Huinca : ¡No, eso sí que no, déjala así nomás, ésta no es casa tuya!
(Reaccionando) ¿Cómo que no estoy tan enfermo?
Eva : No me hagai hablar mejor, mira que yo he vivido mucho. (Encuentra una
tabla, va hacia la ventana)
Huinca : ¡Deja tranquila a esa porquería!
Eva : Tengo que abrirla, voh no te metai.
Huinca : ¡Te digo que me quiero ir!
Eva : Andate.
Huinca : (Mostrándole) ¿No vis cómo tengo las patas de hinchás?
Eva : (Trabajando) Porque querís nomás, para qué volviste a tomar.
Huinca : Es que no me hallé encerrado; encerrado no se siente cuando la vida
pasa a convidarlo a vivir a uno. «Prefiero que me maten a palos, antes de dejar
que me lleven preso», así le dije al paco ayer.
Eva : (Deja de forcejear) ¿Al paco? ¿A cuál paco?
Huinca : A uno que quería llevarme (Sombrío) A cada rato me quieren llevar
preso ahora. Y yo no hago nada, nunca le hecho nada a nadie.
Eva : Es que andai muy torrante.
Huinca : ¿Y eso qué tiene que ver? ¿Así porque no ando elegante no me van a
dejar andar por la calle? ¿Qué pasó? ¿Qué pasó que de repente se puso tan perra
la vida? «No te quiero ver más por aquí», me dijo. «¿Y por qué?», le dije yo. «No,
no te vengai a botar a choro- me dijo; yo te digo así no más. Y te lo voy a
decírtelo una pura vez, así que ya sabís»... Yo no le pido nada a nadie, lo único
que ocupo es un poco de aire y un poco de sol... ¡No me pueden prohibir eso, no
me pueden meter preso por estar viviendo.
Eva : Dile a ellos, qué me venís a gritar a mí. (Vuelve a trabajar en la ventana)
Huinca : ¿Pero no te dai cuenta cómo es la cuestión? Si me ven por la calle me
van a meter preso y me voy a morir en un calabozo, ¡voy a morir encerrado, y yo
tengo que morirme al aire libre! Por eso me tenís que ir a dejar, para que no me
puedan agarrar solo y me encierren.
Eva : ¿Y cómo no te metieron preso cuando te viniste para acá?
Huinca : No me vine solo, me vinieron a dejar los cabros, y también hicieron una