Capítulo 24: Un amor reencontrado

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-¿¡Qué has hecho qué!? -clamó Pierre una vez los chicos fueron enviados al dormitorio.

-Tranquilo, Pierre. Todo va a salir bien -le calmó Joan.

-¿Qué ocurre? -preguntaron sus amigos.

-¡Joan va a suspender el examen!

-¡Joan! ¿Estás seguro?

-Completamente. Escribí­ mal las respuestas del examen.

-¡Lo hizo adrede! -aclaró Pierre.

-¿Por... por qué lo hiciste?

-¡Porque tengo que salvar a Juliette! Y ésa es la única forma de que pueda acompañarla hasta el caserón.

-¿Y qué harás luego, Joan?

Dos motivos hicieron que Joan callase:

Primero, porque realmente no sabí­a qué hacer una vez hubiesen alcanzado el caserón. Y segundo, porque de no hallar la solución a tiempo, consideraba perecer junto a Juliette entre las llamas.

Ninguna de aquellas razones le parecía a Joan oportuno dar a conocer en esos momentos en que sus compañeros necesitaban ser fuertes y conservar la calma.


Entrada la noche, Maxime terminaba de transcribir las calificaciones de los exámenes en su cuaderno.

Uno de ellos llamó poderosamente su atención.

Era el examen suspenso de Sagace.

El director se sonrió y caviló unos instantes.

Con decisión tomó su pluma y acabó por escribir la palabra "aprobado" en el cuaderno junto al nombre de Sagace, pese a tener reprobado el examen. 

Joan desconocía la admiración que le profesaba Maxime, que no iba a permitir que una mente tan brillante como la suya pereciera entre las llamas.

Además, no habí­a escapado a la sagacidad del director que algo tramaba su discí­pulo suspendiendo la evaluación.

Cuando terminó su labor, Maxime tomó el cuaderno entre sus manos y, con él bajo el brazo, salió de la estancia. 

-¡Maldita sea! -se lamentó Didier, que aún permanecía oculto tras la rejilla del aire.

Didier apartó cuidadosamente la rejilla y saltó al suelo.

Al llevarse Maxime el cuaderno de las calificaciones su misión de allanar el despacho resultaba inútil.

Contrariado, abandonó el lugar y marchó rumbo al dormitorio de los internos.


Cuando llegó, la revelación de Joan aún mantenía inquietos a sus amigos. 

-Lo siento, pero no ha podido ver el cuaderno de calificaciones. Maxime se lo ha llevado -les participó compungido Didier.

-No te preocupes. Ya os he dicho que aprobaré; estoy convencido -se adelantó a responder Pierre, pues sabí­a que todo aquello lo hacían por él.

-Te creemos, Pierre -le aseguró Joan.

-Habrá en cambio quien no se salve... Hay que hacer algo por ellos, Joan.

Joan sabía que aquello resultaba sumamente complicado.

Primero, porque ni siquiera él mismo sabí­a si podrí­a salvar a Juliette. Y segundo, porque habí­a perdido credibilidad ante sus compañeros a raí­z de sus supuestas mentiras sobre las preguntas del examen.

El Internado de Saint MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora