Capitulo dos: Para no perderte

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Narra Ginger:

Inés se había vuelto a quedar embobada con el chico ese. Pasó en clases de Frances, con la amargada de Madame Congazio, a la que secretamente llamabamos Madame Coñazo. Mientras le pasaba una notita me dí cuenta que le estaba mirando a escondidas, parecía ignorar todo lo demas.

- Et alors... Oh, mais madmoiselle Irené! Est-ce que tu as attendu? Je ne suis pas du tout contente! Est-ce tu peux expliquer á toute la classe qu'est-ce que Juliette a dit a Romeo á la page 32?- preguntó Madame Coñazo para fastidiar.

(Significado:

-Y entonces... Oh, pero señorita Irené! Has atendido? No estoy nada contenta! Puedes explicarle a la clase que le ha dicho Julieta a Romeo en la pagina 32?)

Con un puñetazo algo bruto la desperté de su sueño. Desconcertada rebuscó en su libro, sin saber muy bien el que. Mi mirada cayó en su libro, que estaba abierto en la pagina 25. Pusé los ojos en blanco y le susurré la respuesta: Que era imposible, que su padre le mataría.

- Y como se dice en francés?- preguntó Irené.

Me encogí de hombros rebuscando otra vez en el texto. Todas aquellas palabras se habían juntado a oracione sin sentido. Todos los acentos me perdían. Entonces el chico nuevo, que estaba sentado justo una linea más alante nuestro, levantó la mano.

- Elle a dit que son amour est imposible. Son père n'est pas d'accord- respondió .

(significado: Ella ha dicho que su amor es imposible. Su padre no esta de acuerdo)

El chico había respuesto sin siquiera leer el parrafo en el libro, así que Madame Coñazo empezó a dar palmaditas y a exclamar bravo y que le iba a dar una buenisima nota por su excelente participación. Por el rabillo del ojo pude ver a Raúl haciendo una mueca de odio.

- Bah, si este es tan coñazo como la profesora!- exclamó en voz lo bastante alta para que la calse lo oyese, pero la profesora no.

La clase se empezó a reir de mala gana, yo tambien. Pero Inés y Carla me empezarón a mirar raro.

- Raúl, si fuera tán coñazo entonces no haría falta que le envidiases- respondío Inés.

Toda la clase empezó a cuchichear y a reirse otra vez, mientras la cara de Raúl se volvía mas roja cada vez, mientras buscaba alguna manera de devolverlo. Empecé a reirme por la respuesta de Inés, ya que normalmente nunca hacía nada de esto.

- Pues que el chico no se sepa defender solo no es de envidiar, que me dices Jesuis?!- replicó Raúl finalmente.

El chico se enderechó en la silla y se miro a Raúl. Inés se volvió a quedar enbobada, mientras yo me preguntaba el porque la profesora estaba tan sorda de no oirlo todo.

- No creo que tu seas el más adecuado para hablar. Tal vez tengas otros encantos, pero eres.pequeño como una hormiga. Así que yo me iría callando- bufó el tal Jesus.

La clase volvió a empezar a cuchichear, pero esta vez aún más.

- El Jesus este tiene agallas, pero... A ver como reacciona cuando mis puños de 'enano' le golpean la cara dejando una masa amorfa. Más amorfa que ahora- amenazó Raúl.

Esta amenaza había sido hasta ahora siempre el principio de un odio casi eterno que siempre empezaba por una pelea brutal, despues de la que acababan en el director intercambiando miradas chispeantes.

- Vaya, vaya! Me acabas de amenazar? Pues no se yo, eh... Me parece que te dejaré ganar por no tener que pegar a ningún enanito- suspiró Jesus.

Los chinches de Raúl topaban contra una pared solida. Jesus no pensaba involucrarse en una pelea, mucho menos en empezar una. Fué entonces que el fantasma timido que había parecido ser todo aquel día empezó a optener una personalidad en mis ojos. Raúl siempre había chinchado y metido en problemas a los nuevos, que se enfadaban silenciosamente con la cabeza encogida entre los hombros. Justo parecía que Raúl se iba a lanzar sobre Jesus lleno de ira, pero el timbre nos indicó el principio del recreo.

- Agradeceme que no te pongo la cara morada, niñito de mama. Pero es que prefiero marcharme al recreo- bufó Raúl y se marchó.

Me levanté y recogí los libros de francés, mientras me preparaba para otra clase aún más horrible y aburrida: matematicas. Inés seguía sin moverse. Seguía enbobada con Jesus, aun que yo no le encontraba el encanto. Claro que ese chico tenía un fisico de muerte, pero al no encontrarle la gracía... Salí de clase para buscar a Javi y echarle la bronca por haberse presentado aquí en el colegio con mi falda. Me traía sin cuidado si se reían de el o de mi. Subí al segundo piso y me encontré a Jesus. Estaba apoyandose contra la pared mientras miraba al reloj que llevaba en su muñeca. No le había visto salir y la verdad es que no me explicaba porque estaba allí, pero la verdad es que no me importaba. Al menos era esto lo que creía. Pasé a su lado, sin siquiera mirarle. Pensaba pasar como en las peliculas y que se me quedará mirando, pero me salío el tiro por la culata. Me tropecé con una chica que resultaba ser la odiosa novia secreta de Javi que llevaba un zumo. Me lo tiro encima de toda la camisa blanca, pero mi intución y mi ojo me dijero que lo había hecho con toda sus malas intenciónes. No la llegué ni a tocar, ya que conseguí parar a tiempo. Parecío suceder todo a camara lenta, ví como sonreía maliciosamente y me tiraba el zumo por toda la camisa.

- Aish, por dios! Tia, es que no se que decir... Ahora no tengo nada de beber... Es que hay que ir con cuidado, patito mareado!- chilló.

Yo solo pudé soltar un gritito de odio y agarré el zumo. Finalmente se lo tiré lentamente por encima de su cabeza hueca. Y adémas la chica ni se movió, si no cerró los ojos y gritó.

- Aish, si... Es que ahora no te queda ni el medio litro que no me has hechado- repliqué de mala gana.

Me fulminó con una mirada odiosa y pasó a mi lado, dandome un empujón. Resignada me dí cuenta de que tendría que cambiarme y solté una palabrota. Entonces me dí cuenta de que Jesus me estaba mirando.

- Que?! Tengo monos en la cara?!- gruñí.

El chico sonrió, pero no apartó la mirada.

- No, pero zumo- replicó.

- Tu si que vas a tener zumo como no te cayes!- bufé.

- Que me vas tu a mi a contar... Hoy me han hecho peores cosas que tirarme zumo- suspiró.

Pensé en mi primer día en este colegio y recordé que hasta que pararón los chicos de levantarme la falda, las chicas de tirarme del pelo y los profes de ignorar mis quejas ir al colegio era una tortura. Pero Inés siempre había estado allí para apoyarme y ahora seguíamos siendo inseparables. El pobre Jesus no tenía a nadie.

- Pero que dices?!- chillé.

Asintió sin parar de sonreir y me enseñó una herida en la mano izqierda.

- Esta es de que a algúno de estos listillos le ha dado por tirarme una tijera, a otro por tirarme lapices y a otro por mojarme los libros en el vater... Bueno, es el primer día, no?!- explicó.

- Pues... Lo siento por haber sido... tan brusca. No quería- murmuré.

- Bah, no pasa nada. Como te llamas?- preguntó.

- Ginger, pero llamame Gin. Tu nombre ya me lo se- respondí.

- Ah, claro. Debe de correr la voz por todos los sitios- suspiró.

- Si... Bueno, que estabas haciendo?- pregunté.

- Esperar a mi hermano, pero no se... Parece que no va a venir- respondío con tono de decepción.

- Bueno, encantada. Ya nos veremos. Ahora me tengo que ir a limpiar que estoy hecha una birría- suspiré.

- Adiós, Gin- relicó.

Con una sonrisa me marché. Gin. Con su acento sonaba precioso. Bueno, acento no. Tal vez era su voz... En el baño me limpié lo mejor que pudé, pero no podía parar de pensar en lo mal que lo tenía que estar pasando el pobre. Me pusé una camiseta blanca de deporte en lugar de mi camisa habitual y me fuí corriendo para clase.

Para no olvidarte (Jesus y Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora