Cap.7 Un reencuentro inesperado

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El alba emergió en un cielo despejado los tenues rayos iluminaban coloridamente la ciudad de Hong Kong con todo su resplandor en un nuevo día, la brisa primaveral traía consigo el aromático perfume de las primeras flores. Era casi medio día cuando desperté de un plácido sueño, salte de pronto irguiéndome notando que no estaba en la habitación de hotel mire a mi alrededor visualizando la amplia habitación recordando lo sucedido la anterior noche. Me acomode en la cabecera con un cojín suspirare levemente, me percate que mi acompañante no se encontraba en el condomio, Liu Feilong el líder y dueño de Baishe supe que el lugar donde me encontraba no era su residencia no me extrañaba estaba bajo la influencia de una potente droga si fuera yo no querría que me vieran con ese aspecto tan lamentable. Bueno no soy quien para hablar ya que me encontraba en las mismas condiciones por eso tuve sexo con él si no fuera por eso no estaría aquí tumbado en la cama. Todo esto empezó cuando recibí una llamada de mi jefe y no me refiero al señor morita sino al otro para el cual trabajo como anfitrión aunque he llegado a ser como un espía jaja, tuve una gran oportunidad en la cuidad de Seúl vine sin inconveniente a que mi trabajo va en viento en popa. Fui Chengdu para parar los pies al sicópata de ese club, ese maleante no solo estaba vendiendo droga si no que se aprovechaba de sus trabajadores. Para ponerlo fácil en palabra trabajo en secreto como anfitrión como tal debo encargarme de seducir, tratar de manera adecuada a mis clientes a los cuales conozco en bares, clubes, etc..., voy a por las personas que me indica mi jefe. Decidido al ir al club de Chengdu me mezcle con el personal observe el interior buscando al dueño que para mi sorpresa estaba con un hombre joven cabello largo y negro... al cual conocía con anterioridad, ese hombre es capaz de vender a su madre al diablo tan solo por conseguir dinero. Al ver lo contento que estaba el ingrato al cual tenía que parar me dio escalofrió, escuche de un trabajador que era estirpe que su jefe elegía al mejor de ellos para servir a su clientes con ello anotando que quería poder pasar un buen rato con el señor Feilong. Suspire observando al dueño con Feilong mi intuición me decía que haría algunas de las suyas, impulsivamente decidí subir al escenario me camufle para que nadie me reconociera me puse ropa ceñida y una peluca pelirroja larga. Salí al escenario dejando sin habla a las personas que me veía por mi espectacular y seductor baile, al terminar fui informado que tenía un privado sin embargo no conté con que el maldito dueño me drogaría, es su forma de que sus trabajadores haga lo que quiere los droga y los deja a merced de sus clientes. Por suerte tengo conmigo unas pastillas que contrarrestar los efectos de las drogas (debo darle las gracias al que lo hizo), fui llevado a la habitación donde me esperaba el cliente sobresalte al ver que Feilong estaba encadenado en el sillón totalmente influenciado por la misma droga que a mí. Hice mi mejor actuación para darle la pastilla y con ello salir de aquel lugar, supe que su subordinados estaban también por el alrededor así que antes de meterme en todo esto le avise. Idee con poco tiempo que explotara el calentado provocando un pequeño fuego, lo vi en una película de crimen solo hace falta que tapes el conducto, explique al señor Liu de la situación y al escuchar la explosión salimos con cuidado del lugar, no conté que se caería una vieja viga esta cayó sobre uno de los subordinados de Feilong, me quede en el interior para sacarlo de allí. Una noche demasiado concurrida, lo interesante es que Feilong me llevo a Hong Kong supongo que para saber los motivos por los cuales estaba allí. Percibí que me reconoció era casi improbable ya que solo nos hemos visto dos veces; en la exposición del amigo de mi jefe y en la empresa de Iason cuando devolví el dinero de Asami.

Me levante para ducharme, mi cuerpo estaba completamente sudado, sin más dilación entre en el brillante baño la ducha estaba tras una pared de piedra recubierta de lozas pequeñas de color marrón. Abrí la llave de paso siendo golpeado por las gotas de agua que caían descendentemente como una cascada, enjabone mi cuerpo y mi cabello al terminar me aclare. Finalizado mi baño tomé la bata y la toalla para secar mi cabello, salí de la habitación dirigiéndome a la cocina estaba muerto de hambre, mire por los armarios y el frigorífico buscando que ingredientes había solo encontré pasta. Menos es nada así que me puse manos a la obra corte un poco de cebolla fresca agregue el tomate cuando esta estuvo dorada, un poco de hierbabuena, pimienta, sal y un poco de queso que había lo raye y se lo añadí al final para que se derritiera con el calor. Comencé a comérmelo con ganas estaba delicioso realmente tengo mano para la cocina, observe mi alrededor viendo que estaba en un departamento modesto pero con buen gusto. Termine mi almuerzo a gusto recogí la mesa, decidí vestirme mi ropa la cual había lavado la había tendido para que se aireara y secara, tantee la ropa palpando que estuviera seca la tome decidido a ponérmela. Apenas me di cuenta de que hora era hasta ver que el sol comenzaba a ponerse, abrochando los dos botones de mi chaleco blanco salí a la pequeña terraza que tenía vista del mar aunque estuviera lejano a mí podía sentir el aroma salado y oír el vaivén de las olas, me apoye en la barandilla admirando el atardecer dejaba fluir mis pensamientos, mis frustraciones, mi malestar, poco a poco me sentí relajado y pacifico. Sereno viendo aquel hermoso atardecer que se apagaba con el paso del tiempo me proyectaba a un lugar calmado donde la infinidad del cielo y el mar parecía unirse, volaba entre los vientos. Cuando salí del trance percibí la presencia de alguien más gire mi vista observando de reojo a la figura masculina que estaba presente, una caballera negra, su cuerpo musculoso..., firme y una mirada hechizante de color amba casi iguales que los de Asami pero esto tenía otro tipo de peligro en su interior.

Descubriendo a AkihitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora