Te quiero...

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Cuando desperté, pensaba que me dolería todo, pero estando recostada me sentí en las nubes.

La sensación no duró mucho, ya que tenía que levantarme para ir al baño, entonces levantarme se convirtió en un reto.

Me arrastraría hasta el baño, pero no podía por las escaleras y también me daba miedo astillarme, por lo que tuve que usar mi último y único recurso: caminar.

—Bien, Amane, puedes hacerlo... —me animé en voz baja para no despertar al rubio junto a mí, levantándome poco a poco tratando de hacer el mínimo ruido posible— Ay, ay, ay, vamos, falta poco —inhalé y exhalé varias veces como una mujer dando a luz, logrando levantarme por completo

Con todo mi dolor muscular, hice mis necesidades y me di un baño, en el que analicé las heridas en mi cuerpo. La mayoría eran sólo moretones; por suerte tuve pocos raspones y todos fueron heridas leves, lo que significaba que sanarían dentro de poco.

—Tengo que decirle a Yato lo que pasó, ¿cómo le cuentas a alguien que casi mueres por su exnovia desquiciada? —le pregunté a mi reflejo mientras me cepillaba los dientes— Tal vez Nora no es exnovia de Yato, si lo fuera habría ido contra Hiyori, no contra mí

Pensaba en las posibles razones por las que Nora me odiaba a muerte, pero no la conocía de nada más que de nombre, y ella tampoco me conocía a mí.

—¿Por qué alguien querría matarte sin conocerte? —apoyé mi mano libre en mi cadera, siguiendo con la limpieza dental— Realmente dudo que sea su exnovia, se ve muy pequeña como para haber andado con Yato, a menos que...

«A menos que Yato sea un pedófilo...»

—... No, no lo creo... ¿o tal vez...? Nah —me reí de aquella idea mientras me enjuagaba la boca y mi cepillo, le sonreí a la Amane del espejo y salí del baño sintiéndome fresca y renovada, aunque todavía adolorida

Más tarde, después de haber desayunado todos, les conté a Yato y Yukine sobre el "incidente" de ayer y cómo Bishamon me había salvado. Les dije que debíamos ir a agradecerle, pero Yato se negó rotundamente.

—¡Dije que no! —alzó la voz y se cruzó de brazos, demasiado indispuesto

—Bien, entonces iré yo sola —imité su acción de cruzar los brazos, pero él ni se inmutó, ni por mis palabras ni por mi determinación

Tuve que aguantarme y tragarme el dolor muscular, iba a tener que soportarlo de todos modos y quedándome quieta en casa no me lo quitaría.

—Amane, tienes que descansar, podemos ir otro día —dijo Yukine, manteniéndose aparentemente tranquilo— Y Bishamon entendería el que no fueras hoy, tuviste una pésima tarde ayer

«Ay rubio, si supieras cuánto poder tienes en mi»

—Tienes razón... además no puedo ir sólo así y decirle unas cuantas palabras, no es suficiente —suspiré

«Parece que esta deuda nunca se pagará»

—Simplemente no puedes ir, tampoco deberías, no estamos en buenos términos con ella —la mirada seria de Yato se hizo presente, aunque fue más suave, así que no llegó a ser una de esas miradas que tiene que dan miedo

—¿Entonces por qué me trata bien? —lo miré con una ceja alzada, esperando una buena explicación

—No lo sé, ¡a lo mejor y es un truco! Quiere llevarte con ella, ¡no te dejes Amane, no vayas hacia la oscuridad! —Yato me apretujó en sus brazos y me acarició la cabeza a modo madre preocupada

Reí por sus gestos y lo aparté.

—Ya, quizá sólo seas tú quien le cae mal —me encogí de hombros, al mismo tiempo que me arreglaba el cabello con los dedos, al menos lo que pude— Ustedes ganan, seguiré el consejo de Yukine y me iré a descansar, pero sí iré con Bishamon, eso es seguro

—Sí, sí, lo que digas —Yato hizo un puchero de fastidio, mirando hacia un lado

Me encaminé hacia el ático, valdría la pena tomar una buena siesta después del martirio que iba a ser subir las escaleras.

—Voy contigo

Tuve éxito llegando hasta el último escalón, me sentía como toda una campeona, y es que me quería quedar en mitad de la escalera porque mágicamente había más escalones que de costumbre. O así lo sentí yo.

Me eché en el colchón seguida del rubio, admiramos el techo evitando mirarnos o hablar. Era un silencio cómodo, pero igual lo sentí raro ya que no sabía que decir o hacer, me dediqué a respirar tratando de ignorar lo extraño del ambiente que nos rodeaba.

«Ésto nunca nos había pasado»

—Entonces... —dijo él, dejando la oración a medias, como si el viento se hubiera llevado sus palabras

—Entonces —repetí, posando mis manos sobre mi estómago mientras lo miraba

—Ha sido una semana muy rara, ¿no crees? —continuó, tratando de iniciar una conversación. Imitó mi acción y me miró de reojo

—Me han pasado cosas más locas, ¿lo olvidas? —reí por la nariz y sonreí de lado, regresando mi vista al techo

—Cierto, eres un imán de problemas —bromeó, sonriendo divertido

—Eso parece, siempre termino metida en un lío, desde que los conocí me han pasado todas estas cosas...

«¿Cómo era mi vida antes de conocerlos?»

La curiosidad me invadió, ahora mismo me arrepentía de haber rechazado la oferta de papá, aunque podía ir y pedirle mis recuerdos en cualquier momento.

«¿Y si es mejor así?»

Agh, no podía saberlo. Quizá lo mejor era quedarme como estaba, o quizá recuperar mis recuerdos no hiciera mucha diferencia. O a lo mejor y sí la hacía, una muy grande.

—¿En qué piensas? —cuestionó Yukine, con sus hermosos ojos puestos en mí

—En Nora —mentí, no quería que se preocupara o pensara cosas que no son

Me gustaba mi vida tal  y como estaba, a pesar de todo. Recuperar o no mis recuerdos era una decisión difícil, lo decidiría en otro momento, cuando estuviera más tranquila y en modo "zen".

—No te preocupes, no voy a permitir que te vuelva a lastimar —tomó mi mano y la entrelazó con la suya, acercándose para depositar un tierno beso en mi coronilla

«Aww, este chico es lo mejor que me pudo haber pasado»

—Te quiero, Yukine, te quiero mucho —me acomodé a su lado y me recosté en su pecho, las mariposas en mi barriga estaban haciendo fiesta por lo que no pude evitar soltar una gran sonrisa

«Con palabras sencillas me haces tan feliz»

—Y yo a ti, Amane, demasiado —me rodeó con sus brazos y me dio otro beso en la coronilla

No podía ver su cara pero estaba segura de que se había sonrojado. Ambos lo estábamos.

Una Shinki Diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora