Prólogo

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—Ayer vino tu papá a verme, Azul —decía su psicóloga, Analía.

Azul la miraba expectante. La chica no sabía nada de él desde hacía un año, por lo que su curiosidad estaba a flor de piel.

—Está muy... Derruido —comentaba Analía, tratando de buscar las palabras correctas para no romper el corazón de aquella chica. Solo tiene catorce años, pensaba ella. No importa qué tan madura sea, sigue teniendo catorce; no puedo tirarle una bomba así como así.

Mientras Analía buscaba las palabras correctas, Azul estaba maquinando sus propias teorías. Que si él tenía o no trabajo, que cómo habría ido vestido, que qué tanta panza tendría él en ese momento.

—Si bien tu mamá me dijo que él era antes una mente brillante, yo no vi nada de eso en él ayer a la tarde. No parecía un gran hombre de negocios, tenía más semejanza a un vagabundo que a un poderoso abogado. No estaba en todos sus... Sentidos, por decirlo de algún modo. Vino un poco alcoholizado, sí. Llegó tarde, pero bueno; tu papá culpó al bondi.

Azul no estaba nada sorprendida, actitud que confundió a Analía. La verdad era que Azul esperaba que todo fuese así, aunque muy en el fondo esperaba una buena noticia: que su padre hubiera mejorado, que siguiese trabajando, que no cayera a la reunión como cayó...

—Tu papá no está psiquiátricamente estable, Azul. Se lo dije, y me dijo que no tenía plata para pagarle a su psiquiatra, al que había ido por once años. Le recomendé que se atendiera en el Fernández, que es gratis, pero no estaba muy convencido.

Azul rió. Ella había escuchado mucho, y sabía que su padre no había ido por once años al mismo psiquiatra. Rodó los ojos, acción que pasó desapercibida para una nerviosa Analía que no encontraba qué decir.

—No recomiendo la re-vinculación de la que habíamos hablado, Azul. No es una persona a la que deberías acercarte así, no sin tener muchísimo cuidado. Supongo que querías ver a tu papá, pero no creo que esté lo suficientemente bien como para que lo veas. No sé si quieras esa imagen de tu padre. ¿Cuál es la última imagen de él que tenés, Azul? —le preguntó Analía, esperando poder sacarle palabras de importancia a Azul; a aquella chica que evitaba hablar de los problemas a toda costa y prefería hacer uso de su deslumbrante inteligencia conversando acerca de temáticas ambientales, políticas o económicas.

—Ojos rojos muy abiertos, pelo parado y despeinado, los dientes apretados... —Analía asintió, reafirmando que su decisión era la correcta: una chica como Azul no debía pasar por esas cosas, no tenía que vivir lo que vivió. Y ella no podía permitir bajo ningún motivo que esa chica sufriera más, que esa chica siguiese ocultando todo ese dolor y que éste se magnificara al punto de destruirla por dentro. No, Analía no podía permitir eso.

Y ahí quedó el tema de su padre, abandonado y guardado en aquel cofre secreto que habitaba en el corazón de aquella chica. ¿Cómo lo liberó? Ahí fue cuando encontró su pasión, lo que cambiaría su vida. Ahí fue cuando Azul agarró una lapicera y un papel y empezó a escribir.


¡Hola, bienvenidos a De Escritores y Cafés! Antes de que empiecen los capítulos reales, vengo a aclarar un par de puntos con el objetivo de evitar inconvenientes

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¡Hola, bienvenidos a De Escritores y Cafés! Antes de que empiecen los capítulos reales, vengo a aclarar un par de puntos con el objetivo de evitar inconvenientes.

Lo primero es que quiero advertir que la historia está sujeta a derechos de autor y que cualquier violación será reportada. No creo que sea necesario decirlo, pero no estoy dispuesta a arriesgarme. Aclaro: sí se pueden compartir citas y extractos siempre que se aclare que no son los propietarios de la obra.

También quiero dejar en claro que voy a subir capítulos solo los miércoles y sábados, y que es muy probable que los capítulos sean subidos a altas horas de la noche en algunas zonas, por lo general a las seis y media o siete argentinas (lo que serían las once y media/doce en España, por poner un ejemplo).

No quería olvidarme de comentarles que, si quieren ser los primeros en enterarse de datos curiosos o de que el capítulo ya está disponible, les recomiendo seguirme en mis redes sociales; Twitter más que nada.

Con eso dicho, ¡espero que disfruten la lectura! Hasta el próximo capítulo,



.Mechitas.

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