Capítulo noventa «inicio pt.2»

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 «♪»

Había visto ya al abogado, de hecho estaba manteniendo contacto constante con él, este le había mencionado que su madre había interpuesto un amparo —quizás, le mencionó, para buscar alguna manera de defenderse—. Esa simple propuesta lo hizo sentirse mareado, tenía demasiado miedo... ¿Y si lo forzaba a regresar a ese lugar? ¿Qué haría? ¿Qué? Claro que el mismo abogad lo calmó con sus siguientes palabras.

No nos ganará... no puede... buscaremos un juicio limpio, me has dado información que antes desconocíamos, y de ser necesario... usaremos los medios.

¿Medios? —Cuestionó curioso, acariciando la porcelana con su uña corta, queriendo enterrarla allí para calmar el dolor de su estómago.

Sí, televisión, internet, periódico... buscaremos a quienes sean para que este caso se sepa.

JiMin asintió pero por dentro sentía el temblor de su cuerpo al estar conteniendo por tanto tiempo el miedo, el pánico. Ese día salió serio, aunque los demás lo habían acompañado no hizo comentario alguno respecto a la plática que había tenido, si él estaba tenso no quería acabar con la felicidad de los demás, aunque —sabía— SeokJin probablemente ya se habría enterado de la situación actual del juicio. El aire era agradable, golpeaba su rostro y llevaba de viaje algunas hojas verdes, quería que de la misma manera, se llevara el dolor de su corazón

Porque los días no habían sido nada fáciles... las cosas eran muy difíciles, demasiado para saber cómo manejarlo.

Estaba estresado, cansado, a veces dormía muy poco, la casa de HoSeok era linda, su hermana siempre lo motivaba a ayudarla con algunas tareas, había ido —aunque llevaba apenas dos semanas con ellos— al supermercado, ayudó a seleccionar la comida, a hacerla también... pero algo no se sentía bien. Cada mañana había un hueco en su pecho que descendía hasta su estómago creándole una sensación de nervios constante, como si algo malo estuviera a punto de ocurrir... odiaba eso, a veces ese sentimiento se instalaba con tanta fuerza en sus entrañas —y en las venas de su corazón— que lo hacía llorar en medio de la ducha, en silencio, haciéndose preguntas... muchas preguntas...

Porque cada que tenía que ver a YoonGi se ponía nervioso, no sabía por qué, simplemente sus manos sudaban y su mirada se desviaba. El pálido sentía exactamente lo mismo, fue extraño, demasiado extraño, aunque iba a la casa de los Jung —y ahora iba diario— siempre aparecía esa pared invisible entre ambos, parecía jodidamente gruesa y ridículamente larga... parecía nunca tener fin. Hoy estaban preparando algunas pechugas rellenas con un poco de ensalada, JiMin había pedido comer berenjena a la plancha simplemente, aún no conseguía sentir gusto por la carne, el ambiente era cálido como siempre, tranquilo y acogedor, con las luces amarillas iluminando cada esquina y una canción de hip-hop sonando de fondo... El olor de las verduras salteadas abrió el apetito de JiMin, pero este se apagó automáticamente cuando el timbre de la puerta sonó.

Ah, deben ser ellos. —Murmuró HoSeok caminando lejos de la cocina— ¡Ya voy!

¿Quieres ir a saludarlo? —Preguntó JiWoo.

N-no... yo... —miró la mesa donde estaban los platos— tengo... que servir el jugo. —Giró para abrir el refrigerador queriendo evitar la primer mirada, que era siempre la más difícil de afrontar.

La cena fue tranquila, SeokJin había hablado respecto a las llamadas insistentes que recibía de su madre —y por lo que bloqueó el número— además de murmurar cómo esta misma había ido con su papá para "ver" a JiMin, soltando gritos y pataletas —según contó— cuando notó que él no vivía allí. JiMin escuchaba en silencio sintiendo, de paso, la mirada de YoonGi a su lado, que analizaba cada parte de su cuerpo, quizás estaba enfocándose mucho en su cuello... no lo sabía bien, no quería mirarlo. NamJoon, por su parte, había comentado algo sobre una nueva tienda de libros viejos que podrían visitar, JiMin le brindó una mirada corta, de apenas unos segundos, con sólo ese reflejo supo que el moreno quería tranquilizar el ambiente, sabía que estaba tenso... lo que no sabía —y se preguntaba constantemente casi torturándose— es si YoonGi sentía lo mismo, si él también sentía la incomodidad en sus hombros o en la respiración cada que estaban juntos.

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