____.
***
-¿Y hoy no podemos ir a pasear?
-No, tengo muchos deberes.
-____, llevas días así, vale que quisieras demostrarme que el beso no fue nada pero esto que haces ya me está cansando. Un puto beso, un maldito beso que te ha alejado de mí- no hice más que abajar la cabeza. Harry tenía razón pero seguro que cuando volviera a salir con él no podría dejar de terminar en sus brazos. Ese chico podría tener a la chica que quisiera, ¿por qué tenía que fijarse en mí? Aunque no me gustaba la idea de que se fuera con una cualquiera.
-Yo... nunca me había pasado eso... no sé que debo hacer...- no sabía si mi respuesta le convencería o le tranquilizaría pero no quería que se enfadase.
-Mira ____, yo te quiero, y mucho, por eso me molesta que estés así conmigo. Y si tengo que demostrarte mis sentimientos de otra manera lo haré- no sabía qué decir. Estaba asombrada. Era la primera vez que me sentía realmente valorada por un hombre. Aunque no sabía si valorada era la palabra correcta, estaba muy confusa- Uh, lo siento... quizás esto ha sido muy directo- respondió Harry a mi reacción, mirando al suelo con la mirada nerviosa y las mejillas sonrojadas. Nunca lo había visto así de nervioso. Me daban ganas de abrazarle y no dejarle ir.
-Dáme tiempo- no eran las palabras que mi mente desearía que hubiese dicho pero era lo único que me salió.
Dicho esto, fuí a mi habitación enfadada conmigo misma por haber ignorado a Harry, tenía miedo a perderlo.
Oí que Niall decía al moreno que se marchara y que lo sentía pero que no podía hacer nada conmigo. Harry cerró la puerta de golpe.
-Lo siento- susurré.
Harry.
Ya estoy cansado de que ____ juegue conmigo. Yo la quiero y ella me evita, duele bastante. Sé que no siempre conseguiré lo que quiero pero lo voy a intentar. Haré todo lo posible para ganármela. Ahora mismo no puedo explicar lo que siento ahora porque estoy enfadado aunque a la vez feliz por la respuesta de ____ ante mi declaración, no era lo mejor que podía decir pero me alegró oír eso en vez de un “déjame en paz” o algo similar. En el fondo sé que ella siente lo mismo que yo aunque no se lo crea, es hora de hacerle ver.
-¿Has tenido suerte?
-No.
-Harry... yo... lo siento.
-Véte. La principal razón por la que se ha alejado de mí eres tú. No sé que haces aquí. ¿Me pides disculpas? No sé porque. Recuerda lo que hicistes. No tienes derecho a dirigirme la palabra.
-¿Pero no fue culpa del beso?
-Sabías que la amo.
-Pero ella me lo propuso, no podía decirle que no- Le miré con desprecio. No tenía derecho a decirme eso.
-Te cambiaste el apellido, Louis. Ya podías haber hecho algo por mí.
-No sé porque te has mudado ni porque has escogido el mismo bachiller que yo.
-No me vengas con eso. Un idiota no arruinará mis sueños. Véte a la puta mierda.
Cuando llegué a casa, ya estaban cenando. Bien, no me habían esperado.
-¿Algo que contar, Hazza?- preguntó mi hermana cuando me vió entrar por la puerta.
-Nada.
-¿Estás bien?
-Claro, cómo no iba a estarlo.
-Mientes fatal, ¿lo sabes?
-Sí. Desafortunadamente lo sé. Pero quiere que me dejes en paz. Te lo pido.
-Lo que quieras Hache.
-¿Hache?
-Me hacía ilusión. Hay un actor español muy guapo que en una peli se hace llamar Hache, y me gusta.
-Díselo a Lucy.
-¿Lucy?
-Una amiga. Voy a cenar.
-¡Tienes el plato en el microondas!- gritó mi hermana mientras me dirigía a la cocina.
-¡Gracias!
---
El sonido del despertador me despertó. ¡¿QUIEN COÑO HABÍA PUESTO EL PUTO DESPERTADOR UN DOMINGO?! Ala, ya estaba de mala leche. Empezaba bien el día. Hoy tocaba ir a casa de Ido, sí, teníamos un trabajo para el lunes, y no me gustaba la chica que quedaba sin pareja. Me vestí con desgana, una camiseta negra de manga corta y unos pitillos del mismo color. Normalmente los colores de mi vestimenta representaban mis sentimientos, y hoy ya me había levantado cabreado. Salí de la habitación con la esperanza de no encontrarme con nadie por el pasillo y entré en la cocina. Mi madre estaba haciendo el desayuno, huevos revueltos y judías, rara mezcla pero típica en ella en los desayunos del domingo. Me lo comí todo muy rápido y después de despedirme de las dos mujeres que más amaba en el mundo, marché a casa de esa perra idiota. A veces creo que soy bipolar.
-Oh, hola Hazza...
-Dios- se me escapó. ¡La muy puta iba medio desnuda! Muy visto en ella pero joder- ¿Hacemos el trabajo o...? ¿Dónde puedo dejar el abrigo?
-Ven, déjalo aquí en el recibidor y ven- por un momento sentí miedo. ¿Y si me violaba? Juraría lo que fuera en que ella era capaz. Dios, ¿cómo podía estar pensando en eso? Parecía un crío. Y mi cara era todo un poema.
Me acompañó hasta su habitación y se tumbó en su cama haciendo una especie de pose de modelo sexy, que ella en sexy no tenía nada, sólo buenos pechos y buen cuerpo, vaya, casi sexy pero no. O ella siempre se ponía así cuando venían invitados, que no me extrañaría, o sus intenciones eran claras. Opté por la segunda y decidí aclararle las cosas. Me importaba una mierda lo que pensara de lo que le iba a decir.
-Mira, eh... Ido... tengo que hablar contigo.
-Dime... ¿que quieres?- dijo ella con un tono de voz que pensé que se correría allá mismo. ¿Qué le pasaba? ¡Estaba poseída o algo! Ay la virgen.
-Amo a ____, ¿vale? Me importa un comino lo que pienses de mí o lo que “sientas” por mí, porque estoy enamorado de esa chica y no dejeré que nadie me estorbe- ya estaba, ya había aclarado mis dudas, lo había hecho, bien.
-A veces eres más gilipollas de lo que creo. ¿Cómo te atreves...? ¿Osea prefieres a esa cosa antes que a mí?
-¡Y quién no...!- respondí lo suficientemente algo para que me oyera.
-Mira, véte a la mierda.
-Encantado, por tal de no verte, lo que sea- justo después de decir eso, alguien entró en la casa.
-¡Cariño! Ya estoy en casa- gritó un hombre. Díos mío, ¡Ido era una puta a toda regla!
-Mierda, es Max- susurró la chica. ¿Max? ¿Quién era ese? ¿Su novio?
-Hola cariño- saludó a Max que debía ser su novio porque se morrearon delante de mis morros. Max me miró fulminante.
-¿Quién es ese?- preguntó él señalándome.
-Un amigo con el que estábamos trabajando, tranquilo amor, que ya se iba.
-¿Qué? Pero si no hemos terminado el trabajo...
-Ahora te ibas- aclaró Ido remarcando cada plabra que decía. Venga, otro trabajo suspendido.