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Huinca : ¿No? (Va. Se asoma) Pucha, de verás: no se ve a nadie.
Eva : (Yendo a mirar también) ¿No vís que es cierto?... No se oye ni se ve nada:
no hay gente, no hay perros, nada...
Huinca : ¡Ah, claro, ahora me acuerdo! Se los llevaron a todos, por eso mi
compadre nos trajo para acá.
Eva : ¿Para dónde se los llevaron?
Huinca : No sé po.
Eva : ¿Así que estamos solos?
Huinca : Claro, solos.
Eva : (Deja de mirar. Señala las cosas de la pieza) ¿Y por qué no llevaron estas
porquerías?
Huinca : Quizás po. (Se sienta sobre el camastro) Bueno, ¿tenís que me pasís unas
monedas? Yo ando más helado que los cocos de Tarzán... Y me vino toda la sed.
Eva : (Buscando algo por todos los rincones) Chis, estai más fresco que te voy a
pasar monedas. ¿Soy mi lacho voh?
Huinca : Voh no tenís lacho, ya te patearon hasta los rastrojos de cafiche que
habían en la plaza. Cómo será la alegría (Eva ha encontrado su horrible cartera y
busca algo en ella) que hasta «El Carne Amarga» se permitió darte la cortá.
Eva : (Digna) ¡Yo los he dejado a todos, a mí no me deja nadie! (Saca una peineta
y un espejo, le pasa el espejo) Sujeta ahí, sirve para algo.
Huinca : (Sosteniendo a duras penas el espejo con una mano) Lorea cómo estoy
parece que me tragué un temblor.
Eva : Tómalo con las dos manos, no me puedo ver.
Huinca : (Mirándola atentamente) Pucha que soy fea, parece que andaban con la
caña mala los viejos cuando te hicieron... Y más encima saliste cojinova.
Eva : Coja, pero no podrida como voh.
Huinca : Trancúrrete Pata, junta un billete luego para que salvís le dignidad
después, porque si no te vai a tener que arrastrar por el suelo para que te tiren
un pan por las babas. No seai gilucha Pata, ya te queda poco hilo en la carretilla,
no estís...
Eva : (Quitándole violentamente el espejo) ¡Ya te dije que no me dijerai Pata!

El loco y la triste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora