5. Preséntanos a Cloe

1.8K 124 21
                                    

— Jezz, la profesora de introducción nos dio un trabajo para hacer. Es en parejas y como soy una buena futura mejor amiga, le dije que nos ubique juntas —Me comentó Cloe, regalándome una pequeña sonrisa.

— ¿Buena futura mejor amiga? —Repetí, mirándola divertida.

— Claro, tengo el presentimiento de que nos volveremos grandes amigas —Asintió, convencida de sus palabras. —El trabajo se entregará en una semana, así que debemos comenzar a hacerlo pero ya.

— Relaja esas tetas, Cloe —La frené levantando una mano.

— Amiga, debemos escribir un ensayo de diez mil palabras en una semana. Ni escribiendo una biografía de un policía y contando todas sus anécdotas llegaríamos a esa cantidad de palabras —Habló exagerando todo.

— Cloe, deja de exagerar, estoy casi segura que con las anécdotas de un policía podríamos escribir un libro entero. Pero eso no es el punto, ¿de qué debe ser el ensayo? —Le pregunté interesada.

— Debe ser acerca del método de Sócrates y su filosofía.

Sonreí de lado, sería pan comido.

*

— Bien, podríamos empezar contando un poco su vida para después llegar a la Mayéutica. De esa manera tendríamos más palabras —Propuse.

Nos encontrábamos en el departamento de Cloe, haciendo el trabajo. Ella me contó que se había mudado hasta aquí para estudiar. En un primer momento, estuvo viviendo en la casa de su prima, pero luego quiso tener su propio espacio y se mudó a un lindo edificio no muy lejos de la universidad.

— Me gusta. Contaremos un poco su vida y después desembocamos en sus métodos y pensamientos —Contestó ella.

Continuamos trabajando por unas horas más, hasta que mi celular comenzó a sonar y una fotografía de mi madre sonriendo apareció en la pantalla.

— Mamá —Contesté.

— Jezz, ¿dónde estás? —Preguntó ella. Su tono de voz sonaba algo agitado.

— En la casa de una amiga haciendo un trabajo, ¿por qué? ¿Qué sucede? —Que ella estuviera agitada como la escuchaba no era algo normal, por eso mi alarma interna comenzó a sonar y todo tipo de situaciones invadieron mi mente.

— Oh, cariño, lamento interrumpir. No pasó nada, sólo que aquí están todos los hombres del vecindario preocupados porque aún no has llegado a casa y diciendo que te habían secuestrado o matado —Rodé los ojos, eran todos unos idiotas exagerados.

Todo porque era la única mujer de mi edad, el resto eran todos hombres algo sobreprotectores, creo que eso era algo que venía de familia.

— Dile a todos que me he fugado con un chico y que no volveré jamás a casa —Dije divertida.

Sabía que mi madre se los diría, todos se pondrían como locos y probablemente movilizarían toda la agencia para encontrarme.

— Eso les diré —Susurró mi madre divertida —Cariño, vuelve cuando quieras ¿sí? Aquí todos te extrañaremos, besos —Me siguió en juego para luego cortar.

Dejé mi celular a un lado y comencé a reírme, luego me preocuparía de las consecuencias.

Cloe me mira, creo que mi risa le causaba diversión.

— Te estás riendo, ¿verdad? —Sonrió con los ojos entrecerrados.

Asentí como pude.

— Por un momento creí que te estabas electrocutando, pero después me di cuenta —Lanzó una carcajada.

El final acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora