Una Shinki Diferente.

Malos presentimientos.

—¡Solo sigue corriendo! —le grité, no estaba enojada, pero era para darle ánimos

—¿¡Y ésto en qué nos va a ayudar!? —se quejó él, aunque no dejó de correr

—Si Yato no está con nosotros y un ayakashi nos ataca, podremos huir

—Para eso sirve la barrera, maldición —tropezó, pero no se cayó

—No siempre funciona, recuerdalo —encontré un buen escondite detrás de unos edificios, lo tomé de la muñeca y lo jalé para ocultarlo también

—Tsk, ya lo sé —dijo entre jadeos, habíamos corrido bastante

—Estás en pésima forma —reí dándole un beso en la mejilla

Decidí que teníamos que hacer ejercicio, últimamente ayakashis más grandes aparecían y no siempre podíamos esperar a que Yato apareciera, debíamos saber defendernos y huir.

—Ve-n con no-so-tros —escuché unas voces extrañas— Te-ne-mos las res-pues-tas que bus-cas

«Ayakashis»

—Límite —dijimos Yukine y yo a la vez, pero él estaba detrás de mi

—Rayos, estamos rodeados —suspiré, ésto no estaba en mis planes

—Maldita sea, ¿dónde está Yato cuando lo necesitas? —bufó, buscando una salida

—Lo mismo me pregunto yo —bromeé, solo para no alterarnos y lastimar a Yato

«¡Tengo una idea!»

—Uhm, este edificio no es muy alto, creo que podemos escalarlo —vi hacia arriba, las ventanas estaban cerradas y tenían pequeñas rejillas de las que podíamos agarrarnos

—Ya tuve suficiente con correr —se cruzó de brazos, indispuesto a escalar— Además son cuatro pisos, nos cansaríamos en el segundo

«Entonces plan "b"»

—Está bien, lo único que nos queda es... pensar en cosas pervertidas —lo miré maliciosamente mientras ponía mis brazos en mi cintura

Mi lado pervertido me dominó, aunque era nuestra oportunidad de salir de esta situación ilesos.

—¿Ahora? —puso los ojos en blanco, debatiendo en su mente si era una buena idea o no

—Si lo hacemos Yato lo sentirá y vendrá —me acerqué seductoramente a él, su nerviosismo era divertido— ¿O me equivoco? —susurré en su oído, pude escuchar como tragaba saliva, más nervioso que antes

«Si tuviera un billete por cada vez que Yukine es tan lindo y adorable, le construiría al menos mil templos a Yato»

—P-p-pero... Amane —retrocedió un paso, pegando su espalda a la pared

«No tienes escapatoria rubio hermoso»

—Tendré que hacerlo sola —suspiré, mirándolo de reojo discretamente— A ver... ¿de qué manera pervertida te ves más lindo? —sonreí de lado con una pose pensativa, en mi mente miles de escenas pervertidas aparecieron

—¡Ustedes dos! —Yato se hizo presente, moviéndose desesperadamente como si tuviera picazón

«Funcionó, tal como lo planeé»

—Te lo dije —le di un apretón en la mejilla con una sonrisa divertida antes de perder la consciencia

—No ahora, por favor —Yukine me sostuvo antes de que pudiera irme de espaldas, y me cargó en sus brazos como si fuéramos recién casados— Yato, tenemos que irnos ya