1. Futuro Jefe

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— ¡Tyler! —Llamé a mi hermano menor. No encontraba mis botas preferidas por ningún lugar y estaba casi segura que él tenía algo que ver con eso.

— ¿Qué pasa, Jezz? —Apareció por la puerta de mi habitación con cara de inocente.

— ¿Dónde están? Sé que tú las escondiste —Lo señalo acusatoriamente.

— ¿Qué? ¿Por qué siempre que se te pierde algo me acusas? Es probable que anoche llegaras, te la sacaras por cualquier lado y ahora no lo recuerdas —Dijo como un niño inocente.

— Es probable, pero ni siquiera te dije que se me perdió, niño listo. La próxima no te descubras solo —Palmeé su mejilla.

— Está bien, pero te juro que sólo fui un peón, no tengo idea de dónde están —Hablaba mientras movía las manos de un lado a otro.

— ¿Los mellizos? —Le pregunto tratando de descubrir la mente delincuente detrás de todo esto.

— Algo peor, mucho peor —Me responde con voz sombría, para luego irse.

Genial, ahora tendré que usar otras botas.

Mientras bajo para poder desayunar, el timbre suena una, dos, tres veces. Y sigue sonando.

Cuando abro encuentro a mi primo Tobías con la respiración agitada.

En realidad no somos primos de sangre, nuestras madres son primas, pero para mí su madre es mi tía, por lo que él sería mi primo.

— Jezz —Dice con dificultad.

— ¿Qué sucede? —Le pregunto alerta.

El día es nuestro tiempo libre, en la noche realizamos nuestro trabajo, por lo que verlo tan agitado a las 9 de la mañana era algo que me hacía estar preparada para lo que sea.

— ¡Mi teléfono! —Logra decir, tras varias respiraciones.

— ¡No me digas que lo perdiste anoche! —Le digo asustada.

Éramos espías, nuestras misiones las hacíamos en cubiertos completamente. Esto era para poder llevar una vida normal y que nadie intente matarnos mientras estábamos en clase o algo parecido. Por lo que, si Toby había perdido su teléfono anoche sólo podía significar problemas, demasiados problemas.

— No, cuando llegué a casa recuerdo haberle enviado Zack y después lo dejé sobre la mesa de luz. Pero hoy cuando me desperté no estaba —Dice desesperado.

— ¿Entonces corriste hasta aquí para contármelo? —Pregunto, a lo que asiente. —Toby, vivimos al lado, ¿por qué estabas tan agitado? —Digo divertida.

Mis padres, los suyos, los tíos Brian y Emily, Max y Carter, Luce y Travis, y Nick y Janet habían hecho sus casa en un barrio privado en el que sólo nosotros vivíamos. Algo extravagante, ¿no creen? Pero no me quejo, ya que crecí junto a mi familia completa, aunque algunos de ellos no eran familia de sangre.

— Es posible que haya hecho enojar un poquito a los mellizos —Dice con una sonrisa forzada.

— Dime que hablas de Zack y Connor, y no de tus hermanos —Dije, llevándome una mano a la frente y frotándola.

— Si eso te hace sentir más tranquila —Contesta.

De la nada un balón de básquet pasa volando, rosando la cabeza de mi amigo, cosa que hace que él corra, ocultándose detrás de mí.

Emma aparece en las escaleras que están en la entrada de mi casa. La pequeña tiene una dulce sonrisa angelical.

— Jezz, ¿me entregas a Toby, por favor? —Dice con su típica vocecita, con la cual cualquier persona moriría de ternura, pero yo sé que es ella es como un lobo con piel de cordero.

El final acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora