Watson entró a la primera clase como si nada, regalándome una sonrisa. Miré a Matías de reojo, aún sin comprender por qué se había callado.
Como si los fuese a engañar con el acting de tonta.
Sabía lo que hacía Watson, no soy colgada. A ver, que todo mundo siempre lo negó y él nunca lo va a admitir; pero yo ya sabía que Wat alejaba a todo ser humano del género masculino de mí tan rápido como podía. Vi la mirada que le dio a Matías, por lo que miré mal a mi amigo: Matías no parecía querer nada conmigo, por lo que Wat no tenía de qué preocuparse.
Reí por el nerviosismo de Matías, que escupió cincuenta palabras en lo que digo "el." En cuanto salió corriendo tan rápido como el mismísimo Flash (tengo hermanos varones, ¿qué esperaban?), agarré a Watson de la oreja y lo obligué a agacharse a mi altura.
—¡Au! Bestia, me estás matando —se quejó él, pero una de mis miradas fue suficiente para callarlo.
—¿Oís que te miro, no? —Wat intentó evitar mis ojos, pero le giré la cara para que no lo hiciera.
—Bueno, después me disculpo con él; es que es el encantador rompecorazones, ¿por qué esperás que lo quiera cerca de vos? —Rodé los ojos y le despeiné el pelo en la mano como tantas otras veces lo había hecho.
—Dejá de intimidarlo, que no quiere nada conmigo. Si así fuera, te hubiera mirado mal y no se hubiera ido; como lo hace Santiago. —Watson bufó con solo escuchar el nombre, y solté una risita por su comportamiento celoso.
—Ese hijo de... —Bueno, se imaginarán lo que Wat agregó después.
—El vocabulario, señor Rojas —lo retó la profesora Brieta. Watson se disculpó y se sentó a mi lado como siempre.
Las clases de matemáticas, lengua y arte no fueron para resaltar, dado que nada interesante pasó ahí.
Les aclaro algo que seguro los está confundiendo un poquito: no, no estoy en la banda. Mi nivel de piano es bastante básico (con suerte y me sé el himno de la alegría), y mi violín es aún peor; recién estoy aprendiendo, por lo que no creo llegar a meterme en la banda. Cuando la banda practica el resto vamos a arte y, cuando nosotros (el coro y el grupo de actuación) practicamos, los de la banda tienen arte. ¿Genial, eh?
Almorcé con Watson como todos los miércoles y jueves, y hablamos de tonterías. No sé cómo terminé accediendo a ir con él a la fiesta del viernes. Las fiestas no eran lo que más me gustaba, pero no me molestaba ir a pasar el rato. Además, Ofelia (la mamá de Watson) no lo iba a dejar ir a menos que yo fuera, por lo que Watson suplicaba por ayuda. En su defensa, Watson quería chapar con una chica del Calíope a la que el anfitrión (Marcos Mendoza, más conocido como el marcador; sí, un apodo malísimo que era una mezcla entre su nombre y el hecho de que chapaba con muchas chicas en una sola fiesta. Sí, metía muchos puntos; já, já, já. No saben cómo me estoy riendo) había invitado, y no quería perder esa oportunidad. Y bueno, yo el viernes estaba libre y no tenía problema en hacerle la segunda a mi amigo y pasar tiempo con algunas chicas de mi camada con las que a veces charlaba.
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De escritores y cafés
Fiksi RemajaAzul necesitaba escribir una nueva novela, pero algunas circunstancias la habían llevado a padecer un bloqueo de escritor. La solución a éste pareció caída del cielo, aunque lo correcto sería decir que cayó a causa de uno de los peores rumores del A...