Capítulo setenta y tres «sorpresa»

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«♪»

JiMin bajó portando una camisa blanca que era cubierta por un suéter negro en totalidad pero que en cuyo cuello poseía pequeños adornos hechos con el mismo hilo, el mismo suéter colgaba libre en su pecho haciéndose holgado arriba de sus muslos, los cuales eran rodeados por unos pantalones de mezclilla oscuros que habían sido doblados de la parte baja haciendo que se viera una línea recta de mezclilla más clara arriba de sus tenis blancos mostrando así la piel canela de su tobillo y unos calcetines cortos que eran decorados —de la parte del resorte— con hilo azul celeste. La mujer sonrió y tomó a JiMin de la mano para subirlo mientras murmuraba algo hacia el padre de JiMin, cosa que poco pudo escuchar pues nuevamente se encontraban en aquel cuarto que le gustaba mucho y que, con la escasa luz del cielo, se mostraba sumamente hermoso, las cortinas semitransparentes se habían sobrepuesto en la ventana, parecía un velo que cuidaba celosamente la vista de afuera pero que, al mismo tiempo, tenía la sutileza de mostrar las copas de los árboles que se removían cada que el viento suspiraba y el ocaso que comenzaba a pintar torpemente algunas partes del cielo haciendo que las nubes proyectaran sombras y luces que sólo daban volumen al mismo panorama. Observó a su tía rebuscar en su cajón y él camino hasta la ventana, siempre que iba, mañana, tarde o noche, le gustaba, la ventana casi llegaba al piso y era como tener una pared de vidrio, algo que le fascinaba. Con lentitud subió la mano para arrastrar la cortina un poco, sólo hasta que sus mejillas se vieron libres, y pudo observar el árbol que le gustaba, de anchas ramas, abundante follaje, espléndido color, y debajo... el pequeño ángel guardián que había colocado en la tarde.

JiMinnie. —Llamó ella— ven, ven...

JiMin se acercó con lentitud, cuidando de no mover más las cortinas o no tropezarse con la mecedora. Sintió las manos de su tía rodeando su cuello y sonrió por inercia, ahora no había la sensación suave de una bufanda, era más bien... frío, fino, si bien si era suave no era la esponjosidad que la vez pasada prestó. Miró los ojos concentrados de la mujer acomodando la prenda en su mismo cuello para, al final, llevarlo frente al espejo del tocador y así mirar su reflejo.

En su cuello, encima de su camisa —que ahora se encontraba desabotonada— se encontraba una tela blanca, parecía ser color perla porque brillaba contra las pequeñas lamparitas que su tía tenía en su cuarto. La misma tela poseía pequeñísimos adornos de flores en color negro, eran tan pequeños y estaban distribuidos de manera cautelosa que podían pasar desapercibidos como pequeños puntitos, sólo podía observarlos aquel que mirara la tela por bastante tiempo o bien, si alguien se acercaba mucho. Notó que las puntas —que parecían ser cortas— habían sido ocultas debajo de su camisa. Sonrió ante su imagen y, con un poco de vergüenza en sus mejillas, abrazó a su tía como muestra de agradecimiento.

JiMin bajó emocionado para encontrar a TaeHyung hablando con su padre, su tía, por otro lado, había mencionado que se daría una ducha.

¡Yah! ¡Aunque lleves pijama te ves bien, ma! —Gritó TaeHyung.

Ella no respondió con otra cosa más que una sonrisa. JiMin llegó hasta el sillón negro en el que estaba su padre sentándose junto a él, tomando su mano para mirar entretenido el reloj, le gustaba mucho estar con su papá, y dicha emoción podía verse en que este siempre sonreía cada que lo veía, siempre estaba abrazándolo.

Papá... —susurró una vez que la plática de los dos ajenos había terminado.

¿Sí?

Y-Yoonie me habla... todas las noches. —Sonrió abrazando nuevamente el brazo de su padre.

¿En serio?

guardian angel ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora