Charlestón

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Por fin llego la noche deseada por los dos chicos:

Adler estaba en su habitación cogiendo lo primero que encontró para ponérselo. Se peinaba su pelo rubio y se puso los zapatos. Se miro en el reflejo de la ventana y asintió con la cabeza, pero entonces entró su madre y dio una mirada de asco:

-¿Así vas a ir a tu primera cita con esa chica?.- la madre se acercó a el armario y de él cogió una chaqueta azul oscuro.-

-No es una cita.- dijo irritado. Le quitó la otra chaqueta y le puso la azul. Ella hizo oídos sordos a lo que decía y se notaba, poniendo aun mas nervioso a su hijo.

-Así vas mas decente. Espera que te peine un poco.- Adler se alejó hacia la puerta esquivando a su madre.

-Adiós mamá.-Salió casi corriendo hacia su destino con un poco de retraso. Sus padres lo miraban desde la ventana.

-No se que visión le va a dar el chico a ella.- la madre se apoyo contra la pared.

-No te preocupes tanto, va a ir todo bien.- respondió el padre.-

Hacía media hora, en casa de Edith que ella estaba sentada en el inodoro, mientras que su madre le peinaba. Le daba unos buenos tirones, pero a ella le daba igual, solo jugueteaba con su vestido.

-Oye, vuelve pronto y sin beber, y no te desvíes por el camino.-

-Que si madre, no te preocupes . Solo vamos a ...-

-Y mira a ver si es judio.- Edith se levantó y se puso enfrente al espejo enfadada. Se hizo una trenza rápido y salió del baño. Se acercó a su hermano y le dio un beso en el pelo. Se despidió de su padre y se fue de la casa.

El primero en llegar fue Adler. Se puso en la barra y pidió una cerveza negra, que tanto le gustaba. Observó un poco la zona pero no vio a la chica. Pegaba unos sorbos a su cerveza hasta que por fin llego Edith y se sentó junto a él. Adler empezó a sonreír y la saludó.

-¿Llevas esperando mucho?.- preguntó Edith.

-No, solo unos minutos, nada más.- la chica suspiró aliviada y por fin se puso a sonreír de una forma que tanto le gustaba a Adler.

-¿Te pido algo?.- dijo señalando al tabernero.-

-No gracias, mi madre me ha dicho que no beba y estoy cumpliendo las órdenes.- la chica se encogió un poco tímidamente, pero Adler siguió insistiendo.

-Prueba un poco de la mía, nada, un trago.- Edith sonrío mientras le pasaba la cerveza. Sorbió un poco y tragó agriamente.

-Demasiado fuerte para mí, pero esta buena.- le pasó la jarra al chico.- Espero que no bebas mucho.- dijo ella. Adler se puso a reír.

-Contrólame, que sino...-

-Sino, ¿que?.- el chico miró asombrado pensando que iba a decir a eso,hasta que soltó algo estúpido:

-Te daré un beso.- la chica se empezó a reír a carcajadas, aplaudiendo y tambaleándose. Al principio, se sintió como si la hubiera liado un poco, por haber sido muy rápido, pero luego se empezó a reír también, haciendo como si lo hubiera dicho de broma.

Después de hablar mucho sobre su vida, o lo que hacían, la música empezó a sonar por fin. Adler se levantó del taburete y alzó la mano a Edith.

-¿Me acompañas?.- la chica afirmó y se agarró de la mano de Adler dirigiéndose a donde la gente bailaba.

Al ponerse uno en frente del otro, se quedaron quietos mirándose incómodos.

-Bueno...¿empezamos a bailar?.- Edith se puso a bailar y Adler la siguió después. Todo fueron miradas y risas entre la gente que les empujaba y les apretaba. Eran canciones con ritmo, para bailar separados, pero Adler esperaba una canción lenta para poder agarrarse a ella por primera vez. Con todo lo que habían hablado antes ,había sentido algo por ella. La veía tan parecida a él, que quería escuchar más, por muchos días, pero no como amigos.

Como si leyeran su mente, una lenta empezó a sonar, juntándose todas la parejas de la pista, para abrazarse y bailar.

Cuando todos se habían unido, Adler se acercó a ella lentamente, poniendo sus manos en su cintura, Edith dio un pequeño brinco mirando las manos de Adler en su cintura. Miró la cara de Adler: tan serena y tranquila que le siguió el juego. Puso sus manos entrelazadas en sus hombros, mientras hacían un suave vaivén en su sitio.

-No te he dicho que bailas muy bien.- dijo Adler para romper el hielo.- ¿Quien te enseño?.-

-Mi padre. Baila desde siempre... Yo no te he dicho que tu también bailas bien.- sus miradas se cruzaron de nuevo y con un brillo en los ojos volvieron a sonreír.

La preciosa canción se terminó, rompiendo  ese ambiente que querían que nunca acabara. Volvió la música para bailar y pasárselo bien. Edith miró el reloj y casi susurrando dijo:

-Tengo que irme ya.- Todavía seguían agarrados cuando Adler afirmó. Edith des entrelazó los brazos y se dirigió a la salida.

-¿Mañana donde siempre?.- dijo Adler casi sin aliento y gritando. Edith se giró.

-Donde siempre.- salió del bar, dejando a el chico solo con una sonrisa embobada pensando en ella.

1945Donde viven las historias. Descúbrelo ahora