26. Confesiones

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Su pregunta me dejó completamente conmocionada. Quería contestarle, pero simplemente no podía emitir ningún tipo de sonido, las palabras parecían no querer salir de mi boca.

Sus ojos se encontraban fijos en mí, esperando una respuesta, iluminados y llenos de esperanza. Su cuerpo estaba sobre el mío pero sin dejar caer todo el peso, ya que sus manos estaban apoyadas a los costados de mi cabeza.

Una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro, la cual a medida que los segundos pasaban y yo no emitía palabra alguna iba desapareciendo hasta llegar a un punto en el que no había rastros de aquella expresión.

Yo sólo podía dedicarme a observar todo, como si fuera un espectador.

Nunca me hubiera imaginado que todo esto realmente podía pasar, es decir, el jefe de la banda a la cual debería atrapar me estaba pidiendo para ser novios, ¡NOVIOS! Era algo demasiado impactante.

Cerró los ojos y, largando un profundo suspiro, se impulsó hacia un costado para luego sentarse a mi lado con la vista clavada en el mar. Sabía que estaba molesto, o tal vez sólo decepcionado, pero era obvio que su humor había cambiado completamente en unos pocos segundos.

La había cagado. No pasaba nada más por mi cabeza que esas tres palabras que se repetían constantemente. Pero de verdad que me había dejando en blanco y hasta que él no se movió hacia un lado, mi cerebro no supo de qué manera actuar.

Imité su acción y me senté con la vista fija en el horizonte, donde las estrellas y el agua se unían para ser sólo una línea.

— Lo siento, yo no... —Comenzó a decir, luego de mirarme de reojo.

Su voz sonaba suave y lejana, sentía realmente que lo había lastimado.

— Sí. —Dije al fin, interrumpiendo su discurso de disculpas.

Dejó de hablar y giró bruscamente su cabeza hacia mí.

— ¿Qué? —Preguntó confundido, dejando de balbucear cosas que estaba segura ni él entendía.

— Que sí, quiero ser tu novia. —Le dije mirándolo con mi mejor sonrisa.

Un sentimiento de felicidad me invadió al decir esas palabras, se sentía como una enorme explosión en mi pecho que no podría explicar.

Su cara pasó de confusión a sorpresa, para luego dibujar una gigantesca sonrisa.

— ¡¿Por qué no lo has dicho antes?! ¡Casi me da algo! —Expresó efusivo, tomándome de ambas mejillas para luego besarme.

Una vez no separamos, juntó nuestras frentes y cerró los ojos, como si quisiera no olvidar nunca este momento.

— Esta noche la recordaré por el resto de mi vida. —Declaró, besándome suavemente la frente.

Le sonreí cariñosa.

— Ya somos dos. —Estuve de acuerdo.

Estuvimos hablando y riéndonos entre besos por unas dos horas en ese lugar, mientras apreciábamos la hermosa vista, pero ya era hora de volver a su casa.

¿Por qué a su casa? Pues porque allí estaban todos, nos estábamos algo así como quedándonos hasta descubrir un poco más acerca de todo lo que estaba sucediendo mientras nos ayudábamos mutuamente.

¿Agentes colaborando con mafiosos o mafiosos colaborando con agentes? Era ambos.

Aún teníamos un mes antes de tener que presentar el siguiente informe de cómo íbamos con el caso, ya que Toby se había encargado de que nos den un poco más de tiempo con la escusa de que estaban esparcidos por todo el país, cosa que no era mentira, y aún no habíamos encontrado al jefe.

El final acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora