Los meses de otoño pasaron velozmente en el internado. A la brisa de septiembre y al sol de octubre, pronto les siguieron las ventiscas de noviembre y los fríos de diciembre.
La primera evaluación llegaba a su fin, y a los internos sólo les restaba un día para el examen.
De su resultado dependería su permanencia en Saint Martin o su supuesto traslado al "Mofo."
A aquellas alturas del curso, Joan y Pierre se habían hecho amigos inseparables.
-No puedo creer lo rápido que se ha pasado la evaluación -le comentó Pierre a Joan de camino al aula.
-Aún queda el examen de evaluación.
-No me lo recuerdes.
-No le des la espalda a tus miedos, Pierre. Hay que afrontar los problemas con valor y coraje.
-Lo dices porque tú estás seguro de que aprobarás el curso.
-Porque estoy seguro de ello es por lo que aprobaré. Deberías aprender a confiar más en ti mismo, Pierre. Las dificultades que nos salen al paso no son más que una oportunidad para demostrar nuestra fuerza y nuestra valía. Es casi como un juego.
-Un juego que, si pierdes, mueres.
-Tranquilo, Pierre: todo saldrá bien.
Ya en clase, fray Mauricius repartió unas composiciones sobre la Francia de Napoleón que los internos habían escrito el día anterior.
Pierre advirtió que el ejercicio de Curcuff estaba suspenso.
-Hágase a la idea de que acabará en el Módulo de Formación si no pasa el examen con buena nota -oyó que le advertía el maestro a su compañero.
Cuando Pierre se encontró con él en el dormitorio, le habló claramente:
-¡Curcuff, escúchame: tienes que aprobar la evaluación!
-¿Ya estáis otra vez con el cuento de la leyenda? -protestó el chico.
Pierre extrajo el diario de Caroline Tourner de debajo de la almohada de Joan y se lo mostró al incrédulo.
-¡Y qué más me da a mí lo que escribiese esa loca! -contestó Curcuff al verlo-. Además, ¿quién me dice a mí que ese diario no lo ha escrito el propio Joan?
Al oír aquello, Pierre dudó por un momento de su amigo. Su personalidad insegura le hizo pensar si no sería todo un complot en su contra elaborado por Joan para ridiculizarle y desbancarle del grupo. Dudó de si la calavera que hallase en el caserón no la habría puesto allí el propio Joan. Y de si libros de Máxime no serían invención suya, pues, a fin de cuentas, él no los había leído.
No obstante, sus dudas se disiparon en cuanto vio a su amigo entrar en el dormitorio y reconocer su mirada noble.
-¡Joan, díselo tú! -le suplicó Pierre a continuación.
-¿Decirle qué?
-Dile a Curcuff lo de las advertencias que te hicieran los monjes y lo de los huesos que hallamos en el caserón... Háblale de las maletas, y de los libros de Maxime. ¡Convéncele para que apruebe, por favor!
Joan no había querido advertirle por temor a ponerle nervioso y hacer que perdiese la concentración durante el examen. No obstante, viendo que las sospechas respecto al caserón se hacían tan firmes, pensó que había de hacer algo para ayudar a Curcuff.
-Tenemos sospechas muy firmes para creer que algo extraño sucede en el internado -le dijo al cabo-. Ya es tarde para que te pongas a estudiar, pero te ayudaremos a hacerte las chuletas que necesites, ¿verdad que sí, chicos?
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El Internado de Saint Martin
Misterio / SuspensoAño 1943. Joan Sagace (14) es el nuevo alumno del internado de Saint Martin, un antiguo monasterio en mitad de la campiña francesa que acoge a chicos huérfanos tras la invasión nazi. Maxime Gautier, el director del centro, ordena que los alumnos su...