6. Corazón delator

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Hacían ya no menos de 24hs que había tomado ese café con Magnus. Apretó el agarre de la cinta en sus pies. Aun estaba tirado en el suelo y pensando en esos ojos dorados que le hacían sentir una especie de ansiedad que nunca antes había sufrido. Sufrir no era la palabra. Tal vez aún necesitaba encontrar las palabras adecuadas.

Tomó el control remoto y puso play. El disco comenzó a girar dentro de la grabadora. La gente ya no utilizaba estas radios. La mayoría usaba esos estúpidos cosos con Bluetooth o los que tienen la I adelante. Pero si supieran lo distinto que era el sonido y lo diferente que el cuerpo lo escuchaba. Dejarían de usar esas aburridas nuevas tecnologías.

Los primeros acordes de los violines y chelos comenzaron a sonar mientras Alexander se ponía de pie. Era uno de sus artistas preferidos. Había algo en las letras de Cerati que le carcomía el alma. Tal vez se comparaba mucho con él, las malas elecciones en el amor con las adicciones del compositor. Para el a veces el amor era eso. Una adicción.

Su concentración fue cada vez más profunda, tratando de remontarse a cuando hacía danza contemporánea de niño y luego en el secundario. Solo moverse al ritmo que el alma eligiera dar.

"Un señuelo, hay algo oculto en cada sensación. Ella parece sospechar, parece percibir en mi debilidad... los vestigios de una hoguera. Mi corazón se vuelve delator. Traicionándome..."

Las palabras se metían en su corazón y hacían que cada nervio de su cuerpo se moviera, extendió sus brazos y se puso en puntas de pie. Giro una vez, probando su estabilidad y volvió de nuevo a la postura original.

"Por descuido, fui víctima de todo alguna vez. Ella lo puede percibir ya nada puede impedir... en mi fragilidad, es el curso de las cosas. Hoy mi corazón se vuelve delator, se abren mis esposas..." 

Sus movimientos eran tan suaves. Las manos se movieron como si fueran a dar un fuerte abrazo a alguien, pero a la hora de hacerlo, los pies se alejaron y como si alguien quisiera atraparlo, comenzó a girar ocupando todo el largo del salón. Sabia que venia su parte favorita.

"Un suave látigo. Una premonición. Dibujan llagas en las manos. Un dulce pálpito, la clave intima, se van cayendo de mis labios." 

Se dejó caer al suelo cuando la música se cortó y dejó que el clarinete ahora desde el piso le marcara cuando comenzar a moverse nuevamente. Llevo sus manos a su pecho y luego las abrió cuando los violines le marcaban de nuevo el ritmo, estirando las manos como ofreciendo algo a alguien. El arpa le marcó de nuevo el tiempo y devolvió sus manos a su corazón, poniéndose de pie rápidamente, girando en su eje. Dejándose guiar.

"Un señuelo, hay algo oculto en cada sensación. Ella parece sospechar parece percibir en mi, que aquel amor, es como un océano de fuego. Oh mi corazón se vuelve delator, la fiebre volverá, de nuevo."

Comenzó a recorrer el lugar en puntas de pie dejándose llevar por la música, haciendo saltos, estirando las piernas. Cada vez lo hacia mas y mas alto hasta que una frase lo descoloco "La fiebre volverá, de nuevo"

"Un suave látigo. Una premonición. Dibujan llagas en las manos. Un dulce pálpito. La clave intima se van cayendo de mis labios... Como un mantra.. de mis labios.. de mis labios.."

Ahogó sus pensamientos y comenzó a danzar cada vez más fuerte, haciendo gestos como si de su cuerpo se desgarrara la piel, girando en su propio eje, con cada vez más velocidad hasta dejarse caer al suelo y tomarse la cabeza con fuerza hasta que la música se acabó y los aplausos se hicieron oír. Solo allí levantó la cabeza lentamente, mirándose en el espejo. Había sido un error poner justamente esa cancion.

Su respiración era agitada, estaba transpirado y con el pelo pegado a la cara. En ella estaban sus ojos rojos que se miraban con temor, con incertidumbre. Unas lagrimas dispersas rodaban por sus mejillas.

No estaba listo para salir nuevamente a la vida. El miedo lo llenó de nuevo. El pánico siempre estaba ahí para acosarlo. Se dejó caer en las maderas del salón y buscando algo de paz en su mente y sin importarle mucho como se veía cerró los ojos.

- Decime que estoy haciendo lo correcto. Dame una señal.

Suplico al techo. Al cielo. A su hermano Max. Le dejaba al universo o a Dios, el que le escuche, la responsabilidad de su futuro y de sus decisiones. Todo por medio de las señales, algo que hacía muy seguido.

Un ringtone sonó en el silencio de la habitación, haciendo ecos en todo el lugar. Le pareció raro, dado que todos tenían el mismo sonido, el no hacia de nadie especial. Se arrastró boca abajo hasta el celular y se asomo a ver quien era. 

Era el.

M.B.

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{ Creo que este gif le hace justicia a mi bebe Alec. }

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Enseñame a vivir (P1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora