Encuentro

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Si hubiera sabido antes de esta historia, la habría cambiado antes de que ocurriera.

El frío otoño en Berlin había llegado. Era 1930 y la agradable brisa de los primeros rayos de sol de la mañana hacían feliz a Adler, que como casi todas las mañanas, se iba a pasear junto al río. Estaba todo tan vacío a esas horas que a cualquiera podía asustar, pero a él no, lo adoraba.

Al llevar mas de una hora caminando, cruzo el puente del río y se acerco a un parque lleno de bancos y flores de todos los lugares de Europa. Tan dulces y gustosos de oler, que parecían darle aun mas vida ese día.

Al apartar la mirada de las flores, encontró a una mujer, sentada en un banco, de pelo negro y ojos marrones y piel que parecía porcelana. Estaba leyendo un libro pero miraba de reojo a la persona que la observaba pensando que pasaría.

El chico se armó de valor y se sentó junto a ella, no sin antes coger una pequeña margarita de entre las flores. La chica seguía mirando de reojo aun con mas intriga de lo que él quería hacer:

-Hola.- Adler rompió el silencio saludándola. Ella respondió también. El chico se quedo mirándola para ver si diría algo y al ella percatarse de esto dijo:

-¿Pasa algo?-

-Quería saber como te llamas solo eso.-

-Edith, ¿y tú?-

-Adler, encantado.- Después de un pequeño silencio, la chica volvió a mirarlo aunque esta vez sonriendo. Adler le dio la pequeña margarita que ella aceptó gratamente. La puso en la página donde iba leyendo, dandole más curiosidad sobre lo que leía:

-¿Que lees?.- preguntó Adler para dar conversación. La chica le enseño la portada del libro.

-Es un libro que me encontré en casa sobre mitos griegos, como no había nada en casa, pues decidí cogerlo.-

-¿Y te gusta bailar?.- el chico sonrío y la chica le devolvió el gesto tímido . Edith afirmó con la cabeza mientras se levantaba y se alejaba.

-En el bar Wintergarten, a las nueve.- dijo Adler.

-Mejor a las ocho.- Replicó Edith.

-Vale, a las ocho y media.- Edith salió del parque soltando una pequeña risa.Se dirigió a su casa pasando por la mitad de la ciudad.

Al llegar a su casa, abrazo a su pequeño hermano y se dirigió a la cocina donde estaba su madre cocinando.

-¿Que tal el paseo?.- preguntó la madre. La chica le dijo que estuvo bien. Se acerco a su madre y le dio un beso en la mejilla.

-¿Te ayudo, madre?.- la madre afirmó y le señalo un saco de patatas de la despensa para que lo cogiera. Mientras, Edith siguió hablando.

-Un chico me ha invitado a un bar, bueno, le he invitado...- la madre le corto la frase y dijo:

-¿Es judio?.- la chica resoplo. Odiaba que su madre le dijera esa frase siempre que conocía a alguien.

-No lo se. - dijo de mala gana.-¿Y eso que importa?.- la madre se puso a reír, Edith no le veía el porque pero le siguió la situación sin decir nada.

-Anda, llama a tu padre y a tu hermano, que ya casi esta listo todo.- Dejo a su madre en la cocina y se fue al salón donde su padre estaba.

Mientras, en la casa de Adler, su padre le preguntaba sobre el mismo tema que en la casa de Edith.

-¿Es guapa?.- la madre le dio un codazo al padre y miró al chico sonriendo. Estaban sentados en el sofá, muy cerca de Adler, pareciendo todo un interrogatorio.

-Bueno, no respondas a tu padre... ¿Tendrá dinero, no?.- Adler se levanto del sofá molesto.- No me mal interpretes, es por si te casas, pues que no la tengas que mantener tu.-

-Mamá, vale ya. Voy a ir, y me da igual si es rica, pobre o lo que sea. Además, vamos solo de amigos.-

-Vale hijo.- los padres se levantaron del sofá.- venga vamos a comer. Salieron del salón hacia el comedor.

Ese día fue el tópico sobre la mesa, los padres solo se preguntaban como seria ese chico o esa chica, su posición política, su raza, su color de pelo, ojos... Solo para plantear como seria las vidas de sus hijos si se casaran.Sin embargo no hacían caso a lo que los dos de verdad querían: conocerse mejor.

1945Donde viven las historias. Descúbrelo ahora