CAPÍTULO DOCE

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Sé que quieren el punto de vista de Azul después de la bomba que acaba de soltar, pero antes de eso quiero darles la cronología de eventos que llevaron a que Watson finalmente me golpeara.

¿Se acuerdan del momento en el que Azul y yo estuvimos hablando en el sillón? Bueno, hay un error en su narración. No me llamó Marcos, fue Watson. Mi cara no era "¿preferís que me quede con vos?", era "Azul, Watson va a matarme, ¡socorro!" Pero bueno, Azul ya llevaba alcohol encima y la voz no era muy clara, así que no la culpo por no notarlo.

Me acerqué a Watson tan lento como pude, rezando porque alguien me llamara o me cayera una lámpara en la cabeza. Ninguna de esas cosas pasó. Terminé mi cerveza antes de llegar, y Rojas la hizo un bollo y la tiró al piso en cuanto estuve frente a él. Watson apoyó su mano en mi hombro y me empujó hasta el patio como si fuésemos amigos de toda la vida, cosa que no éramos. Ya afuera me soltó y, con un tono brusco, preguntó.

—¿Qué querés con Azul, Calabró? ¿Enamorarla para romperle el corazón? —La boca se me secó y las palabras salieron atropelladas y confusas.

—No, no; yo solo quiero ser su amigo, de verdad. No quiero estar románticamente con Azul, te lo juro. —Para este momento ya tenía las manos en el aire para exagerar mi inocencia, pero no estaba funcionando.

Watson castañeó los dientes y volvió a preguntar.

—¿Qué carajo querés con Azul, careta? —Se notaba que estaba perdiendo la paciencia, pero yo era de palabras; no de acciones. Si Watson llegaba a pegarme, iba a evitar contraatacar porque odiaba la violencia, y no era mi intención hacerle daño a Rojas.

—¡Nada! Solo quiero ser su amigo —le repetí.

—Te advierto que le llegás a romper el corazón y la paliza que te voy a dar te va a dejar en el hospital —me advirtió.

—No serías capaz. —Sí, mal movimiento. Si tan solo me hubiera callado ahí...

—¿¡Que no sería capaz!? —gritó más malo que una fiera. Ahí fue cuando se formó el círculo, y diez minutos después mi nariz ya estaba sangrando.

Intenté calmarme cuanto pude, pero escuché un grito de Marcos y me saqué.

—¿Vas a dejar que te pegue y no vas a responder, Calabró? Por favor, ya lo hablamos. No seas cagón —espetó mi supuesto mejor amigo. No me ayudó, solo me impulsó a pegarle a Watson directo en la mandíbula. Un par de golpes más de Watson y su puño se frenó en el aire. Confundido, miré hacia el mismo lugar que él para encontrarme a Azul. Los ojos se me cerraban, pero podía ver que no estaba nada feliz. Parecía que nos iba a arrancar un ojo a cada uno.

El círculo se disipó en cuestión de segundos y Brisa y otra chica del Calíope aparecieron con hielo y cosas para desinfectarnos. Azul seguía mirándonos mal, pero su celular empezó a sonar y desvió sus ojos de nosotros por unos segundos.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2021 ⏰

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