Capitulo 4

506 35 4
                                    

Las cosas que tenía que hacer en Miami en realidad no eran importantes. Pero ese día quería estar allí. Quizás algo en mi interior me decía que todo cambiaria...

Llegué entrada la tarde. Serían la cuatro cuando abrí la puerta de mi piso. Tenía tanto tiempo sin parar allí que el olor a casa me encantó. Pero el pensamiento que rondaba mi cabeza me tenía intranquilo. Me había enterado hacía poco, casualmente el mismo día en el que tuve aquel sueño, que Laura vivía en el edificio de en frente. Una cosa bastante irónica tomando en cuenta que ella una vez me había dicho que nunca dejaría España, que nunca dejaría todo lo que quería allá por venir a aventurarse en América...y ahora me entero de que vivía justamente en frente. Meneé la cabeza y dejé las cosas en el salón. A penas me quedaría hasta el otro día, tenía que viajar a Texas y no tenía caso que desempacara nada. Miré a mi alrededor y vi todo impecable. La señora de la limpieza hacía estupendamente su trabajo. Un mensaje me llegó al móvil mientras me quitaba la cazadora y la ponía sobre el sofá.

"Amor, estoy aun en Madrid. Llámame cuando llegues a Miami".

Para ser completamente sincero no me apetecía en lo mas mínimo llamar a Elena en esos momentos. Habíamos tocado el tema de los bebés y todo ese rollo que me había estado atormentando esos días y su reacción fue justo la que esperaba. Me dijo que aún no era momento, que esperáramos...yo en alguna parte sabia que tenía razón. Nuestra relación a decir verdad era poco convencional, éramos bastante libres en ciertos puntos...quizás un hijo no fuera buena idea en definitivo. Pero entonces aquel sueño vino a mi mente nuevamente. Trayéndome a Laura a la cabeza. Miré la puerta instintivamente y negué riendo. Definitivamente no iría a verla...no quería salir herido en el intento, me dije divertido caminando hacia la cocina, que estaba por demás vacía. Solo habían unas cuentas cosas en los estantes, unas galletas vencidas y unas latas.

Vale daba igual, comería fuera. Me dije encogiéndome de hombros. Entonces la idea de ir a ver a Laura volvió a pasarme por la cabeza y no pude más que maldecir en voz baja.

Ignoré cualquier pensamiento "suicida", y me dispuse a hacer unas llamadas. Omitiendo a Elena, al menos en ese momento.

Cuando el taxi me dejó frente a mi edificio miré el reloj de forma vaga. Faltaban quince minutos para las diez y la verdad era que no quería irme a dormir, pero tampoco tenía mucho que hacer. Me giré y entonces la palabra "Laura" se metió en mi cabeza de nuevo. Mierda. ¿Seria buena idea que...?. Negué con la cabeza. Claro que no era una buena idea...era una locura...una...pero ya mis pies estaban cruzando la calle hasta llegar al edificio. El portero me abrió amablemente al reconocerme.

Me miró de forma expectante cuando yo abrí la boca para preguntarle por el piso de Laura, pero la cordura regresó a mi mente haciéndome retroceder. Era mejor huir de ahí antes de que fuera...

-¿David?.-Me giré sobresaltado al escuchar su voz.

Madre mía... Pensé al verla. La palabra guapa se quedaba bastante corta.

-Yo...hola...-Dije nerviosamente. Ella frunció el ceño.-Vivo en frente.-No sé por que coño había dicho eso, pero realmente estaba nervioso, ja, nervioso de Laura...eso era realmente gracioso.

-Ya lo sé.-Me dijo aun seria. Sus ojos me inspeccionaron y al terminar de hacerlo, brillaron tan lindos y negros como siempre...-¿Entonces?. ¿Vienes a visitar a alguien?.-Me dijo caminando más hacia donde estaba yo, con su bolso en el hombro.

-Si...-Dije mordiéndome el labio mientras ella pasaba de largo y me daba la espalda.-A ti.-Se detuvo en seco y se giró aún muy seria.

-¿Qué?.-De pronto rió entre dientes.-¿A mi?.

Como yo ningún amor se entregara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora