CAPÍTULO CINCO

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—De lo oído nada debe ser creído y de lo visto...

—La mitad —completó Cam. Le sonreí con picardía y ella me miró mal.

—Tanto que me culpás a mí, ¿quién era el chico que te empezó a hablar en la entrada? ¡Hasta pasó su brazo sobre tu cuello! —contraataqué. ¿Sobreprotector, yo? Por favor. Solo cuidaba a mi hermana. ¡Nada de novios hasta los veinte!

—Ah, eh, yo... ¡Bolso! Me acabo de acordar que me dejé mi bolso; sí, mi bolso; en el vestuario. Eh, me voy a ir a buscarlo. Yo... —Y salió corriendo. Como les había dicho antes, era heredado.

Tenía que averiguar quién era ese chico, cuanto antes.

—¡Cami! Tenés el bolso colgado al cuello —le grité. Ella dejó de correr y me miró mal —. Vení, que esto hay que... —Mi celular empezó a vibrar en mi bolsillo y lo saqué—. Salvada por la campana. —Ella sonrió y empezó a caminar en mi dirección.

—¿Ya salió Cami, Mati? —me preguntó mi mamá. Asentí, pero me acordé que no podía verme y hablé.

—Sí, recién. ¿Pasa algo?

—Solo quería hacerte acordar de que tenés que ordenar tu cuarto para poder ir a la fiesta de Marqui, ¿ok?

—Sí, má; ahora llegamos y lo ordeno. Nos vemos en un rato.

—¡Dejale un beso a Cami! Hablamos en la cena. —Y, con eso, colgó.

—¿Qué dijo mamá? —Cami me sonrió y guardé mi celular donde antes.

—Que ordenara mi cuarto y que te dejaba un beso. —Ella asintió y chasqueó la lengua.

—Ah, casi me olvido. Le presté a un amigo uno de tus libros. Espero que no te moleste, Mati. Me lo va a devolver, te lo prometo. Si no yo misma te compro otro. —Les confieso un secreto: muy de vez en cuando leo algunos libros. Por apariencia, los guardo en el cuarto de Cami o debajo de mi cama; pero me gusta leer. El que me salga con el video ese de "me gusta la literatura" lo vuelo, ¿les queda claro?

—Mientras lo devuelva en una pieza, todo bien. ¿Conozco a ese amigo tuyo?

—Puede que sí. Se llama Pedro, es lindo. —Mi hermana me miraba como si nada, pero sabía muy bien lo que estaba pasando.

Saqué mi celular y apreté el "3" en el marcado rápido.

—¿Pasa algo, hermanito? Estoy algo ocupada en este momento —saludó mi hermana algo agitada.

—¿Estás con Lie jugando al Just Dance, no?

—Puede que sí, ¿qué pretende usted de mí, caballero? —preguntó mi hermana. La risa de Lie no tardó en escucharse en el fondo.

De escritores y cafésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora