21. Alma Thompson

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Drew estaba malditamente loco para querer venir a mi casa. Estaba casi segura que era un suicida en potencia. Y para rematar no podía sacar a Tobías de mi habitación.

Recibí un mensaje de que ya estaba afuera, por lo que me levanté de la cama en donde estaba junto a Toby, y caminé hasta la ventana.

Al mirar hacia abajo, lo encontré. Estaba usando esos sacos oscuros muy típicos de él y unos jeans oscuros. El farol del patio iluminaba parte de su rostro, dejándome contemplar una perfecta sonrisa.

Muy sutilmente, le hice una seña de que esperara un momento, él frunció el ceño, pero luego asintió no muy convencido.

— Mira —dije, volteándome hacia Toby —, primero y principal, una novia no es un perro, imbécil. —Rodé los ojos, Toby podía llegar a ser tan idiota a veces. —Segundo, no te diré absolutamente nada, porque de ser así no estaría en tus manos sino en las mías. Yo sé que tú puedes sacar el romanticismo que llevas dentro y hacerlo relucir con Cloe. Y si ya no tienes más que decir, necesito que te vayas, tengo cosas que hacer —Traté de alentarlo, para que luego no fuera tan cruel al echarlo.

Terminé de decir todo eso y señalé la puerta, ya que lo único que me faltaba era que se encontrara con Drew en el patio.

Vi en su mirada que la curiosidad por saber qué eran esas "cosas" lo estaba matando, pero era algo que no me sacaría, por lo que podría ir moviendo el trasero fuera de mi cuarto.

Me escaneó con la mirada, dándose cuenta que llevaba el pijama, y luego su ceño se frunció.

Mi impaciencia estaba carcomiéndome, pero tampoco podía sacarlo a patadas.

— ¿Qué cosas? —Preguntó, como todo un curioso.

— No te interesa —Contesté rodando los ojos.

Y no le interesaba, yo no iba preguntándole nada acerca de Cloe. Aunque estaba claro que él no sabía que esas "cosas" se trataban de Drew, o al menos eso creía.

Suspiró derrotado.

— Bien —Dijo, comenzando a caminar hacia la ventana.

Entré en pánico, la ventana no, ¡la ventana no! ¡LA MALDITA VENTANA NO! Rápidamente me interpuse en su camino.

— Sal por la puerta. —Hablé entre dientes.

Es que, por favor, ni siquiera en mi cuarto podía tener privacidad.

— ¿Por qué? Siempre salgo por aquí —Frunció el ceño, confundido.

Trató de esquivarme, pero me moví nuevamente poniéndome en su camino.

— Esta vez no lo harás, así que sal por la puerta —Ya me estaba poniendo nerviosa.

¿Es que acaso no podía salir por la puerta como una persona normal?

Miré de reojo la ventana, esperando que el otro idiota me hubiera hecho caso y esperara un poco más. No quería ni pensar que pasaría si Toby lo llegara a descubrir. No porque fuera un chico entrando a mi habitación, él sabía perfectamente que yo no era ninguna santa, sino porque ese chico era Drew y tenía claro que ambos se tenían una rivalidad que no lograba entender.

— Pero... —Comenzó a decir, entonces ya cansada lo interrumpí.

— Sin peros, Tobías, sal por la puerta —Noté como mis manos empezaban a inquietarse y mis piernas también.

¡¿Qué le costaba irse de una maldita vez?! ¡Por favor!

— Tu papá me verá —Dijo algo asustado.

El final acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora