Fruncí muchísimo el ceño luego de colgar la llamada. Me sentía un poco estúpido en ese momento. ¿Cómo es que se me había ocurrido llamarla?. Había sido una completa tontería...
-Si es que lo de "he soñado contigo", te ha quedado estupendo, David...-Me dije cabreado.
Pero el sueño se repetía una y otra vez en mi mente. Lo sentí tan vivido que al despertar aún sentía la piel de Laura en mis manos. Podía escuchar su voz, y podía escucharla diciéndome que me amaba. Sacudí la cabeza y me recosté en el sofá. Todo había comenzado cuando conocí a Juanma. Ese niño estupendo al que la vida lo había hecho pasarla mal a pesar de su corta edad. Recuerdo que cuando lo conocí sentí algo tan profundo en el pecho que mis ojos se pusieron cristalinos. Su ilusión a pesar de todo era evidente. Y aunque me lo quisiera negar me recordaba a aquellos días en los que quise ser padre, en los que Laura y yo...
Maldición.
Estaba empezando a cabrearme haber tenido aquel sueño.
-¿Y esa cara?.-Me preguntó María del mar sentándose a mi lado.
Estaba en casa, me encantaba la sensación de estar en mi tierra, pero dentro de unas horas saldría mi vuelo hacia América nuevamente, y ciertas ideas extrañas estaban pasando por mi cabeza. Contrólate, David, es una locura...
-Es la única que tengo.-Ella me pegó en el brazo.
-Ya dime, ¿Qué pasa?.-Sus ojos me miraron con la misma dulzura de siempre. Sonreí a medias y miré al frente.
-Nada.-Me encogí de hombros.-Supongo que...no sé, estoy algo melancólico estos días.-La escuche reír entre dientes.
-¿Melancólico?, extrañaras a tu novia seguro...
-Puede ser.-Pero yo sabía que ese no era el motivo. Había hablado con Elena el día anterior, unos minutos antes del concierto, estaba en Madrid en la fiesta de su madre y la verdad era que no me sentía melancólico por su ausencia...era algo más, algo que no podía explicar...o no quería. Giré la vista y vi a Mari mirándome con suspicacia.
-Pasa algo más ¿verdad?.
A veces me preguntaba si mi hermana era bruja.
-Que va, solo...no sé.-Suspiré.-Desde que conocí a Juanma he estado pensativo en cuanto a la vida y en cuanto a las oportunidades.-Mari me regaló una hermosa sonrisa.
-Lo que has hecho ha sido estupendo, David.-Me dijo colocando su mano sobre la mía.-Estamos muy orgullosos de ti.-Hizo una pausa poniendo los ojos en blanco.-Bueno, más de lo que ya estábamos.-Yo sonreí pero mi mente seguía perdida, como si no estuviera allí.-¿Estás bien?.-Me dijo, supongo al notar mi mente lejana.
-Si...estoy bien...-La miré y ella me atusó los rizos.
-¿A dónde te vas hoy?.
-Debería irme a Texas, pero voy a hacer una parada en Miami para arreglar unas cosas.
-¡Tito, tito!.-Unos bracitos rodearon mi cuello y yo recibí a mi sobrina sonriente. Estaba cada vez más grande.-¿Te vas?.-Yo la senté en mi regazo acariciándole el cabello.
-En un rato, si.-Le dije sonriendo a medias.
-¿Y me llevas?.
-Si pudiera lo haría, chiquilla...-Le puse un dedo en la nariz.-Pero ahora no se puede.
-Jo, pero me traes regalos ¿si?.-Yo carcajeé.
-Pero mira que interesá.-Mar que miraba a Lucía me miró en forma de reprimenda.
-Quien la habrá malacostumbrado.-Dijo levantándose y poniendo los ojos en blanco.
Yo puse una cara de completa inocencia mientras ella se alejaba murmurando cosas que no llegué a escuchar. Volví a mirar a mi sobrina y le sonreí.
-Estas muy guapa ¿eh?.-Le dije. Ella sonrió y me dio un beso en la mejilla para luego seguir a Mar.
Sin saber por que la imagen de Laura regreso a mi mente. Últimamente estaba demasiado susceptible, sobre todo ante la presencia de niños. Desde que había empezado mi relación con Elena nunca nos planteamos realmente tener niños, aunque claro, era algo que veíamos siempre a futuro...pero los años pasaban y nunca volvimos a tocar el tema. Quizás es hora de retomarlo...pensé para mis adentros, pero de nuevo las imágenes de aquel sueño me invadieron.
Yo caminaba por aquella playa solitaria en mi tierra Almería, la paz que sentía en mi interior no se comparaba con nada, era algo típico de un sueño, donde sabes que nada malo puede pasar. Llevaba un pantalón blanco de tela y una camisa blanca de manga corta. El sol quemaba mi piel mientras mis pies dejaban huellas en la suave arena. Las olas rompían una y otra vez en la orilla haciendo que el sonido del vaivén fuese absolutamente exquisito en mis oídos.
Levanté la vista de mis pies descalzos y a lo lejos avisté dos figuras. Dos figuras con un muy diferente tamaño sin duda. Había una mujer, no muy alta, con el pelo negro enmarcando su moreno rostro. En su mano una pequeña caminaba absorta ante la majestuosidad del mar. Sonreía diciéndole cosas a la mujer quien asentía mirándola y correspondiendo la sonrisa. Yo me paré en seco mirando la escena, hasta que me di cuenta que la mujer que sostenía a la pequeña era Laura. Mi corazón se aceleró y cuando sus ojos se encontraron con los míos me sonrió. Nunca pensé que volvería a dedicarme una de sus sonrisas, esas sonrisas que siempre me habían hecho suspirar.
Se acercaron a mi mientras yo observaba a Laura casi embobado, estaba preciosa con aquel vestidito también blanco, como mi ropa, que se amoldaba a sus curvas. Cuando mis ojos pudieron dejar de mirarla mi vista se trasladó hacia la pequeña. No tendría más de cinco años. Sus ricitos castaños caían sobre sus hombros de forma graciosa, y sus ojos negros me recordaban a los ojos que acababa de ver hacía unos segundos. La niña me miró y sonrió abrazándose a mi pierna. Yo mire a Laura quien se acercó a mi aún sonriente y me dijo:
-Has tardado mucho en tu paseo ¿no?.-Yo fruncí el ceño cuando ella se puso de puntillas y me dio un dulce beso en los labios. Los sentí suaves, cálidos y su aliento me embriagó por completo. ¡Por dios cuanto había extrañado ese contacto!. Levanté la mano acariciándole la mejilla sin poder creer que aquello de verdad estaba pasando. Es decir, yo no tenía conciencia de que aquello era un sueño, todo se veía tan real...pero definitivamente sabía que no podía ser, que aquello no...su mano tomo la mía y sus ojos negros me miraron con amor, con ese amor que hacía que mi pulso se acelerara.-Te amo...-Me susurró y yo no reaccioné.
Unas manitos me jalaban de la camisa y cuando bajé la vista aquella pequeñita me miraba con ojos anhelantes.
-¿Vamos al agua, papi?.
Papi, papi, papi...
Las palabras se perdieron en el recuerdo cuando la voz de Mari me sacó de aquella ensoñación.
-¿David?.-Yo sacudí la cabeza levantando la vista.-Que ya va a ser casi hora de tu vuelo, pero mamá te está preparando algo para comer...¿te dará tiempo?.-Yo me aclaré la garganta mientras mi mente aún se sentía en aquella playa de Almería.
-Si, supongo que si...quisiera comer con vosotros antes de irme.- Sonreí levantándome del sofá.
Mar sonrió a medias y comenzó a hablarme sobre algo que sinceramente no escuché. Solo pensaba en el sueño, ¿estaría mi instinto paterno reclamándome?.
Quizás era momento de hablar con Elena.
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Como yo ningún amor se entregara
FanfictionEl amor es esa bonita locura que te hace ser mejor persona. (ESTAS HISTORIAS ESTÁN SIENDO RESCATADAS DE UN FORO CHEBIS)