Capítulo III

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No puedo seguir más en esta habitación. Y Diamond... E-es decir, Katzenner, no se opone. Sólo vuelve a sumergirse entre los cojines para seguir jugando con los muñecos de felpa. Victoria me espera al otro lado de la puerta y me recibe con una mirada cargada de impotencia.

—Sheryl... Lo lamento.

No quiero escucharlo.

Y ella lo entiende demasiado bien, a pesar de que sé que quisiera decir algo más. No se opone cuando me ve pasar de largo para sentarme en la escalera.

Todo mi cuerpo está comenzando a resentir el esfuerzo. Cada malestar se fusiona con los otros y se manifiesta en la forma de una punzada letal. Mi cicatriz en el rostro duele también. ¿Eso es posible?

—Sheryl...

Victoria está siendo condescendiente conmigo. Es por eso que viene a sentarse a mi lado, posando una mano sobre mi espalda.

No tengo la fuerza para pedirle que se vaya. Y no me refiero sólo a la parte física.

—¿Cómo pasó?

—No lo sabemos... Sólo despertó y ya lo había olvidado todo. Creímos que se había golpeado la cabeza al caer, pero... De ser así, ni siquiera podría comunicarse con nosotros.

—Ese no es Diamond.

—Quisimos que tú fueras la primera en saberlo.

—Pues no ha funcionado. Diamond no me recuerda. Incluso ha olvidado lo que hicimos hace tanto tiempo...

—Si aún podemos comunicarnos con él, sin duda hay esperanzas. Los recuerdos no pueden sólo esfumarse así. Deben estar encerrados dentro de él. Sólo debemos encontrar una forma de rescatarlos.

—Si no lo hacemos pronto, habremos perdido la batalla final incluso antes de que comience.

—Estás precipitándote.

—Tengo que reunirme con Mewtwo. Es el único que puede ayudarnos. Lo sé.

—Bueno... Sin duda estamos lejos de los otros Dioses Legendarios. Pero puedes contar con Absol y Houndoom. Además, Lugia y Lucario aún te necesitan.

—Todos necesitamos a Diamond.

—Tus Pokemon tienen la fuerza suficiente, Sheryl.

—Sí... Y a todos ellos les tengo el cariño que nunca le tuve a ningún ser humano. Pero Diamond es... era... especial. Es uno de los pocos recuerdos que quedan de mi... mejor amiga... No quiero perderlo. No quiero que los recuerdos de Perla queden sólo en mi memoria, donde algún día también desaparecerán cuando el tiempo y la edad logren alcanzarme. Si Diamond está conmigo, es como si una parte de Perla también estuviera a mi lado.

—Entiendo... Supongo que todos tenemos un vínculo así con nuestros Pokemon. Y estoy segura de que en el fondo, Diamond aún te tiene cariño. Ahora debes descansar.

—No.

—Sheryl, no te has recuperado del todo.

—Quiero ver a mis Pokemon.

—Les diré que vayan a tu habitación, entonces.

—Y quiero ver a Cunningham.

—Sheryl, no creo que sea el mejor momento...

—Esto no estaría pasando si ustedes me hubieran confiado todos sus secretos desde el principio. Si me hubieran dicho lo que había detrás de Lugia, Absol y Houndoom, estoy segura de que Diamond no habría terminado así. Así que, por favor, Victoria, llévame con Cunningham.

Suspira.

Sé que quiere negarse.

Y aún así, asiente y se levanta. Pretende darme una mano que yo evidentemente voy a rechazar. Ella lo acepta tanquilamente. Camina a mi lado, mirándome cada vez que algo escapa de mí para demostrar que el dolor está matándome.

Pero estoy bien.

Resistiré.

Tengo que ser fuerte para demostrarle a Cunningham que se han acabado los secretos. Incluso si debo pelear para obtener respuestas... Sé que lo conseguiré. Por mis Pokemon, soy capaz de volverme inmortal.

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora