Capítulo XXI

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     Omastar va conmigo en el ascensor, que baja demasiado rápido y que he podido abrir gracias a que mi huella ahora está en la base de datos biométricos. Pude haber llamado a Lucario, si no tuviera la impresión de que eso es justamente lo que los rusos esperan para poder atraparlo en una Master Ball, como la de Diamond que también me entregaron sin ningún problema. También me han devuelto a los Pokemon de los demás, así que Houndoom y Absol vienen conmigo.

Es aterrador pensar cómo todo puede arreglarse si Vadim avisa a todos sus hombres que no deben dispararme. Que no deben cruzarse en mi camino. Ojalá lo hicieran, y así podría sentirme mejor conmigo misma.

No quiero hacer esto.

No quiero, pero debo hacerlo.

Las puertas finalmente se abren, y no me sorprendería saber que Vadim orquestó esto para ayudarme a mantener las apariencias.

—Omastar, hazlo.

Omastar sabe qué hacer. Es lo suficientemente poderoso como para aniquilar por sí mismo a todos nuestros enemigos, haciendo que Ian y Lynda volteen hacia nosotros. Lynda sonríe radiantemente. Me cuesta demasiado verla a los ojos y tener que aceptar que... la maldita tenía razón. Leona está viva, y tengo que encontrarla.

—¡Sheryl!

—¡Estás viva!

No por mucho, si no nos damos prisa.

—¿Cómo lograste escapar? —dice Ian.

—Es una larga historia... ¿Dónde están Victoria y los demás?

—Vic envió a Kyle a buscarte —dice Lynda—. Nosotros estábamos buscando a nuestros Pokemon, pero... Sólo encontramos a los míos, y a los de Ian.

—Eso significa que Yevseyenko los descartó a ustedes... porque yo tengo los Pokemon de los demás. Tenemos que movernos rápido. ¿Saben a dónde se ha ido Kyle?

—No tenemos idea —dice Ian—. Tomamos caminos distintos. ¿Has recuperado a...?

—Sí. A todos. Pero guarda silencio, y vámonos. Cuando salgamos de aquí, se los explicaré.

—¡Espera! —Dice Lynda, prendiéndose de mi brazo—. ¡No podemos irnos! ¡Necesitamos los dedos de esos sujetos!

—No. Ya no los necesitamos. Confíen en mí.

Sé que lo hacen, a pesar de que les sorprende saber que puedo abrir las puertas con mi huella. Vadim ha sido lo suficientemente listo, o lo suficientemente traidor, como para mantener a sus guardias en su sitio. Pretenden detenernos, a pesar de todo. Es la coartada perfecta. La traición perfecta, también. Pero con tal de terminar esto tan rápido como sea posible, Dewgong se encarga de congelar sus cuerpos para que el fuego de Pyroar los deje reducidos a nada. Lynda parece haber encontrado su segundo aire, pues corre velozmente y se mueve con agilidad, a pesar de su tobillo ensangrentado.

Por suerte, no pretenden decir nada mientras yo sigo abriendo una puerta tras otra. Mientras seguimos subiendo en el ascensor. Realmente no me sorprende saber que detrás de la última puerta sólo están Victoria, Bradley, y la abuela y el primo de Lynda.

Esto será todavía más difícil de explicar.

—¡Sheryl!

A Victoria le ha impactado verme. Y sé que hay algo más que ha notado, y que tiene la cortesía de no hacer ningún comentario al respecto. No tengo idea de cómo es que se ha dado cuenta, pero ahora mismo desearía no haber cruzado mi mirada con la suya.

—Agente Crown —dice Bradley—, ¿cómo nos encontró? No la vimos llegar.

—¿Dónde está el señor Cunningham? —dice Victoria—. ¿No encontraste a mi hermano cuando venías?

¿Tienes que hacerlo tan difícil?

—Tenemos que irnos. ¿Sabes dónde está Kyle?

—Le pedí que fuera a buscarte.

Esto no me da buena espina.

Y tampoco lo hace el hecho de que Alexei Cherenkov esté ahí, tirado como si no valiera nada. Aquí hay un gato encerrado.

—Entonces lo tendremos más difícil... Yevseyenko nos dará sólo diez minutos para salir... Pero necesitaremos ayuda extra para encontrar a Kyle, Keynes y Cunningham.

—¿De qué hablas? —dice Victoria—. ¿Has llegado a un trato?

—Hablaremos después. ¡Andando!

—Espera —dice Victoria, tomándome por el brazo—. ¿Qué ayuda extra necesitaremos?

—El fin justifica los medios. ¡Muévanse, rápido!

Ahora todos están mirándome, pero me siguen de cualquier manera.

Tienes que darte prisa, Sheryl. Ya después habrá tiempo para pensar en tu coartada.

Mewtwo... Mewtwo, ¿me escuchas? Necesito tu ayuda.

San Petersburgo, Rusia.

Época actual.

¿A dónde va, agente Crown? ¿Por qué no está siguiendo mis instrucciones? No tiene idea de que tengo ojos en todos los rincones. Que no hay nada en este lugar que yo no pueda ver. Teníamos un trato, agente Crown. Sabía que no era capaz de cumplirlo si no le daba razones para saber que estoy hablando en serio.

Victoria Levitt aún está con vida, a pesar de que está demasiado cerca como para dispararle en el cuello. Sé que tiene la capacidad para hacerlo, y la sangre tan fría como para que no le cause ningún problema. ¿Por qué no lo hace?

—General.

—Adelante.

La doctora Annenkova viene para darme justo lo que le he pedido. Cada control está señalado con una etiqueta que tiene los nombres de los miembros del equipo de Darian, y de sus Pokemon.

—Todo está listo, general. También recibimos la llamada que estaba esperando.

—Me sorprende que nuestra invitada quisiera responder... Asegúrate de que Kyle Levitt llegue conmigo, mientras me encargo del resto.

—Sí, general.

Y ahora sólo deja el teléfono, antes de irse.

Mientras presiono uno de los botones de los controles, que se apaga ahora que el veneno ha sido activado, la voz de esa mujer se escucha al otro lado de la línea.

El fin justifica los medios, y la agente Crown debe saber que esto es lo más humano para la misión que les espera.

—Señorita Jacqueline Roosevelt... Es un verdadero placer hablar con usted...

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora