Capítulo XIX

128 15 25
                                    


     No sé dónde estoy. Sólo sé que ya no hay nada que cubra mi cabeza. Que, cuando abro los ojos, lo único que puedo ver es que estoy en una habitación oscura. Que alguien me ha puesto estos... grilletes... electrónicos... sean lo que sean, en las muñecas. También sé que aún siento el sabor de la sangre en mi boca. Aún siento la sangre correr por mi nuca. ¿Cuánto más tengo que soportar que me ridiculicen de esta manera? ¿Dónde mierda estoy?

Alguien está aplaudiendo. Una luz se enciende desde alguna parte. Ahora me doy cuenta de que estoy sentada en una silla de metal. La habitación ha quedado a media luz. Estoy en los aposentos de Vadim Yevseyenko, y ese malnacido está aplaudiendo mientras camina lentamente hacia mí. No hay ningún Pokemon a la vista. Tampoco está armado. Solamente viene a sentarse en esa silla que alguien ha dejado frente a mí. Lleva un vaso de vodka en una mano. Sonríe descaradamente, como si no le importara demostrar cuál es su verdadero ser. Me parece demasiado inquietante la forma en que luce cuando está sentado precisamente frente al escudo de la PKM-Jameiat Sirria, que puede verse desde la ventana.

Tengo que salir de aquí, pero los grilletes están quemándome. No podré quitármelos de ninguna manera si no son cadenas comunes y corrientes.

—Agente Crown... Dígame una cosa. ¿Realmente ha valido la pena?

Infeliz.

Mi única respuesta es seguir luchando contra los grilletes. Eso hace que él mire hacia abajo. Sólo por un segundo. No le sorprende que esté intentando liberarme. Tampoco quiere insistir en obtener una respuesta. Lanza otra pregunta.

—¿Es que no ha entendido todavía que no tiene que luchar contra nosotros, agente Crown?

—Eso no me ha quedado claro... Libérame si no somos enemigos.

—No voy a liberarla, agente Crown. Tiene que entender que el fin justifica los medios.

—Quieres tenerme aquí con tal de atrapar a Mewtwo, y no lo conseguirás. Mewtwo no obedecerá tus órdenes. ¡Déjame salir!

—Después de lo que hizo con mis muchachos, no creo que eso sea posible, agente Crown.

—Deja tu farsa. Eres un traidor. Y cuando salga de aquí, te haré pagar por lo que has...

—Si usted piensa que he dañado a Katzenner, no es así. Sólo estoy tomando algunas medidas de seguridad extra.

—¿Medidas de seguridad? ¿De qué mierda estás hablando?

Niega con la cabeza. Está esbozando una pequeña sonrisa.

—Agente Crown... Me temo que será imposible que ustedes se vayan de las instalaciones, hasta que nosotros hayamos conseguido todo lo que necesitamos. Nunca antes habíamos visto que una humana común y corriente fuera capaz de domar a los Dioses Legendarios. Has conseguido la lealtad de Katzenner, y eso es algo que no podíamos dejar en el olvido. Pero cuando vimos que Mewtwo interfirió en el procedimiento sólo para contactarte...

—¿Cómo supiste eso? La voz de Mewtwo sólo puede escucharse en mi cabeza.

—Sí, agente Crown. Pero el rastro que deja un Pokemon psíquico de semejante poder es inconfundible. Jamás en mi vida había visto algo como eso... Y no dejaré pasar la oportunidad.

—¿Quieres decir que vas a usar a Mewtwo y a Diamond?

No tienes que saber que también tengo a Lucario y Lugia. Y que dudo que Houndoom y Absol quieran obedecerte.

Sigue sonriendo.

—Quiero negociar, agente Crown.

Y libera mis manos, presionando un par de botones que se desprenden de los grilletes. Mis muñecas están marcadas con quemaduras y algunas gotas de sangre. Sigue sentado frente a mí. Deja su arma en el suelo y le da una patada para alejarla de nosotros. Me muestra sus manos. Pretende que yo crea que realmente está desarmado.

—No atacaré si usted escucha lo que tengo que decir –me dice—. ¿Tenemos un trato?

Por supuesto que no. Pero si tengo que fingir para ganar tiempo...

—Convénceme.

San Petersburgo, Rusia.

Época actual.

No tengo idea de hacia dónde vamos. No recuerdo haber estado por aquí cuando el señor Cunningham me envió a entrenar con los rusos. Me tuvieron en otra zona de la base, y creo que estuve bastantes niveles por debajo de la tierra... Creo que ni siquiera había ventanas.

Aquí tampoco las hay, pero hay demasiada iluminación como para ser esa zona olvidada donde se suponía que estaban entrenándome al estilo militar del señor Yevseyenko.

—Lynn, por aquí.

Ian tampoco tiene idea de dónde estamos. A él lo entrenaron en la base de Madrid.

Tenemos que encontrar alguna salida. Alguna señal de que nuestros Pokemon están cerca de aquí. Alguna forma de dejar de acarrear el dedo cortado que nos abre las puertas.

Nos ocultamos detrás de una columna. Los rusos están empezando a moverse. La vigilancia aumenta. Algo debe haber pasado. ¿Qué pudo ser? Hay sirenas en alguna parte. ¿Habrán ido contra Vic? Tenemos que volver...

Es hora de liberar a Pyroar. Lo haría, si Ian me dejara hacerlo. Sólo me toma por la mano para evitar que lance la Pokebola. Niega con la cabeza. Hace un par de señales con las manos para conducirme a través de las zonas que quedan en penumbra, especialmente ahora que las alarmas se han encendido aquí también. Esto está realmente mal.

—¡Hey! ¡Alto!

Tenemos que correr. Ian me toma de la mano para ir más rápido. Sé que quisiere llevarme en sus brazos para avanzar mucho mejor, pero no dejaré que lo haga. No puedo quedarme con los brazos cruzados. Eso decepcionaría a mamá.

—¡Pyroar, destrúyelos!

El fuego de Pyroar no puede dañar a ese Gigalith que han liberado sus enemigos. Ahora somos rodeados por sus Pokemon. Tyranitar, Bastiodon, Terrakion... Ian libera a Sableye y Mismagius. Los impactos y las colisiones de los ataques de nuestros Pokemon están llenando todo este pasillo. Las paredes no tardan en resentirlo. Los sistemas también empiezan a volverse locos. Los Entrenadores enemigos están armados, y ya nos habrían asesinado si Pyroar no estuviera encargándose de quemar las balas antes de que lleguen a nosotros.

No podemos vencerlos. Tenemos que correr de nuevo, y Mismagius se encarga de crear una pantalla para que nosotros podamos correr. Ian vuelve a tomarme de la mano, hasta que la explosión nos hace caer. Siento como si estuviera quemando mi espalda. Aunque Pyroar salta para defendernos y Sableye ataca de vuelta, apenas puedo levantarme. Mi tobillo... duele... Creo que me lo he torcido...

Y nos están superando en número.

Y están disparando.

Y los Pokemon no dejan de atacar.

Y no llega ningún ataque sorpresa para rescatarnos.

Y no podemos ganar esta batalla.

Y Mismagius recibe un disparo que lo deja reducido a nada ante nosotros.

E Ian está horrorizado y se prepara para vengarlo.

¿Qué podemos hacer...?

Mamá... ¡Mamá! ¿Dónde estás...?

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora