La acción en la pieza principal de una casucha de población callampa,
recientemente erradicada. Pieza, es sólo una forma de decir, en realidad se
trata de una especie de cajón, al que le faltara un costado; es una verdadera
ratonera, sórdida, agrietada. Los «muebles», una desvencijada cómoda, un
antiguo velador, un jergón, así como los demás objetos que la atiborran, tablas,
fierros, tarros, cajas de cartón, etc., yacen desparramados, como si un vendaval
lo hubiese revuelto todo.
En medio de la devastación se ven los bultos informes de dos personas, una en el
jergón y la otra tirada en el suelo sobre un montón de tiras. Por entre las
rendijas de las destrozadas paredes entran brillantes, alegres rayos de sol.
Pasado unos instantes:
VOZ Huinca : ... Después que nos quedamos tiesos, o sea después que la gente
dice que nos morimos, despertamos en la mitad de la noche y la mitad de la
tarde.
VOZ Eva : Chis, ¿Cómo es eso?
VOZ Huinca : No te pongai complicá po, si allá no es como aquí. La mitad de la
noche y la mitad de la tarde, te da un color así como cuando el sol se mete por
entre medio de los troncos y de las ramas de los árboles y alumbra el camino.
Todo está callado y tibiecito, no se ve a nadie, ni se siente nada. Pero no te da
miedo, porque es como si por fin hubierai llegado a una parte que empezaste a
buscar desde el día en que naciste.
VOZ Eva : ¿Pero que vei po?, ¿Qué?
VOZ Huinca : ¡La casa po: la casa grande, la casa de todos!...