Capítulo ochenta y nueve «recuerdos»

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 «♪»

Cuando despertó se asomó por la ventana con lentitud, el día afuera ya había caído, eran cerca de las dos de la tarde. Le dolía un poco la espalda por estar recostado por tanto tiempo pero se sentía bien. Removió sus pies bajo la cobija, talló su ojo derecho con suavidad y escuchó un ruido proveniente de la única puerta disponible en el cuarto. Por allí entró YoonGi con el cabello húmedo —siendo secado con una toalla café— y un cepillo de dientes en sus labios.

Yoonie... —susurró con una sonrisa encogiéndose en su lugar.

No, no era un sueño.

Howa... —murmuró el pálido en un intento de decir "Hola" pero siendo imposible por el cepillo de dientes.

JiMin siguió sonriendo causando que el pálido le devolviera la sonrisa, estaba allí, joven, tierno, débil y delgado, sonrosado por haber despertado recién, con el cabello rebeldemente disparado hacia diferentes zonas, con los ojos inflamados y suaves, con sus orbes brillantes y labios rojos. Allí estaba JiMin siendo jodidamente guapo, dedicándole una sonrisa que —sentía y quería pensar con egoísmo— era jodidamente suya. Dejó la toalla en el respaldo de una silla de madera y se acercó al menor para acaricia su mejilla, sólo hacer eso, necesitaba tocarlo para saberlo real.

El menor se inclinó ante el toque, era frío, seguramente YoonGi se había bañado con agua fría pero no importaba... se sentía bien, demasiado bien.

¿Dowmishte ben? —JiMin tuvo que fruncir el ceño para tratar de comprenderlo.

Amh... s-sí, dormí bien.

Woy a termiñar de lawar mish dienthesh... —YoonGi caminó hasta la salida para acabar rápidamente y regresar.

JiMin, por su parte, se levantó con lentitud y comenzó a tender su cama, cuidó cada detalle, quizá tardó un poco más de lo que habría querido porque cuando colocó las almohadas al final de todas las cobijas YoonGi ya estaba a su lado.

Ah, la hubiera tendido yo... —YoonGi murmuró acercándose para abrazarlo por la espalda— ¿no tienes hambre? Puedo buscarte algo de comer.

JiMin se dio vuelta lentamente entre sus brazos y lo apresó con fuerza, olía bien, quitando el shampoo y el jabón... olía a él, a YoonGi, un olor que era único de él y que nadie podría igualarlo.

Dios... —YoonGi lo apresó con fuerza, ocultó su rostro en el cuello de JiMin, sintió la clavícula contra su barbilla y lo delgado que se sentía entre sus brazos. Quiso brindarle miles de pastelillos, jugos y café con leche, malteadas, sopas, todo lo que su joven pareja amaba. Quería sostenerlo por siempre.

Se alejaron y lo sostuvo, esta vez, por las mejillas, las apretó un poco y brindó un pequeñísimo pico en sus carnosos labios.

Tu papá está aquí. —Murmuró haciendo que JiMin abriera los ojos sorprendido.

¡¿Aquí?!

Sí, igual tu tía.

¡Ah! —JiMin se alejó con una sonrisa, entrelazó sus dedos y bajó prácticamente corriendo, arrastrando a su novio— ¡Papá! ¡Papá!

Llegó a la sala y allí estaba, no tenía traje, en realidad traía una simple camisa azul con rayas blancas y un suéter gris que, para entonces, ya se había quitado, también tenía unos tejanos oscuros y unos zapatos cafés. Su tía se hallaba a su lado, con un vestido verde simple, tan fino y suave como ella. Ambos estaban con una sonrisa radiante. Entonces los sentimientos golpearon su pecho, golpeó su corazón, se detuvo y, antes de poder ir con ellos, miró a su novio para simplemente soltar en llanto.

guardian angel ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora