qué sonríe así?»

Andrómeda está exhausta, asustada, avergonzada, un millón de adjetivos negativos que no mejoran en lo absoluto su estado de ánimo, todo lo contrario, su sarcasmo está en los cielos y sus respuestas chocantes y terriblemente sinceras no lo piensan dos veces antes de salir de sus pensamientos al exterior.

Elliot la observa una vez de tantas más. Aún conserva la vestimenta de la noche anterior; camisa blanca, calentador holgado negro de lana y zapatos cerrados de goma (hechos específicamente para ese tipo de profesiones).

—¿Pensabas irte sin tus cosas? — la mira incrédulo, pudo haber soltado una carcajada al ver la expresión de Andrómeda, pero se abstiene, no quiere mostrarse simpático frente a esa mujer—. ¿Cómo pensabas irte? ¿Sabes siquiera en qué parte de la ciudad te encuentras?

Andrómeda abre y cierra sus labios, con los ojos muy abiertos, sin emitir ninguna palabra, sólo balbuceos.

—Yo...bueno...yo...

— Hazme un favor, busca tus cosas y lárgate, mientras menos tiempo pises mi casa, menos trabajo tendrá mi ama de llaves.

Aprieta As puños, enojada. Gran error. Había olvidado la lesión en su muñeca— que ya se mostraba hinchada—, y no puede evitar soltar un gemido de dolor. Por inercia, se soba la muñeca. Elliot baja su vista y frunce el ceño.

—¿Qué te ha ocurrido? — quiere saber la razón de su dolor. Desde la noche anterior, no había podido dormir debido a la preocupación.

Preocupación al tener a su enemiga bajo su techo, temía por su vida y su integridad, claro.

Quiere ver que tan grave es, pero la otra mano de la chica no le permite ver bien. Quiere arrebatarle la mano para ver el daño, pero le da asco tocarla.

—No es nada, solo me caí de la escalera y....— antes de decir otra cosa, ya Elliot ha sacudido su mano izquierda para observar bien el daño en la derecha.

«¡Está muy hinchado! ¡¿En qué pensaba ?!»

Andrómeda solo puede sentir el contacto de su mano con la de él. Una corriente eléctrica le recorre todo el cuerpo, los vellos de su nuca se erizan y su corazón golpea su pecho de manera violenta

¿Qué rayos le estaba pasando? ¿Qué era todo esto?

Le aterran esas sensaciones que sólo ha sentido alguna vez. Y aquella vez, no terminó tan bien.

DULCE ATADURA (EL AMOR DE MIS VIDAS#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora