Huinca : Se puede decir de las dos maneras, porque las palabras no significan una
pura cosa. Pero no discutamos más, porque la filosofía me da sed. (Sobándose la
boca) Tengo más sed que un pescado en el desierto.
Eva : (Con grandes aspavientos) ¡No, no me vengas con cosas: aquí no tomai
niuna gota; después te reventai y capaz que me encanen! Cuando yo me vaya,
toma todo lo que querai.
Huinca : ¿Sabís que más? Si me seguís mosqueando te voy a enderezar la pata a
charchazos. (Señalando) Parece que allá afuera hay una pileta, lávate el caracho
y te mandai a cambiar altiro, a mi nadie me prohibe ninguna cosa.
Eva : Chis, puta que soy choro.
Huinca : No, si no soy na choro; pero no le aguanto a nadie que me mande: amigo
de todos, pero esclavo de nadie, así soy yo.
Eva : (Saliendo) Cállate, podrido desgraciado... Quería discutir conmigo, el
patudo...
El Huinca queda riendo. Toca un trozo de alguna alegre melodía. Luego se
levanta. Sus movimientos son lentos, pesados, no posee flexibilidad, su estómago
es redondo, abultado. Comienza a revisar la pieza, abre los cajones de la
cómoda, aparta trastos, farfulla. Eva regresa, trae mojados el pelo y la cara.
Eva : (Buscando con la mirada) ¿Con qué me puedo secar?
Huinca : (Sin dejar de buscar) Qué sé yo po.
Eva : (Secándose con la punta de la frazada) ¿Y voh no te vai a lavar?
Huinca : Más luego.
Eva : A mí me enseñaron andar limpia desde chica, mi mamá... ¿Qué estai
buscando?
Huinca : Algo po.
Eva : (Amenazante) Ya te dije ya.
Huinca : ¡Tengo sed po! (Tocándose el estómago) Cuando no tomo me entra a
doler el estómago. (Viendo que Eva ha quedado de pronto rígida) ¿Qué te pasa?
Eva : (Desconcertada) No vi a nadie...
Huinca : ¿A dónde no viste a nadie?.... Estai afiebradada
Eva : Allá afuera. No hay nadie.