"Arbeit Macht Frei"

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El último barracón del campo fue destinado a Edith y a todas las mujeres que iban con ella.

Al abrirse la puerta de el barracón, se encontraron un pasillo central con literas de maderas por los lados. Estas, no tenían nada cómodo. Ni almohadas, ni colchón, ni siquiera paja.

Todas, se dirigieron a las literas a sentare y a refugiarse de el frío. Helena y Edith, decidieron la última litera de todas. Se ayudaron para poder subir arriba del todo.

Las dos se pusieron mirando hacia el techo, observando sus vigas y los pocos rayos de luna, que se colaban por los huecos de la madera.

Después de unos minutos, unas prisioneras del campo se acercaron con un saco de patatas llenos de ropa y fueron entregando a todas los vestidos de rayas azules y blancas que todos llevaban en ese lugar. 

Una de las mujeres nuevas pregunto si había zapatos o  algo para taparse las partes intimas, teniendo como respuesta un rotundo no con gestos. La mujer empezó a gritar y a insultar a los nazis, alarmando a unos vigilantes nocturnos con sus perros.

Se acercaron a ella y la bajaron bruscamente de la litera, tirándola al suelo. Después soltaron a los perros y empezaron a atacar a la mujer. Unicamente se oían los gritos de esta y los ladridos de los perros. 

La chica quedo destrozada por estos ya que le habían abierto y  comido parte de su intestino. Pero todavía seguía con vida.

Las señoras que repartían la ropa, seguían su trabajo sin parar, sin hacer caso de lo ocurrido recientemente.

Al darles la vestimenta a todas, se fueron solo estando el vigilante  mirándolas, fijando la mirada en Edith. Sus lagrimas corrían por sus mejillas pero ayudaba a Helena a vestirse. No dejaba que la tristeza la parara. 

El señor se acercó a la litera de Edith y subió hasta ella. Esta se sobresalto echándose hacia atrás y poniendo a. Helena a su espalda. Sus miradas se cruzaban una vez más durante unos segundos. El vigilante se fue de el lugar diciendo una cosa.

- El trabajo las hará libres, señoras. Buenas noches-. La Luz se apago dejando a todas sin respiración.

Una de las chicas, de unos dieciocho años, se acercó al cuerpo de la señora casi muerta. Ella, cogió una piedra que ayudaba a que no se cayera la litera y se la estampo contra la cabeza, haciendo que muriera. Después, cogió el cuerpo por las piernas y lo llevo hasta la puerta del barracón. 

Las miro a todas y dijo:

- Si no morimos de hambre o por otra razón, moriremos de enfermedades como el tifus, por eso, hay que ser lo más pulcras que podamos- Al acabar se dirigió a su litera y se tumbó. Todas la siguieron e hicieron el mismo gesto.

- Edith, tengo miedo-. dijo Helena tiritando 

- Yo también- Se abrazaron y cerraron los ojos

Horas después, llegaba un camión al campo, lleno de nuevos trabajadores. Uno de ellos era Adler. 

Les llevaron a unas habitaciones más cómodas que las de los prisioneros, pero no como la de los jefes  u oficiales del campo.

Fue un viaje agotador para todos así que acabaron en la cama al llegar, pero Adler no. 

Saco una fotografía de Edith que había cogido de la casa de ella antes de venir y susurro:

- Juro por nuestro amor, que te encontrare y te sacare de este mundo tan horrible. Estes donde estés- beso la foto y la metió en su bolsillo. Se quedó dormido al instante.


1945Donde viven las historias. Descúbrelo ahora