El Angel de la Muerte

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15 de enero de 1944

Después de ese día de año nuevo, el barracón de esas mujeres no fue el mismo de antes. Se sentían tan solas, la única esperanza que tenían se había esfumado dejando paso al miedo, que las acompañaba todo el tiempo. Miedo a morir fusilada, de hambre, de enfermedades... Era imposible dormir tranquilo en esa situación. El cuerpo de todas ellas fue llevado a los crematorios donde Adler trabajaba. Su reacción al verla llena de balas y llena de lagrimas le hizo sentirse asustado, pero a la vez, al no ver el cuerpo de Edith se llevo un alivio enorme. "Ojalá pudiera verla de nuevo" pensaba entre sollozos.

El hombre que disparo contra esas mujeres y Helena fue ejecutado nada más haber venido los guardias. De una forma extraña las querían vivas. Dudo que fuera empatía, sino ganas de hacer sufrir a todas esas mujeres, y como se espera los miedos no acabaron para Edith.

Como habitualmente por la mañana al irse a trabajar, escondía a Rita en las literas de arriba. Mejoraba milagrosamente, aunque todavía tosía mucho si le daba un ataque de tos.

-Volveré como siempre, ¿vale? No te muevas.- Rita asintió con la cabeza y cerró los ojos. Edith le dio un beso en la mejilla y se fue del barracón.

El trabajo de ese día se basó en coger piedras del tamaño de un niño de tres años y llevarlo hasta una especie de circulo, donde se tenían que amontonar. Al dar la orden las mujeres empezaron a llevar las piedras, pero al llegar la tercera roca, se las notaban exhaustas, sin fuerzas. Las llevaban a rastras o en parejas en incluso trios. No podían ni con su alma de los desnutridas que estaban, no comían desde hacia una semana y eso se notaba en su piel

Al acabar el trabajo las mujeres casi al anochecer, se llevaron la sorpresa al entrar de que el barracón estaba llenos de mujeres nuevas, tal y como vinieron ellas, hace unos años. Al Edith dirigirse a su litera, encontró a Rita junto con otra mujer que hablaba con ella. Con el miedo de lo que podría pasar y sin pensarlo, agarro a la niña con sus brazos y miro a la mujer que estallo en lagrimas.

-¿Por que tu hija puede estar aquí contigo y a la mía la acaben de matar delante mía?- la mujer se cubrió los senos y llorando desconsoladamente se alejo de estas. Edith observo a la mujer asustada todavía y con Rita entre sus brazos, tosiendo sin parar.

Al parar de toser, se puso enfrente de Edith y le dijo:

- Odio a los nazis. Matan a Helena y después hacen daño a mas niños de mi edad. No lo entiendo.- Rita frunció el ceño y cruzo los brazos aunque seguía teniendo una cara inocente.

- Rita, juro que no te harán daño. Yo te protegeré. Lo...- Las puertas del barracón se abrieron dejando entrar a el oficial nuevo, unas mujeres con los sacos llenos de ropa y otro hombre con una bata blanca. Al ver esto, Edith escondió rápidamente a Rita debajo de la cama diciendo esto:

-"No hagas ruido".-

Al subir la cabeza y ponerse recta las mujeres nuevas ya estaban vestidas y el oficial y el señor se pasearon por el pasillo. El hombre de la  bata tomó la palabra:

-Señoritas, hoy hemos decidido coger un barracón al azar y hacer un chequeo a todas ustedes incluidas las nuevas de esta mañana.- de ahí aparecieron otros señores también con batas, dando por empezado el chequeo. Mientras el señor siguió hablando:

- Revisaremos la piel, los ojos, los oídos, seguidos de la boca, los senos y el aparato genital, ya que lo importante es vuestra salud mientras esté aquí.- a Edith le vinieron miles de preguntas sobre si era verdad o mentira lo que decía, aunque dudaba un poco de lo que podía ocurrir.- Las mujeres que veamos "incapacitadas para seguir trabajando" las llevaremos a una zona de recuperación. Por cierto, me llamo Josef Mengele.- Edith no supo porque pero todas sus compañeras se quedaron petrificadas, quedándose ella también así. Decidió preguntar a su compañera de al lado que llevaba con ella desde que llegó.

-Hablé con las mujeres de un barracón cercano y me dijeron que Mengele era uno de los peores hombres del campo. Lo llaman aquí: "El Angel de la Muerte" y no es para menos, se dice que hace experimentos con niños gemelos y no gemelos.- la mujer miró por un segundo al escondite de la niña, dandole una advertencia. Edith solo miro hacia adelante.

Al llegar el hombre hacia ella, le cogió del brazo, miro su piel, después observo sus ojos abriéndolos con las manos. Luego los oídos con una linterna y la boca con un baja lenguas. Al acabar le quito el vestido dejándola desnuda, toco sus senos detenidamente. Al estar un tiempo quedó sorprendido, mientras movía las manos hacia unos dedos de distancia el aparato genital. Toco unos segundos y apretó haciendo un dolor extraño a Edith.

-¡Mengele!.- El señor se acerco a este. Le puso de espaldas a Edith y le contó algo susurrando. El doctor giró la cabeza y se acercó a la chica poniendo sus manos en donde los puso el chico antes. El doctor miro a la cara a la chica y con una sonrisa diabólica le dijo todo lo que Edith no quería saber.

- Llevádmela a mi clinica. La quiero para mis "trabajos".- Cogieron a Edith por los brazos. Esta gritaba negándose y se tambaleaba con fuerza.

-¡Que me vais a hacer!.- La chica mientras, lloraba y se sacudía miró por última vez el sitio donde se resguardaba Rita. Pudo ver el único mechón de pelo rubio que se asomaba y sin querer grito su nombre, pero no se asomó. Al acabar de oír sus gritos, Josef señaló a cuatro mujeres más, agarró el vestido de la judía y se fue, cerrando las puertas. En pocos segundos también se apagaron las luces. Estas todavía seguían inmóviles, menos Rita que saliendo de su escondite y poniéndose delante de la gran puerta dijo:

- Me lo prometiste.-





Me siento tan orgulloso de mi nuevo capitulo, que ademas llega por fin a 1000 palabras. Espero que os guste mucho este libro, Gracias por leerlo

1945Donde viven las historias. Descúbrelo ahora