Después de aquella escalofriante revelación por parte de mi profesora, no sé muy bien cómo, pero estaba en un parque cercano a la universidad, a la espera de que León contestara el celular. Tres tonos después, lo oí.
-Hola hermosa, ¿cómo te va?
-Esto... León, necesito que hablemos... ¿Estás ocupado? -él no pareció importarle mucho mi descortesía al no contestar su saludo, o mi tono cortante.
-Siempre estoy disponible para ti, ¿en dónde quieres que nos veamos?
Le mencioné dónde me encontraba y él dijo que llegaría en quince minutos, tal vez menos.
-Está bien, nos vemos... Y, ¿Gianna?
-Dime.
-Te quiero, mi amor.
No tuve la fuerza para contestarle, corté en cuanto finalizó.
Mientras tanto, me mordía el interior de la mejilla con nerviosismo. Las imágenes que había visto en el celular de la psicóloga acudían a mí sin descanso y por más que quisiera negarlo, habían hecho mella en mí, dejándome en una situación de profunda inseguridad, de puro temor. ¿Podía ser Denisse más peligrosa de lo que suponía? No podría responderlo con certeza. Pero había algo más nadando por mi mente.
¿Era posible que León tuviera conocimiento de ello? Vamos, habían tenido una relación de años, qué clase de pregunta era aquella, por supuesto que lo sabía. Por eso había decidido reunirme con él, para exigirle una explicación. Me sentía en todo el derecho de reclamarle por no advertirme de una situación tan delicada como ésta... ¿Acaso no pensaba en lo grave del asunto? ¿O era sólo yo la del problema? No, de ninguna manera. Si su hermana se había tomado la molestia de avisarme era por algo.
En el fondo sabía que eso era lo que más me dolía, que tuviera que enterarme por alguien a quien yo consideraba ajeno a mi situación, por mi profesora de psicología, alguien que nunca imaginé que vería involucrado. Y León, que era mi novio, que tenía un pasado un tanto (muy) escabroso, que podía resultar perjudicial no se tomaba un par de minutos para contármelo.
Llegó exactamente catorce minutos después de que colgara la llamada. Quién sabe, tal vez mi cara transmitía una verdadera pena y desesperación, por eso se me figuraba que caminaba hacia mí como un cachorro que espera recibir tremenda perorata, con el rabo entre las patas.
Me paré, me senté, y volví a pararme, hasta que estuvo a lado mío.
-Hola mi amor -saludó tímidamente. En sus ojos vi una pequeña disculpa anticipada, y me sonreía de aquella maldita manera en la que parecía poder derretir los polos. Tragué saliva un par de veces, pero sólo asentí. Mi voz saldría temblorosa, combinación de ira y temor.
- ¿Te parece si caminamos un poco? -sugerí luego de unos sesenta eternos segundos de silencio, en los que yo miraba a nada en particular y León tenía la manos atrás y se balanceaba hacia adelante con nerviosismo. Asintió.
Me mordí el labio inferior y solté un suspiro.
-Es sobre Denisse -solté luego de unos cuantos pasos dados. A estas alturas, podrán darse cuenta que la gracilidad no era parte de mis cualidades.
-Creí que habíamos superado ese tema -comentó a penas audible, la voz temblándole. Sentí que buscó mi mirada, pero yo hice todo lo posible por mantenerla al frente, o en su defecto, en mis pies.
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Por ser humana©✓
RomanceHay cosas que nunca van a cambiar, las clases sociales es una de ellas, y Gianna Fuentes eso lo tiene muy presente. Cuando conoce a León Cal y Mayor no se le pasa por la cabeza que sea sobrino del gobernador de su cuidad, ni mucho menos que su famil...