Capítulo XXVIII

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     Parece como si alguien hubiera lanzado una bomba hacia nosotros. Kyle y Lynda intentan detenerme, mientras yo sigo avanzando entre la destrucción. Es sólo sangre. ¿Qué importa si sigue brotando?

El fuego alrededor de nosotros está tomando otro color. Es un rojo antinatural. No es algo que haya visto antes. Sólo un Pokemon podría haberlo hecho.

Temo, a pesar de que esto sea fuego y de que no haya visto rayos azules de por medio, que todo esto tiene la pinta de ser algo que Diamond haría.

Quisiera llamarlo a gritos, pero una parte de mí no está totalmente convencida. ¿Y si no hubiera sido Diamond? ¿Y si, en realidad, fue un humano quien pensó en atacarnos?

No nos han asesinado. Querían sólo la Master Ball. Querían a Diamond, y ahora lo tienen...

—¡Sheryl!

Kyle y Lynda aún quieren detenerme, antes de que siga avanzando. De otra manera, no me habría dado cuenta de que he ido caminando lentamente. Erráticamente. Sin rumbo y sin consciencia, hasta el borde del gigantesco cráter que no recuerdo haber visto antes en la isla. Hay musgo en los bordes, así que no podría ser una consecuencia de la explosión. O, tal vez...

—¿Están viendo lo mismo que yo?

Al menos, puedo estar segura de que no he perdido la cabeza. Sé que Lynda también lo ha visto. Sé que incluso Kyle está consciente de lo que está pasando. El musgo está moviéndose. Sólo puede verse si se mantiene la mirada fija en ellos durante un minuto entero, o dos. El musgo está... restaurando el... terreno... ¿Qué...?

Quiero caminar un poco más. Quiero estar segura de lo que he visto, pero Kyle me detiene. Me toma por el brazo y hace una señal con el dedo para que Lynda y yo nos mantengamos en silencio. Usa otra señal para hacer que Lucario lo siga. ¿Quién le dijo a ese imbécil que necesito que me proteja? Puedo cuidarme sola. Y el malnacido sólo me fulmina con la mirada cuando voy hacia él para llamar a Vaporeon.

Vaporeon olfatea. El Espeon de Kyle se une a la búsqueda, así como el Pyroar de Lynda. Estamos demasiado lejos como para ver a Lugia desde aquí, pero eso no es problema. Sé que es demasiado grande como para pasar desapercibido.

Nadie hace un solo sonido. Kyle piensa que necesito que me sostenga cuando el dolor en mi costado ataca, como si no hubiera soportado cosas mucho peores.

La búsqueda de nuestros Pokemon sólo dura hasta que Lucario deja salir una ráfaga de proyectiles de hielo, puntiagudos y letales. En cuanto su ataque es neutralizado por ese campo de fuerza, siento como si alguna clase de fuerza desconocida se apoderara de mi cuerpo para llevarme hacia él. Para correr, tal vez con demasiada desesperación, y fundirnos en un abrazo que él devuelve como si hubiera esperado este momento durante toda su vida.

—¡James...!

Nunca antes creí que me alegraría tanto por ver a cualquier persona.

—¿James Harrison...?

Kyle y Lynda están sorprendidos. A mí también me sorprende que James, al separarnos, sólo se limite a asentir en silencio. Hay demasiadas cicatrices en su rostro, y su mirada está cargada de lo mismo que sé que hay en la mía.

—¿Qué pasó? —le digo.

Como respuesta, James sólo mira a Mewtwo. Es una señal silenciosa para que Mewtwo extienda una mano hacia Kyle y Lynda, y los deje suspendidos en los aires. Está estrangulándolos, mientras James me deja detrás para ir hacia ellos.

—¡¿Dónde está Flareon?!

—¡Libéralos, Mewtwo!

A Mewtwo no parece agradarle que Lucario y yo nos unamos en una sola voz. Libera a Kyle y a Lynda, dejándolos caer en el suelo. Kyle apenas tiene tiempo de proteger a Lynda. El puño de James se impacta contra su rostro. Y lo único que puede detenerlo, antes de que Mewtwo reduzca a polvo a Pyroar y Espeon, es que Lucario y yo sujetemos a James. Incluso Vaporeon quiere ayudar, tomándolo por el tobillo para tirar de él hacia atrás. Tengo que apartar a James con un empujón, y ni siquiera yo puedo creer que estoy haciendo esto.

—¿Qué mierda pasa contigo? —le digo.

—Ellos tienen a Flareon. ¿¡Qué mierda haces tú con ellos!?

—¡Ellos salvaron mi vida! Eres un maldito animal...

No sé qué clase de efecto habrán tenido mis palabras en él, pero su mirada firme y gélida viaja hacia Kyle nuevamente. No parece agradarle que yo me una a Lynda para asegurarnos de que Kyle no tiene nada más que una nariz sangrante. Y está tan dispuesto a contraatacar, que Lucario debe sujetar su brazo con sus tentáculos para evitarlo.

—¡Basta! —Les digo—. Tenemos problemas mucho más graves. James, ¿qué le ha pasado a Flareon?

—Que te lo diga él —ataca—. Ese hijo de perra. Su padre. La zorra de su hermana. ¡Ellos quieren a los Dioses Legendarios!

—¡Eso no es verdad! —interviene Lynda—. ¡El señor Cunningham no quiere abrir la puerta de Katzenner!

—¿Qué mierda es Katzenner?

—Ese idiota pretende culparnos —se queja Kyle—, y no tiene ni una mínima idea de lo que las organizaciones de entrenadores alrededor del mundo están buscando... Patético.

Y James pretende lanzarse sobre él, hasta que Vaporeon, Espeon, Pyroar y Lucario se interponen.

¿Por qué tengo que hacer esto yo?

—James, Kyle y Lynda, y los Scotland Trainers que vienen conmigo, no tienen nada que ver con lo que ha hecho Roosevelt. Son mis amigos.

—¿Desde cuándo te vendes al mejor postor, Sheryl?

—Desde que nosotros no somos los que fornicamos con una descendiente de la estirpe de los Mawson —ataca Kyle—. Agente Williams, encárgate de...

Nadie se encargará de nadie —sentencia Mewtwo—. Nos llevaremos a Sheryl, Diamond y Lucario, y tomaremos caminos distintos. Todos iremos en paz.

—Yo no iré con ustedes —le espeto—. Me quedaré con mis amigos, Mewtwo. A no ser que tú puedas explicar dónde está Diamond, o cómo eliminar la... división que hay entre sus memorias y las de Katzenner, o por qué la Master Ball estalló. Si sabes algo que yo no, será mejor que empieces a hablar.

—Sheryl... —intenta intervenir Lucario.

Y yo no quiero escucharlo.

—¡Responde, Mewtwo! Tú nunca estuviste solo en la isla. Dime quién nos ha atacado. ¿Quién ha liberado a Katzenner?

No quiere hacerlo.

Y creo que eso es todo lo que necesito. Para estar segura. Para saber que esto sí es una teoría correcta. Para saber que mis palabras son una afirmación absoluta.

—Hay otro Dios Legendario en la isla.

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora