Capítulo 22: La decisión de Juliette

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El dí­a antes del examen de evaluación, Joan acudió al jardincillo de los monjes con la esperanza de encontrar allí a Juliette.

Habí­an pasado semanas desde su último y desgraciado encuentro.

Aunque la llama de su amor se había extinguido, Joan estaba realmente preocupado por el destino de su amiga. Necesitaba encontrarla y advertirla que, por su propio bien, debía aprobar el examen y no cometer ninguna estupidez.

No halló en cambio rastro de Juliette en el jardín.

A hurtadillas se coló en el pabellón de las internas y preguntó por ella.

-No quiere verte, Joan -le explicó sin rodeos Violette, la amiga de Juliette-. Está muy dolida por tus insinuaciones.

-¿Insinuaciones? Pero si me ha engañado con Zapic. Lo sé.

-¿Lo sabes? ¿Por una inscripción tallada en un árbol? ¿Tan poco necesitas para dudar de su amor?

-Pues...

-Para tu información, ella no te ha engañado. La inscripción que viste es del año pasado. Lo sé porque yo estaba presente cuando la hizo. Poco después cortó con Zapic.

-¿De... de verdad?

-¡Pues claro! Ella no te ha engañado, Joan. Ella te quería más de lo que te crees y tú le has hecho daño.

Por primera vez, Joan admitió que tal vez se hubiese precipitado al dudar de Juliette.

-Yo... yo también le dije la verdad -se excusó Joan-. Todo ha sido un malentendido por parte de ambos.

-Es posible, pero ella ahora no quiere verte. En realidad, no quiere ver a nadie.

-Está bien... Convéncela al menos de que apruebe la evaluación, por lo que más quieras, Violette.

-Lo siento Joan, pero Juliette ya ha tomado una determinación: va a abandonar Saint Martin.

-¿Qué... qué dices? -balbució Joan, sabedor del peligro que entrañaban aquellas palabras.

-Tú eras su mejor amigo y te perdió. Ya nada la retiene aquí­.

-¡Dios mí­o, no! Todo esto es por mi culpa -se lamentó Joan profundamente.

No obstante, sabía lo que tení­a que hacer:

Cualquier palabra que hubiera intentado dirigir a Juliette en aquellos momentos habría resultado inútil.

Juliette necesitaba hechos y los tendrí­a. 


Llegada la noche, las luces del internado se extinguieron.

A través del ventanal del dormitorio, Joan distinguió desde su cama cómo una débil lucecilla brillaba en el interior del temido caserón.

-¿Qué vas a hacer con Juliette, Joan? -le preguntó Pierre en la penumbra.

-Me iré con ella; la salvaré.

-¿Cómo, Joan?

-No lo sé aún, pero lo haré. Tú preocúpate de aprobar mañana, Pierre.

-Así­ haré.

Pierre cerró los ojos y se rindió al sueño.

Joan permaneció absorto en sus pensamientos.

Su mente elucubraba un plan.



El Internado de Saint MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora