esperar que llegué el otro día, estaba seguro de que él iba a aparecer por ahí con
el camión. Y así fue, venía riéndose, como siempre, y le dijo a mi mamá: «¿No te
dije, vieja, que nos íbamos a encontrar por el camino? Si este cabro sabe que yo
no le fallo». (Pausa) ¿Chora la cuestión, ah?
Eva : (Encogiéndose de hombros) No te entendí nada. Empezaste hablando de
una calle y después saliste con una cuestión de tu papito. (Guardando los
utensilios en la cartera) Estai más tocao que el timbre de la Carlina.
Huinca : Es que lo que yo te quería decir, es que aquí en Santiago encontré un
lugar igual a ese donde me pasó a buscar mi taita. Para allá tengo que irme
cuando sienta que me queda poco, cómo sabis si vuelve a pasar el camión. Yo
creo que sí, no es cierto. (Desasosegado) Pero no me acuerdo a dónde es, no me
puedo acordar... Y parece que ya me estoy muriendo...
Eva : Qué te vai a morir voh, esa es pura disculpa para tomar gratis. (Mirándolo
como experta) No tenís ni panza.
Huinca : ¿Y qué más quieres que tenga? Si no estoy embarazado.
Eva : A todos los que tienen cirrosis y están en las últimas, se les hincha bien la
panza antes de irse cortado. Así le pasó al Chumingo y al Cauquenes.
Huinca : (Mirándose) Yo tengo un buen resto.
Eva : Sí, pero te falta. ¿Cuántas veces habís ido al hospital?
Huinca : Dos.
Eva : ¿No vís?, tienen que ser más de tres, después sí que te vai cortado. A ver,
¿podías agacharte?
Huinca : Claro, si, eso sí. Siempre he sido bueno para la gimnasia. Cáchate el
estilo (Trata de tocar el suelo con las manos. Lo consigue tras grandes esfuerzos,
pero doblando las rodillas. Acesante.) Y si querís te hago más.
Eva : No, así está bien. Era para ver nomás. (Experimentada) Te falta, por lo
menos te deben quedar dos semanas más, lo que pasa es que tenís mucho
líquido, ¿desde cuando que no te lo sacan?
Huinca : No me acordís mejor. (Graficando) Así es la jeringa que te meten en la
panza. No, yo no voy más, ¿para qué?
Eva : Para que te podai mover bien. Si esa cuestión de la jeringa no duele, y