Mi cabeza no dejaba de repetir todas las escenas que habíamos vivido hace sólo unas horas. Esa mujer se había encargado de hacernos nuestra vida imposible desde el minuto uno, había amenazado a Jezz, había secuestrado y torturado a mi hermana, ¿por qué no tuve el valor de dispararle cuando la tenía delante de mí, cuando al fin tenía la oportunidad?
Probablemente porque, una muy pequeña parte de mí, aún tenía la esperanza de que se arrepintiera por todo lo que había hecho. Pero esa pequeña parte murió cuando volvió a humillarme delante de todos, se esfumó para no regresar jamás.
Todavía no podía comprender como una mujer podía hacerles tales cosas a sus propios hijos, y estaba seguro que por más vueltas que le diera al tema, jamás encontraría una respuesta.
Pensé que ya me había acostumbrado a su maltrato, que ya había aceptado la vida que me había tocado, hasta había pensado que lo merecía, pero ¿realmente era así? Al ver cómo los padres de Jezz se preocupaban por ella y sus hermanos me hizo pensar bastante.
¿Merecíamos mis hermanos y yo todo el maltrato de nuestra madre? No, claro que no. Entonces, ¿por qué nos ocurrían todas esas cosas? ¿Tan injusta debía ser la vida para nosotros? Todas esas preguntas acechan mi mente y me atormentaban, sentía en el pecho una sensación que no podría describir con palabras, pero era horrible y cada vez me costaba más respirar.
Agarré mi cabeza con ambas manos y me presioné las sienes, mientras intentaba tomar respiraciones profundas para intentar calmarme.
Me encontraba en mi habitación, luego de todo lo ocurrido había decidido que necesitaba un tiempo a solas, por lo que me había encerrado aquí.
Jen se encontraba descansando, un médico ya la había revisado y no tenía golpes graves, por lo que estaba en su habitación acompañada de Adam, quién no se había separado en ningún momento de su lado y eso me dejaba bastante tranquilo.
Los demás rondaban por alguna parte de la casa hablando de lo ocurrido y sacando sus propias conclusiones.
Estaba sentado al borde de mi cama, por lo que volví a inhalar fuertemente y exhalé a la vez que me acostaba en ella, quedando con la vista clavada en el techo.
— Por tus respiraciones profundas puedo asegurar que algo que ronda por esa cabecita tuya te preocupa. —Escuché una suave voz provenir desde la puerta, por lo que giré mi cabeza hacia dicho lugar.
Sonreí sin una pizca de gracia.
— Ojala sólo fuera algo. —Contesté volviendo mi vista hacia el techo.
Mis palabras fueron bastante secas y cortantes, mi intención había sido que me dejara solo, luego ya hablaría con ella. Pero lo que ocurrió fue todo lo contrario.
Sus pasos se escucharon acercándose hacia mi cama y luego un cuerpo cayó a mi lado, provocando que me mueva un poco.
— ¿Y qué miras? —Preguntó, acercando su cabeza a la mía, como si de esa manera pudiera descubrir el lugar exacto en que mis ojos estaban clavados.
Rodé los ojos y suspiré, parecía una niña haciendo esas cosas.
— ¿Sabes? Leí por ahí que por cada suspiro que das, se te resta un día de vida. —Sus palabras causaron una pequeña risita en mí.
— Sabes que no debes creer todo lo que lees en internet, ¿no? —Contesté, girándome a mirarla.
No podía expresar con palabras lo que me gustaba esta chica. Su pequeña nariz respingada, su cara llena de pecas que le daban un aire inocente y sus ojos enormes que me miraban fijamente, simplemente me encantaban.
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El final acecha
ActionJezz Scott, una chica con una vida normal durante el día. Todo cambia en la noche, siendo la siguiente generación de espías en la familia, que junto a sus primos deben esforzarse por ser los que quedarán al mando de la agencia en un futuro. Pero...