23. ¿Tengo un hijo?

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Miles y miles de preguntas inundaron mi mente. De repente sentí que el aire me faltaba, mis piernas comenzaron a temblar provocando que acabara sentada en el suelo, con mis brazos rodeando las rodillas. Las lágrimas no tardaron en acumularse en mis ojos, sentía que esto era demasiado para mí.

¿Por qué mi sobrenombre estaba en esa pared, pared perteneciente a la habitación de Seth? ¿Por qué lo formaban todas aquellas fotografías? ¿Qué tenía que ver yo en todo esto? Necesitaba saberlo, necesitaba respuestas antes de que todo esto me consumiera y terminara por volverme completamente loca.

Me quedé lo que me parecieron horas, sentada en el suelo con mis brazos rodeándome las piernas y la vista fija en aquél muro que se levantaba ante mí cargado de imágenes, pero no sólo eso, también de recuerdos.

— ¿Jezz? —La puerta se abrió, sacándome de mis profundos pensamientos, y el rostro de Drew apareció tras ella, pronunciando delicadamente mi nombre. — ¿Estás bien? —Preguntó preocupado, caminando a pasos lentos hacia donde me encontraba.

No contesté, ni siquiera me moví, sentía que ya no tenía fuerzas para nada.

— Oye —Trató de llamar mi atención una vez que estuvo sentado a mi lado. —Jezz —Tomó mi barbilla e hizo que lo mirara a los ojos, encontrándome con ese verde tan característico en él.

— ¿Por qué? —Fue lo único que salió de mis labios en un casi inaudible susurro.

Él me miró, un poco confundido con mi pregunta, pero luego se giró hacia aquella pared y lo entendió.

— Oh, no. —Dijo observando detalladamente todo.

— ¿Por qué Seth hizo eso? —Pregunté una vez que logré recuperarme un poco.

— Ese es el problema —Contestó, sin darme una respuesta clara. —Seth no lo hizo. —Terminó de por aclarar.

Al escuchar aquellas últimas palabras, mi corazón sufrió un colapso. Si Seth no había sido el responsable de todo esto, entonces, ¿quién era?

— Esto es malo, muy malo. —Drew se puso rápidamente de pie y me ayudó a hacerlo a mí también.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede? —Las preguntas comenzaron a salir solas de mi boca, mientras salíamos de la habitación y bajábamos las escaleras prácticamente corriendo hasta la planta baja.

— ¡Papá! —Gritó, ignorando por completo mis preguntas. — ¡Papá! —Volvió a decir, tras no haber obtenido una respuesta la primera vez.

— Drew, ¿qué sucede? —Apareció su padre por la puerta de la cocina con una mirada preocupada.

— ¿Por qué no me has contestado antes? —Preguntó él, acercándose amenazantemente a su procreador.

— Drew... —Comenzó a decir el hombre, pero su hijo lo cortó.

— ¿La has dejado entrar? —Por el tono tosco de Drew y todos los músculos de su cuerpo tensos, supe que probablemente estaba hablando de su madre.

Su padre no respondió, simplemente bajó la mirada.

— No puedo creer que aún, después de todo lo sucedido, sigas cayendo en sus malditas redes. —Dijo entre dientes.

— Llegó llorando, dijo que lo extrañaba demasiado y necesitaba estar en su cuarto un momento. —Habló su padre con un tono de culpa que hasta me rompió el corazón.

— ¿Que lo extrañaba? —Preguntó retóricamente, largando una carcajada sin una pizca de humor. — ¿Sabes lo que ella extraña realmente? Extraña a su muñeco de matar, extraña el monstruo que era Seth antes de enamorarse. ¡Sabes que esa mujer no tiene sentimientos por nadie! —Cada vez levantaba más su tono de voz, hasta que había terminado gritando.

El final acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora