Capitulo siete: Para no quererte

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Narra Inés:

Cuanto odiaba esa sensación. Jesús me había... besado? No me lo podía creer. La sensación calida y alegre que se difundió en mi pecho me enfadaba. Javi había tenido razón, demasiada. Jesús había tenido poca fuerza de voluntad, no había tenido lo que tendría que haber tenido para luchar por mí. Era un caradura y un niño de mamá que ni siquiera se atrevía a mandar un mensaje despues del beso o siquiera intercambiar una sola mirada, pero lo suyo era más. El amor que sentía por él había crecido, crecido tanto que pasó de ser un pequeño sueño a un deseo desesperado. Con Javi nunca me había molestado cuando me trataba como la amiga de su hermana en vez que una amiga, pero de eso saqué mi lección; Nunca volvería a dejar que me tratasen como algo menor. Javi no me había hablado desde aquella ultima conversación en la que me soltó las verdades secretas sobre Jesús y anhelaba sus bromas. Aún que le habría cambiado por Jesús.

Eran las 2:45 de la madrugada, pero aún así no podía dormir. En parte fué el beso, por otra la rabia. Aún así quise saber quien estaría allí para cuando le necesitaba. Agarré el móvil y marqué el numero de Javi.

- Quien es?- preguntó dormido.

- Javi!- jadée.

- Inés?- preguntó.

- Si, esto... Vale, se que es tarde... Pero es que... No hablamos desde hace mucho...- respondí.

- Y no tenias otro momento para hablar de ello... Estas historias acaban igual, me dijiste lo que pensabas y yo lo que yo pensaba. No hay nada más- gruñó.

- Pero... Eso no tiene nada que ver con la razón por la que has parado de hablar conmigo ¿No es cierto?- bufé.

- Si, en parte tienes razón- murmuró.

- ¿Entonces que es, Javi? - pregunté.

- Has cambiado. Por ese... Tio. No llego a entender como alguien puede atraer tanto siendo... como es. El es un imbecíl, por no decir más- respondío.

- Él es un buen amigo- repliqué.

- Ya, si. Si eso es lo que dices, hasta que te enamoras. Inés, yo te conozco. Se cuando estas enamorada. Y ahora lo estas. Y de él- suspiró.

- Mientes. Tu no sabes cuando estoy enamorada, porque... Yo tengo mis razónes- murmuré mordiendome el labio.

- No! Se que cuando lo estas! Se que estabas enamorada de mí! Lo estabas desde que nos conocimos! Pero después llegó él y ya no! Es que fué verle y ya...! Aquel día que me trajiste los pantalónes fué cuando aquel sentimiento en tus ojos se fué apagando!- gritó.

- Si lo sabías... Pues tendrías que haberme dicho algo. No se que, pero algo. Me estaba haciendo ilusiones, sabes?! Podrías haberme dicho que no estabas interesado en mí y... Tal vez se habría quedado allí!- exclamé.

- Claro, claro... Mira, eso lo habría podido hacer si me hubiese dado la gana. Pero no. Y sabes porque? Por que te quería! Yo te quiero! Pero era demasiado miedica para decirtelo a la cara, pero ya no hay. No hay ocasión. Yo te estuve esperando, porque temía que nuestra relación no durase y no viera el cariño que había en tus ojos- explicó.

- Ah, si. Vale. Entonces... ¿La novia esa que tienes?- pregunté.

- Ella es mi novia, si. He tenido muchas, porque no quiero quedarme esperandote- respondío.

- Pues yo creo haber encontrado en Jesús alguien que si lo haría. Y no quiero quedarme sin hacer nada como lo hice con tigo. Y... Acabas de decir lo contrario- bufé.

Me colgó. Nunca había sentido tanta ira en mi vida, menos por alguien como Javi, que me había acompañado toda mi vida. Como habría sido tán illusa... Que justo entonces quisiera ordenar mi vida tan drasticamente, a las 2:45 de la madrugada me asustaba, pero tendría que aguantarme. No había nada que esperar. Derramé dos lágrimas por Javi, al darme cuenta de que había vivido en una mentira. Y de que él no habría estado dispuesto a entregarse tanto como yo lo habría necesitado.

Porque no quiero quedarme esperandote.

Marqué el numero de Jesús, pero no lo cogió. Era muy pronto, pero aún así no podía esperar. Jesús vivía enfrente de dos casas más a la derecha. Me llenaba de alegría saber que le tenía tán cerca, aún que hace tansolo unos minutos había pensado que Javi había tenido razón, pero entonces aún no había hecho la llamada que me habría aclarado todo.

Algo chocó contra mi ventana. Una, dos, tres... cuatro veces! Asustada me pusé una chaqueta por encima del pijama y miré a fuera. Allí había alguien. Tuvé que contener un grito. El asesino de Carla. El beso le habría motivado a venir, harto de mí. La silhueta se subió a un arból y se sentó allí. Me vió. El panico recorrió mi cuerpo. Marqué el numero de Javi otra vez, pero este no me contestó.

- Mierda, mierda, mierda! Javi, te necesito!- murmuré.

Entonces llamé a Gin, que lo cogío enseguida.

- Esta aquí- jadée.

- Quien?- preguntó, aún sabiendo la respuesta.

- Quiere matarme. Esta enfrente de mi ventana, observandome- respondí.

- No! No! No! No puedes! Grita! Vete de allí! Haz algo!- chilló.

Su voz se volvió animal, un chillido desesperado.

- No... No puedo. Si no es aquí, será en otro sitio- suspiré.

- No! Inés? Escucha! No, no! Que piensas hacer?- preguntó.

Sabía la respuesta. Me plantaría allí y me dejaría matar. Suicidio? No. Asesinato. Pero yo quería saber quien había matado a mi amiga. Quería plantarle cara a ese monstruo sin corazón y chillarle todo lo que llevaba dentro, esperando su cuchillo clavandose en mi carne en cualquier instante. No había porque quedarme a espensas de que él me encontrase en otro sitio, no? Mi vida ya había acabado. Todos los asuntos amorosos que me habían perseguido se habían concluido con la decepción que Javi hubiese dicho todo lo que dijo y que Jesús no hubiese cogido el telefono.

- He hablado con Javi... Sabes... Yo le amaba. Y el tambien a mi. El lo sabía, pero yo no.  Ahora yo voy por Jesús. El no se va con otras- respondí.

- QUE?! ESTAS BIEN??? En una situación así no puedes decirme esto- chilló.

- Ahora voy a salir. Voy a lanzarle todo lo que quise decirle a la cabeza y a esperar su cuchillo- murmuré.

- No! Tia, no!- chilló.

Colgué. No tenía más que decir. Abrí la ventana, dejandole entrar. Con el corazón palpitando esperé a que no me hiciera nada.

- Lo siento por no haber cogido tu llamada- murmuró... Jesús?

Encendí la lampara de noche y le miré sorprendida.

- Creo que lo que tenemos que hablar debe de ser hablado en persona- suspiró.

A escondidas le mandé un whatsapp a Gin.

Era Jesús :)

Y me centré en sus palabras.

- No hay mucho que decir. Tu... ¿Tu me quieres?- pregunté.

- Si.- respondío sin dudar.

Sonreí.

- ¿Tu?-

Asentí. Entonces empezó a besarme. Sus labios dulces se juntaban con los mios y justo en ese instante supé; Jesús es mio.

Para no olvidarte (Jesus y Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora